Realmente cada domingo me hago la misma pregunta: ¿Cuándo volverán mis épocas de quedarme en cama tomando café tranquilamente y disfrutando ver TV? Una amiga me dijo en una ocasión: "ellos crecen y tus libertades vuelven". Creo que es el consejo que me consuela cada domingo. Saber de las experiencias de otras madres te permite ver que no todo se ha perdido, o por lo menos no se ha perdido eternamente. Estoy muy agradecida con Dios y con la vida por tener hijos sanos y fuertes, sin embargo mamá también quisiera tener sus momentos de soledad o de descanso. Justamente ayer mi madrastra me decía: "yo te entiendo, estás pasando por la época más difícil". Me lo comentaba porque tener un bebé de 7 meses y una niña de 3 años no es tarea sencilla. Lo que creo que me ha ayudado a sobrevivir en estas épocas de muchas labores de mamá es, en primer lugar, escribir mis experiencias. En segundo lugar, el mejor de los consuelos es que otras madres pasaron por estas etapas y hoy disfrutan de sus familias ya con hijos grandes.
La publicación que leí me parece que es de una persona que ya pasó por estas etapas y ahora se dedica solo a disfrutar de sus domingos. En mi caso, como bien dice la descripción de este blog, sigo luchando porque en mi día a día no se pierda mi esencia, y cumplir bien con mis roles de ser mujer, madre y coach.
Ahora, mientras escribo este post, empieza a llover y las ganas de encender el aire acondicionado y ponerme a ver a una película ¡son demasiadas! Vuelvo a mis cabales y me doy cuenta de que mis domingos de película se han cambiado por domingos de dibujos animados. Bueno, me tranquilizo y recuerdo que hoy me toca cocinar para mi familia, y comenzar mi rutina de bañar niños y prepararme para el inicio de semana laboral, que por cierto también recuerdo que hoy terminan mis “vacaciones” laborales.
Dejó de llover… mi cerebro me habla, y me dice: “volvamos a nuestra rutina, Delia”.
Aquí te comparto el texto que comentaba, de Ligia Minaya:
UN DOMINGO PARA MI
Ese día es muy especial para mí. Ha pasado la semana y el domingo me permite levantarte más tarde, leer el periódico despacio incluyendo los comerciales, tomarte el cafecito en el jardín, en el balcón y en esa mecedora que tiene muchos años y perteneció a mi madre. Y tú, quieres salir, sales, vas a casa de una amiga que tenía mucho tiempo sin ver, disfrutas de los nietos y puedes querer el silencio. El sol va despojando las brumas de la noche y lo ves entrar por tu ventana cuando tu cuerpo comienza a desperezarse en esa cómoda cama y tu reloj interno no responde a otra llamada que no sea tu silencio. Pones música, esos boleros que están en tus recuerdos, te metes en una bañera rebosante de espumas y aceites aromados, puedes poner pétalos de rosas (como ponía mi abuela al bañarme cuando era niña en esa batea de oloroso cedro que aún guardo en mi memoria), y sentirás que llegas a las cumbres infinitas del placer.
Lo que te cuento es un lujo, cosas muy sencillas que si te arropas con ellas verás que la felicidad tiene poco que ver con el dinero. Ya sabrás que un domingo no tiene prisas al igual que otros días. Con él viene la armonía, un tiempo engalanado con una ciudad arbolada de almendros, robles, pinos, acacias, flamboyanes, almendros y laureles. Y con ellos, una simple conversación personal o por teléfono que abre las puertas donde solo lo divino tiene amparo. Un domingo a tu medida, porque el sábado, aunque no trabajes, tiene sus quehaceres. Y usted me dirá, es que tengo que hacer esto y aquello, los supermercados están abiertos hasta altas horas del domingo, igual las tiendas, los Mall, y debo ir a comprar esto y aquello y le prometía a una persona que la llevaría a tal lado. Bueeeeno, lo entiendo. Pero cada quien hace lo que puede y lo que le dé la gana. No se comprometa, deje ese domingo sabroso para usted, haga lo que le salga del ombligo. Sé que hay infelices que no saben que su vida es única, que hay personas incapaces de vivir en armonía consigo mismo y hacen la vida imposible a cualquiera que les cruce por un lado.
La felicidad no es un estado de gracia, está en pequeños detalles que uno mismo fabrica, en lo que llevamos dentro, en lo que tenemos y en lo que no nos falta. Es natural que cualquier domingo, aunque uno lo quiera poner de su lado, se lo arrebate un acontecimiento infeliz y tener que hacer lo que le dé pena, rabia e incomodidades, pero siempre que pueda haga lo que le dé su gana. En el domingo de Semana Santa, aunque aquí en USA no se hacen procesiones, me introduje en alma de Dios, y hablamos, miles de cosas buenas, cómo arreglar otras, nos reímos de lo que están pasando y dijimos que son buenas, mencionamos al Papa Francisco y Dios lo bendijo, nos alegramos con sus comentarios y tanto Dios, como yo, tuvimos un domingo tranquilo y feliz.
Es que la felicidad hay que buscarla. No importa si eres pobre. Disfrutar de lo que tienes, aunque sea poco, es saber que la vida la hizo Dios. Amén, amén, amén.
Denver, Colorado
Tomado de: http://www.diariolibre.com/ligia-minaya/2015/04/18/i1105721_domingo-para.html