Tal día como hoy hace exactamente dos años nacía este blog tras un duro parto de diseño (entiéndase la ironía) que, ante las nulas expectativas que tenía depositadas en él, me hizo apostar por una plantilla gratuita y fea a más no poder llenar de globitos blancos. Para los que hayáis logrado olvidaros de ella (que tiene mérito) y también para los que os hayáis sumado más tarde a nuestras aventuras (afortunados vosotros), aprovecho este post para recordala (antes de pinchar el link, os aviso de que la plantilla puede herir vuestra sensibilidad). Al fin y al cabo, aunque no me sienta muy orgulloso de ello, es historia de este blog que nació con un post previo al nacimiento de Mara en el que ya daba por hecho que nunca dejaría de ser un papá en prácticas. “Creo que ser papá es un aprendizaje continuo y sin fin, una eterna plaza de becario mal remunerada pero enormemente satisfactoria”, decía entonces. Y debía de estar iluminado, porque cada vez tengo más claro que en esto de la paternidad uno nunca deja de estar en prácticas. Siempre hay algo nuevo que aprender. Siempre aparece un nuevo un reto al que enfrentarse.
Mes y medio después de el nacimiento del blog llegaba al mundo Maramoto y con ella este espacio adquiría sentido. Con ella empezaron a llegar también los lectores. Primero poco a poco, como con vergüenza a comentar en un espacio en blanco. Luego de forma más continuada y cada vez más numerosa, haciendo más ruído, llenando de vida, de experiencias y de conversaciones aquella cutre bitácora que nació pensando ya en su desaparición y que hoy, dos años después, siento más viva que nunca. Tanto es así que ya estoy pensando en darle un nuevo aire (visualmente hablando). Y no, prometo que no tendrá globos blancos de fondo. Si me da la vida, espero que el nuevo diseño esté listo antes de 2016. O por lo menos de 2017, que con el poco tiempo libre que deja el día a día de padres tampoco es plan de ponerse fechas…
Como digo muchas veces, el blog Un Papá en Prácticas nació sin pretensiones y con la única finalidad de que mi familia y amigos (que viven en Valencia), nos sintieran cerca y pudiesen seguir nuestro día a día con la pequeña. Quizás por eso tenía tan pocas expectativas puestas en él. No esperaba más de 20 lectores por artículo. Dos años después, el blog sigue sin tener demasiadas pretensiones, como demuestra el hecho que sólo publique una o dos entradas por semana -depende del tiempo que tenga-, algo que me hace sentir todavía más orgulloso de en este segundo año de vida haber triplicado el número de visitantes únicos y haber multiplicado de forma exponencial el número de páginas vistas. Veo las cifras y no salgo de mi asombro. ¡Más de 65.000 personas han pasado por aquí este año!
Al margen de cifras, que son lo de menos, el blog, quién me lo iba a decir aquel lejano 25 de agosto de 2013, me ha permitido vivir muchas experiencias con las que ni siquiera soñaba: Dar charlas, participar en mesas redondas, rodar un anuncio (próximamente en sus pantallas), escribir un cuento infantil (para final de año en editorial Minis), participar en libros y publicaciones… Pero, sobre todo, me ha permitido encontrarme por el camino con gente maravillosa. Papis y mamis con los que la mamá jefa y yo hemos quedado y que ya forman parte de nuestras vidas, familias a las que aún no hemos desvirtualizado pero con las que a base de comentarios y mensajes privados sentimos una conexión especial… A través del blog hemos encontrado una tribu, nuestra tribu. Una tribu que te comprende, te entiende y empatiza contigo. Una tribu llena de personas con las que tenemos mucho en común y a las que, de no ser por el blog, es probable que jamás hubiésemos conocido. Sólo por eso, por toda la gente maravillosa que hemos conocido y por la que nos queda por conocer, todo el tiempo invertido en este blog ya merece la pena.
Me gustaría daros las gracias a tod@s los que os pasáis por aquí porque, quieras que no, saber que la gente te lee y se siente identificada con tus vivencias siempre es un aliciente para seguir escribiendo. Gracias por acompañarnos en esta aventura, gracias por darnos vuestra energía en los días malos, gracias por compartir con nosotros vuestros miedos y dudas y por comprender las nuestras, gracias por vuestros comentarios y mensajes privados. GRACIAS, en mayúsculas, por estar ahí. No se me ocurre una experiencia vital más maravillosa para compartir que la pa(ma)ternidad y es un lujo que ese verbo, compartir, sea con vosotr@s. Espero que el año que viene, cuando soplemos la tercera vela del blog, sigáis ahí, al otro lado de la pantalla.
Un besazo enorme a tod@s. Gracias.