Yo sé que tengo cosas raras, todas las tenemos. Pero hay algo en lo que me siento más rara que otras madres que tengo cerca o a las que me acerco cada día a través de sus entradas en los blogs de maternidad o estilo de vida.
Tener que dejar de trabajar cuando tienes un hijo porque no hay forma,(y esto es cierto señoras por muchas empresas ideales que tengamos en la cabeza), decía no hay forma de conciliar, es una faena para tu carrera profesional. Dedicir si seguir trabajando o no y aparcar esa carrera y dedicarte a criar a tu hijo es una opción que no está en manos de todas las mujeres, desgraciadamente.
Yo tuve la suerte de poder elegir, lo hice de un modo natural sin que me doliera lo más mínimo dejar mi trabajo, apartarme de mi profesión y renunciar a una parte de mi vida social. En serio, para nada fue ni frustrante, ni doloroso, ni angustiante, fue algo natural. Tener un hijo era lo más importante que iba a pasarme y quería vivirlo plenamente. Un lujo, ya lo he admitido.
Algunas me miraban con extrañeza y me obligaban a cuestionarme qué haría cuando las niñas fueran mayores. La verdad no me importó. No iba a dejar de vivir una experiencia del modo que yo había elegido por el miedo a no encontrar una ocupación cuando me sobraran las horas.
Las renuncias a las escapadas de fin de semana, a una situación económica más holgada, a disfrutar de un capricho de vez en cuando y una independencia no pesaron nada. Quizá fui una inconsciente.
Nunca tuve por tanto esa sensación de tener que dar cada vez más a mis hijas porque ya las estoy privando de muchas horas de madre y las pobres se merecen todo lo que pueda darles. Ni tampoco tuve que pronunciar nunca la tan manida expresión y peor sentimiento de “mala madre”.
Quiero a mis hijas como cualquier madre, por encima de mi propia vida, como cualquier madre digo. Pero hay algo que tengo muy claro, yo también existo, soy una persona, una mujer, necesito mi espacio y además es que tengo derecho a satisfacer mis necesidades, a jugar todos los roles que quiera a parte de ser madre.
La rareza que te comentaba es que nunca me he sentido mal por ello. Siempre he defendido un puntito de egoismo por dos motivos: el primero porque me parece muy sano pensar en una misma y escucharte y el segundo porque desde que engendras un hijo tienes la reponsabilidad de erigirte en uno de sus más importantes ejemplos y creo que esta actitud, que no fue una proposición sino una manera natural de seguir siendo yo más alla de la maternidad, creo que esta actitud es un buen ejemplo para mis hijas.
Considero que les estoy transmitiendo que son muy muy importantes en mi vida, que lo daría todo por ellas, que las amo por encima de cualquier otra cosa pero que también me quiero a mí misma. Considero que ellas deben de aprender a amarse y a respetarse a sí mismas.
Intento encontrar un equilibrio a la hora de transmitir que siempre estaré ahí para ellas pero que también tengo necesidades que no debo desoir porque son importantes para sentirme bien.
He visto a muuuchas madres que han dedicado su vida, sus años, su cuerpo y su salud a sus hijos. Madres que por su generación ni siquiera tuvieron que decidir si dejar o no de trabajar porque sencillamente nunca tuvieron un trabajo remunerado.
Algunas cuentan con el amor y el agradecimiento de sus hijos pero otras viven en una gran decepción, en una tristeza en la que cada día recuerdan que lo dieron todo y ahora, muchos años después, no se sienten recompensadas.
No es este el argumento que mueve mi manera de vivir la maternidad, es solo algo que he visto en alguna ocasión y da que pensar. Quizá los hijos no quieran tanto. Quizá te verían como algo más que una madre si tu te sintieras como algo más, si no olvidaras que también eres una persona, una mujer.
El papel más importante de mi vida. Esta frase la hemos dicho todas. Lo más bonito que me ha pasado jamás. Esta también.
Totalmente de acuerdo pero…caben más cosas en una vida, más facetas, más sentimientos. ¿Por qué hay que renunciar?
He escrito este post para que puedas compartirlo con quien quieras, usa para ello los botoncitos que hay aquí debajo. Y como siempre, gracias por leerme.
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