Quieras o no, el nacimiento de un bebé te cambia de forma repentina todas tus costumbres diarias. Así que tus rutinas, esa normalidad que habías ido creando a través de semanas y meses de repeticiones, se derrumban de repente y tienes que volver a crearlas. De algo parecido hablé ya, antes de la experiencia que me dan seis meses de paternidad, en un artículo que en el ya lejano mes de septiembre de 2013 titulé “Volver a empezar“.
Nuestra vida cambió con la llegada al mundo de la pequeña. Mucho. Y con ese cambio se vieron afectadas nuestras rutinas. Por falta de tiempo, por falta de organización o por acumulación de cansancio fuimos dejando de hacer cosas que antes hacíamos. También por la necesidad imperiosa que teníamos de estar con la pequeña saltamontes en estos primeros meses de vida. Necesidad que, por cierto, sigue sin desaparecer. Y como queremos seguir haciéndolo todo con ella hasta que Maramoto se canse de nosotros, tenemos que buscar resquicios de tiempo para recuperar parte de nuestras rutinas y volver a crear una nueva normalidad familiar.
Una nueva normalidad que tras seis meses, la mayoría de ellos fríos y con pocas alternativas para escapar de casa, nuestro cuerpo y nuestra mente nos pedía ya a gritos. En mi caso, que he practicado deporte durante toda mi vida (fútbol, fútbol sala, tenis, frontón, pádel…), mi cuerpo ya empezaba a mostrar señales de atrofiamiento y mi mente, que se pasa el día trabajando en casa, me exigió tomar alguna medida. Así que la semana pasada me apunté al gimnasio y en próximas fechas espero complementar esta actividad con salidas en bici. Así que ahora madrugo y antes de las ocho estoy en el gimnasio. Y lo mismo haré cuando empiece a pedalear. En mi nueva rutina he optado por realizar la actividad deportiva por la mañana para, de esta forma, cuando tengo ese eterno parón de tres horas a mediodía, al menos poder disfrutar de mi bebé y liberar un poco los brazos de la mamá jefa.
Ésta, por su parte, ya ha tenido tiempo para poner en marcha su blog (como ya os comenté hace unos días) y la semana pasada también acudió por primera vez a unas clases de gimnasia para mamás a las que puede asistir con la pequeña. Mara volvió de la clase extrañamente relajada y la mamá jefa lo hizo con una sonrisa de oreja a oreja. Lo habían pasado bien. (Las clases de las que hablo, por si vivís en Madrid o alrededores y estáis interesadas, son las de MAMIfit). Y nada puede hacer más feliz al papá en prácticas.
En esta nueva normalidad nunca ha faltado el cine (ahora en su versión doméstica de sofá y manta), las series, la lectura (cuando el cansancio nos lo permite), y las escapadas al centro de Madrid para pasear y ver exposiciones en cuanto el tiempo ha dado una tregua. Así que ahora que teóricamente se acerca el bueno tiempo y se alargan los días, estoy seguro de que muy pronto añadiremos a nuestras rutinas esas excursiones y viajes que antes hacíamos la mamá jefa y el papá en prácticas. Solo que ahora lo haremos acompañados de la sonrisa y de las ansias por descubrir mundo de nuestra pequeña saltamontes.
¿Cambió mucho vuestras rutinas el nacimiento de vuestros hijos? ¿Cuánto tiempo tardasteis en recuperar una cierta y nueva normalidad?