Hay días en los que pienso que la paciencia no es infinita, cuando quiero esconderme debajo de la almohada y que nadie venga a saltarme encima o pedirme que juguemos a las 5.30am, las ganas que me dan de quedarme 2 horas en la tina sin que alguien venga a lanzarme patos de hule y meterse con ropa en mi spa improvisado, las ganas de comerme el último chocolate sin que vengan unos ojos de perrito llorón a robárselo, manosearlo y dejarlo botado! Ni siquiera se lo comió!!!
Y en esos mismos días, también pasa que un solo “te amo mami” me saca lágrimas desde el fondo de mi ser, cuando una mala pronunciación transforman frutillas en putillas y no puedo parar de reírme y hacer videos para mandar a cuanto familiar se cruce en mi Whatsapp, o cuando estoy tratando de concentrarme y aparece un payaso improvisado que piensa que es princesa, con todo mi maquillaje supra-utilizado y no puedo hacer más que hacerme al dolor de perder mi maquillaje y ganar una experiencia inigualable llena de risas y sonrisas.
Me ha tocado correr como Bolt para salvarle la vida mientras ella jugaba a “¿quien salta más gradas?”, me ha tocado tener habilidades telepáticas para entender qué significaba “uque a comeca iooooo” (ruge la tormenta en mi interiooooor), me ha tocado ser la mamá que antes tanto criticaba con la niña llorona que se arrastra por el centro comercial a oídos sordos de los padres, me ha tocado afinar mis inexistentes habilidades de Taylor Swift y cantar (me ha tocado, no estoy orgullosa del resultado final, pero lo hice), me ha tocado desenredar nudos que hubieran vencido a Houdini para sacar un par de zapatos, y he tenido que ser domadora de leones más payaso más contorsionista para agarrar a una escurridiza niña y peinarla sin que se desate el apocalipsis.
Verla destruir mi mundo estructurado, para que con sus manitas pegajosas lo vuelva a unir lleno de escarcha, chocolate, gritos, risas, llantos, besos y patadas ha sido una experiencia que me encanta vivir.
Ser madre es de esas cosas que te ponen a prueba, es cuando descubres que sí es posible lo que nunca creías capaz que suceda.
Ser madre es olvidarse de los complejos, de las locuras personales y los desordenados deseos vanos y aprender de nuevo lo hermoso que es vivir a través de ojos inocentes que están entendiendo y experimentando todo por primera vez. Hoy es uno de esos días…pero no la cambiaría por nada.
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