Así que al principio, Superpapi, Supermami y el duendecillo íbamos juntos a todas partes.
Pero ¿salir de casa? Ése no era el problema, el auténtico problema era sencillamente SALIR.
En primer lugar teníamos que preparar todo lo que había que llevarse para el pequeñajo. Llevamos una bolsa que bien podría ser una maleta con ruedas. De hecho, cuando estamos paseando por la calle y veo los minibolsitos tan cuquis que llevan otras Supermamis no puedo dejar de mirarlos preguntándome: ¿dónde llevan todas las cosas? ¿De verdad que ahí les cabe TODO?
Nosotros llevamos:
Pañales
Cambiador
Toallitas húmedas
Pañuelos de papel
Un biberón con las tomas correspondientes y el termo con agua (llevamos a cabo lactancia mixta)
Botecitos tamaño muestra de crema y colonia para bebés (vienen muy bien las muestras que te regalan en el hospital, en las canastillas por cortesía de Lets Family y Mi bebé y yo)
Dos o más baberos
Cinco o seis gasas (el peque tira un montón)
Y por supuesto, imprescindible, una bolsa con mudas de ropa para cambiar al renacuajo si se moja mucho. En invierno también llevamos un par de zapatitos de repuesto, por si los pierde... y que no se le enfríen los pies. Aunque a él no le gustan, y como buen gatito que es prefiere ir con los pies libres de ataduras.
Además, después de las primeras salidas, Superpapi y yo hemos aprendido a incluir también una muda para nosotros, porque las regurgitaciones del nene suelen alcanzarnos y bastante. A mí me gusta pensar lo que nos dijo una vez una prima nuestra: Llevamos medallas de mami.
De manera que, antes de salir de casa tenemos que preparar el maletón, vestirnos nosotros y vestirlo a él. Y mientras ocurre todo eso, resulta que se ha pasado el tiempo de la toma y al pequeñajo le toca otra vez mamar. Le doy con sumo cuidado para que no se vomite encima y le cambiamos el pañal (otra vez). Normalmente vuelve a vomitar y hay que cambiarle la ropita de nuevo, a veces hemos tenido que cambiarle hasta tres veces antes de salir.
Cuando por fin creemos que ya está todo listo, salimos pitando, rezando para que se duerma en el coche y no se agobie demasiado, ya que parece que la sillita no le apasiona (esto lo explicaré en otro post).
¡A pasear!