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Fuente: RTVE
¿Qué consecuencias psicológicas encontramos en la violencia de hijos a padres?
Tanto las víctimas como el agresor se ven inmersos en un círculo de violencia recíproca difícil de interrumpir.
Los padres que son víctimas, tienen problemas de insomnio, depresión, impotencia y sentimientos de frustración. Muchos necesitan de medicación y otros recurren al consumo de drogas con el fin de hacer frente al estrés. Situaciones de desesperación, miedo, culpa y falta de apoyo.
La problemática influye en el resto de la familia, grupo social y en las responsabilidades laborales de las víctimas, deteriorando así las relaciones sociales de los diferentes contextos.
Muchos son los progenitores que no dan a conocer la situación familiar en la que se encuentran inmersos, por miedo y vergüenza por haber fallado como educadores, lo que implica mayor sufrimiento e intensidad de la problemática.
En ocasiones el hijo agresor tiene que abandonar el hogar familiar por un proceso judicial, lo que provocará sentimientos de pérdida, tristeza y culpabilidad, convirtiéndose en una situación traumática.
El menor agresor va adquirir unas estrategias de resolución de problemas no adaptativo, haciendo uso de conductas violentas para conseguir sus objetivos, esto va a dificultar relaciones sociales, laborales y familiares en el desarrollo personal. Dificultades de expresión de sentimientos y emociones, aumento de la frustración y problemas para controlar la agresividad.
¿Qué se puede hacer para prevenir este tipo de situaciones?
Fomentar comportamientos orientados a las relaciones sociales, para desarrollar relaciones positivas en el ámbito familiar, así como facilitar la comunicación entre los miembros de la familia, esto además va a facilitar las relaciones sociales fuera del entorno familiar.
Facilitar la adquisición de habilidades, estrategias y técnicas para la solución de conflictos en el ámbito familiar , como puede ser el dialogo sin voces ni insultos, facilitar la expresión de emociones de forma positiva sin el uso de la violencia, participación entre los miembros de la familia en la búsqueda de alternativas a situaciones que originan problemas...
Impulsar el desarrollo de expectativas y exigencias reales de los hijos, sin presiones y teniendo presentes la limitaciones y dificultades que puedan tener para su desarrollo.
Los progenitores han de trabajar sobre los valores y la educación para crear figuras de apego sanas, es decir, hay que dotar a los menores de valores (respeto, bondad, agradecimiento, amor, responsabilidad...) para permitir su desarrollo personal y educar así sobre unos principios, que le permitirá crecer y defender su dignidad, con esto conseguimos ayudar a fomentar la relación entre los cuidadores y el menor.
Ayudar a la creación un vinculo afectivo, sabiendo interpretar las necesidades emocionales del menor, para el desarrollo posterior socioafectivo.
Favorecer el desarrollo de confianza en los menores y su autoestima en su figura como hijos para con los progenitores y como desarrollo personal.
Impulsar la creación de vínculos con personas adultas que influyan de manera positiva.
Toma de conciencia de la problemática que pueda existir, sus consecuencias y buscar soluciones sin demorarse en el tiempo para evitar el desarrollo de hábitos desadaptativos.
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Artículo original escrito por:
Laura Corrochano Cabo
Psicóloga forense
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