Poco a poco nos vamos acostumbrando, y agobiando, y relajando, y un poco de todo, porque son muchos días, y da para todo. Decidí escribir este post para registrar lo bonito y lo no tan bonito de la experiencia personal del encierro, para intentar buscarle el lado positivo, para relativizarla, o para recordar y no olvidar lo que más echo de menos al estar encerrada en mi casa, y entender que, una vez más, la vida nos va poniendo a prueba.
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Seguimos en cuarentena voluntaria, casi 60 días después del primero, trabajando desde casa y sin apenas salir más que a caminar un rato algún día a la semana, pero el post fue escrito durante la cuarentena obligatoria.
Al saber que pasaríamos encerrados un tiempo, inicié un reto personal. Soy incapaz de seguir rutinas y que cada vez que me propongo mantener algo por 21 días, no lo logro. Pero quise intentar 4:
Los horarios. Mi intención no era imponer unos horarios estrictos. En este post contaba un poco como nació esta idea y porqué. Quería ver si lográbamos hacer unos horarios entretenidos, variables, al menos tener una guía de cosas a ir haciendo durante el día. El trabajo, la repetitividad de los días, al final hicieron que se convirtiera en una checklist de cosas a hacer en el día, para que no nos pasáramos el día en una pantalla.
Quería hacer yoga todos los días, entre 15 y 30 minutos. Necesito hacer ejercicio, estaba acostumbrada a caminar o ir en bici media hora al día y al día tres la necesidad de ejercicio era alta. Empecé haciendo yoga todas las noches, pero al final si estaba cansada, me daba pereza, y además me faltaba movimiento. Así que me bajé una aplicación y empecé a hacer rutinas cortas de ejercicios por la mañana, que incluían también clases de yoga algo más activas que las que hacía. Y por la noche, hacía una sesión más tranquila de yoga. Así, si no hacía una cosa, hacía la otra. Creo que el objetivo yoga/ejercicio, está cumplido en un 99%.
Quería jugar todos los días con las niñas a algo. Parece un objetivo fácil pero tengo que trabajar además, ellas tienen que estudiar y encontrar un momento en que las 3 queramos jugar a lo mismo cuesta. Hasta ahora, es un objetivo no logrado. Cuadrar los horarios ha resultado difícil, lo cual es ridículo si uno lo piensa. ¿Encerrados en casa todo el día y no somos capaces de jugar a algo todos a la vez? Pues no. Hay días que nos excedemos con la pantalla, al día siguiente llenamos el día de juegos o actividades, y así vamos compensando. Pero decidí relajarme, la idea era jugar no tienen que ser las dos a la vez. Hay días que juego 3 juegos con una pero ninguno con la otra, o juego a uno con cada una pero en momentos diferentes.
Meditar. Porque si no medito, me volveré un poco loca. Así que se hace necesario calmar la mente un ratito, para que se olvide de las noticias del desastre que llueven cada día, para olvidarme de lo poco de acuerdo que estoy con las medidas que toma el gobierno, para olvidarme de las ganas que tengo de volver a hacer vida normal. Objetivo incumplido por excelencia, porque se me olvida. Si lo hago por la noche, me duermo, si lo hago por la mañana funciona perfecto, pero se me olvida!
vamos con la experiencia ¿Cómo ha sido cuarentena en villa terremoto?
Pues mejor de lo que pensaba, aunque haya días de todo. Empezamos como decía ideando entre las tres un horario para el día siguiente, de 1 hora cada actividad para tener flexibilidad y para ir cambiando continuamente y que no se haga tan largo. Actividades había tantas como se nos ocurrió, que no hacíamos todas todos los días pero intentamos combinar: lectura, juegos de mesa, juegos de ingenio, estudio, libros de actividades, yoga, deporte (ya sea con una gincana o bailando just dance), juego libre, películas, y algo de música. También días sueltos intentamos cocinar, hacer alguna manualidad más larga, montar un puzzle o construir un castillo de legos.
Al principio íbamos día a día, pero se hace largo. Los primeros días, teníamos nuestro momento de aire libre casi todos los días. Nos vestimos, salíamos de casa para bajar al patio del edificio, sin tocar absolutamente nada en el camino, tocando el ascensor con un palillo, y respiramos aire libre. Un poquito. Después, subimos y todo a lavar y los zapatos, en cuarentena en la puerta. Y a la ducha! Necesitábamos vitamina D, aunque fuera un ratito.
Pero el edificio tardó poco en prohibir el acceso a las zonas comunes, ni siquiera por turnos. Por lo que el aire libre máximo fue salir al balcón. A eso se juntó que la cantidad de tareas desde el colegio que aumentaron en cantidad y tiempo que hay que dedicarle, pues se organizaron con la escolarización a distancia. ¿Qué tal esto de aprender el homeschooling a marchas forzadas? es un tema que también requiere adaptación.
Han sido semanas de no cruzarnos con nadie, y las niñas echan de menos el contacto social. Y quien no! Yo también! Pero por suerte enseguida empezamos con las videollamadas, que son pan de cada día, y pueden mantener cierto contacto con sus amigos. Pero no es lo mismo. Han sido muchos días de mirar por la ventana y echar de menos las quedadas con amigos, los parques, de acordarnos de todas esas sensaciones que se viven en el exterior que uno no imagina echar tanto de menos. Me pasa, por ejemplo, que echo de menos el mar. Me encantaría poder pasear por la arena, meter los pies en el agua…y está tan lejos el mar ahora mismo…o estirarme en el césped, en un parque, con ese olor a recién cortado que me encanta… esos son los días en que esta cuarentena no se hace agradable, que uno mira por la ventana y piensa que está viendo la vida pasar, o no pasar básicamente. Que son muchas las cosas que uno hace en el día a día en un entorno social, y ahora… hemos perdido eso no sabemos por cuánto tiempo. El deporte colectivo, salir a bailar, quedar para hacer un picnic, los cumpleaños, son tantas cosas… el contacto, algo tan importante que asumíamos como algo dado…y me agobio, me desespera y me angustia, y no me sirve el deporte, ni el yoga ni los encuentros virtuales…pero por suerte, no son todos los días iguales.
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No puedo recomendar que es lo mejor para esos días, porque aun no lo sé. Quizá lo mejor sea no pensarlo mucho, o imaginar lo que vas a hacer al salir, o a quién quieres ver primero, o solo meditar y pensar en lo que uno tiene, no tengo idea de qué es mejor. A cada uno le servirá algo distinto imagino. Al final, después de casi 60 días en cuarentena, lo mejor para mi es ir con el día a día. Permitir los días malos, que me recuerdan lo que echo de menos, y disfrutar los días buenos, porque hay días que hago tantas cosas con las niñas que no solemos poder hacer, que me encanta…y me permiten valorar lo positivo que puedo sacar de esta situación.
¿y tu, cómo lo llevas?