6 síntomas de conductas perturbadoras en niños

Las conductas perturbadoras en niños se deben considerar dentro del ámbito psicosocial y del desarrollo. Las conductas perturbadoras a los 18 meses- 4 años de edad, cuando se presentan síntomas como las rabietas o contener la respiración, pueden reflejar las típicas luchas de los niños pequeños en búsqueda de autonomía e independencia. El manejo de los niños pequeños puede suponer un reto para los padres. A medida que el niño crece, puede continuar la conducta desafiante y negativa y dar lugar a que persistan los conflictos con los padres y compañeros, en casa y en el colegio. Algunos estudios indican que casi el 50% de los adolescentes presenta de forma intermitente conductas antisociales, como el robo y el absentismo escolar.

Aunque las conductas perturbadoras en niños son frecuentes a lo largo de las etapas del desarrollo, la máxima pediátrica de observar y esperar puede ser perjudicial desde el punto de vista biopsicosocial. La agresión persistente, incluso entre niños preescolares, es un factor predictivo importante del desarrollo de una psicopatología. Aunque las causas y las implicaciones de la agresión son numerosas, la conducta agresiva parece ser muy estable (en especial en los niños) y es hereditaria.
conductas perturbadoras en niños


Las familias a menudo desarrollan estrategias coercitivas para tratar la conducta agresiva, que sólo sirven para empeorar su evolución. La intervención precoz sobre los padres y sus hijos pequeños es claramente la forma más eficaz de tratar la agresión continua; el coste para las familias y la sociedad de esperar para intervenir sobre los niños y adolescentes agresivos es exorbitante, debido en parte a que la conducta agresiva entre los adolescentes es menos susceptible de ser modificada.

Lactancia y primera infancia

Rabietas: El negativismo, las rabietas y los episodios de contención de la respiración no son raros durante los primeros años de vida y representan expresiones de frustración o ira, típicas de la edad. La respuesta de los padres y los cuidadores a estas conductas es muy importante.
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Los cuidadores que responden a la conducta desafiante de los niños pequeños enfadándose corren el riesgo de reforzarla. Se debe aconsejar a los padres que eviten las muestras de enfado, que den opciones al niño; una vez que el niño haya iniciado una rabieta, la única reacción eficaz es mirar para otro lado brevemente.

Resulta útil recomendar a los padres que le digan a su hijo, una vez que se haya calmado, que las razones de su frustración son comprensibles, pero que su conducta negativista no es aceptable.

Un motivo frecuente de especial preocupación para los padres son los episodios de contención de la respiración. Aunque algunos niños contienen la respiración hasta perder la conciencia, lo que a veces origina convulsiones, no existe un mayor riesgo de presentar una enfermedad convulsiva en los niños que hayan sufrido convulsiones durante un episodio de contención de la respiración.

Al igual que ocurre con otros tipos de rabietas, lo mejor es aconsejar a los padres que ignoren esta conductas perturbadoras  una vez que haya comenzado. Lo más habitual es que, si no existe un refuerzo suficiente, esta conducta desaparezca.
trastornos de conducta en niños


En la mayoría de los niños pequeños, esta conducta no representa un acto voluntario de «desafío».La primera clave en el tratamiento en consulta del negativismo («los terribles 2 años»), las rabietas y los episodios de contención de la respiración es ayudar a los padres para que intercedan antes de que el niño se encuentre muy angustiado

Tratamiento

Cuando las medidas conductuales, como el aislamiento temporal, fracasan, los médicos deben valorar cómo manejan los padres su cólera antes de hacer más recomendaciones acerca de la manera de abordar los problemas del niño. A los niños a menudo les asustan la fuerza y la intensidad de sus propios sentimientos de enojo, así como los que suscitanen sus padres.

Por tanto, resulta de una importancia primordial que los padres proporcionen los modelos de control de su propia ira que les gustaría que utilizaran sus hijos. Algunos padres son incapaces de darse cuenta de que ellos mismos pierden el control; esta negación no ayuda a su hijo a interiorizar los controles. El aconsejar a los padres que proporcionen con calma alternativas sencillas ayudará a que el niño sienta que tiene más control y autonomía.

Al ofrecerle varias opciones también se ayuda a reducir sus sentimientos de cólera y vergüenza. Estos sentimientos negativos interiorizados pueden tener efectos adversos sobre las relaciones interpersonales, la intimidad y el desarrollo de la personalidad.

Infancia y adolescencia

Las mentiras: Los niños de entre 2 y 4 años utilizan a menudo la mentira como un método de jugar con el lenguaje. Al observar las reacciones de los padres y los cuidadores, los preescolares aprenden que se espera que sean sinceros durante la comunicación.
En los niños de edad escolar, la mentira suele constituir un esfuerzo para ocultar algo que no quiere aceptar en su comportamiento. Inventan mentiras para sentirse temporalmente bien y protegidos contra la pérdida de autoestima. Aunque la mentira es frecuente en la infancia, los niños con autoestima baja son más propensos a mentir habitualmente. En muchos casos, el hábito de mentir se ve fomentado por unos modelos parentales inadecuados.

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Cuando la madre y el padre se acusan mutuamente con frecuencia de mentir, el niño, inmerso en un conflicto de lealtad, es probable que se sienta angustiado y que mienta más de forma defensiva. Muchos adolescentes mienten para evitar la desaprobación de sus padres.
rabietas en niños


Como ocurre con otras conductas perturbadoras antisociales, la mentira puede emplearse como un método de rebelión. Independientemente de la edad o el grado de desarrollo, cuando la mentira se convierte en una forma frecuente de afrontar los conflictos y la ansiedad, está justificado intervenir. Inicialmente, los padres deben plantear el problema al niño para que sepa lo que es aceptable.

La mentira constituye también una forma de fantasía para los niños, que describen las cosas como desearían que fueran y no como son. Para evitar una confrontación desagradable, un niño que no ha realizado algo que un progenitor quería que hiciera puede decir que lo ha hecho. El sentido del tiempo y la razón que tiene el niño no le permite darse cuenta de que, con esta actitud, sólo consigue posponer una confrontación aún más airada.

¿Que hacer como padre?

Es importante que los padres ayuden al niño a deshacer su acción devolviendo los artículos robados o haciendo que el niño pague por ellos dinero o servicios que pueda prestar. Cuando el hurto forma parte de un patrón de problemas de conducta está justificada la derivación a un psiquiatra infantil.

Tanto las malas influencias de sus compañeros como la falta de supervisión por parte de los padres pueden exacerbar los robos y otros problemas de conducta. Intervenciones tan sencillas como buscar al niño alguien que haga de hermano mayor han demostrado que mejoran el rendimiento escolar y disminuyen los problemas de conductas perturbadoras. En algunos casos se precisan intervenciones más intensivas.

Fugas en la casa: Los novillos y las fugas de casa no son conductas adecuadas en ningún momento del desarrollo. Alrededor de la mitad de los niños y adolescentes que se niegan a ir a la escuela presentan problemas de conducta; la otra mitad tiene síntomas de ansiedad y del estado de ánimo.
A menudo, los novillos son un síntoma de desorganización familiar o de problemas de personalidad que se están gestando o de ambos. Mientras que los niños pequeños amenazan a menudo con fugarse debido a frustraciones o a su deseo de regresar luego con sus padres, las fugas sin rumbo fijo reflejan casi siempre un problema subyacente grave.

Durante la parte media de la infancia, la mayoría de las fugas se produce para escapar de los malos tratos que se reciben en el hogar o del abandono. En la adolescencia, los desacuerdos con los padres, los problemas de personalidad que se estén gestando y los malos tratos y el abandono deben tenerse en cuenta como posibles precipitantes. Las fugas en la adolescencia conllevan un riesgo elevado de abuso de sustancias, de violencia con la pareja y de otras conductas arriesgadas.

Hacer fuego: Aunque en la primera infancia a todos los niños les atrae el fuego, hacer fuego sin supervisión siempre es una conducta inadecuada. Los escolares más pequeños tienden a hacer fuego tanto por curiosidad como por una hostilidad latente secundaria al abandono dentro de una familia desorganizada y negligente. Estos niños suelen encender fuegos por sí solos dentro de sus casas.
En la adolescencia, esta conducta es indicativa de delincuencia; de nuevo son frecuentes las experiencias traumáticas, a menudo asociadas a conflictos familiares. Los adolescentes suelen provocar incendios en pequeños grupos, buscando vengarse de las autoridades escolares y comunitarias.

Ante las conductas perturbadoras de hacer fuego siempre es preciso que intervengan los padres y por lo general también los profesionales de la salud mental. A menudo, una combinación de terapia familiar, terapia individual de construcción de alianzas, técnicas de preparación de los padres e integración en la comunidad es necesaria para lograr un cambio razonable. El niño que reincide y sigue haciendo fuegos es muy difícil de tratar. Muchos pirómanos adultos encendían fuegos cuando eran niños.

Agresividad: La agresividad es un síntoma grave que se asocia a una morbimortalidad importante en la infancia. Los datos señalan que la agresividad suele ser estable a lo largo del tiempo. Es posible que a los niños no «se les pase cuando crezcan» y en casos de conducta agresiva persistente están indicadas las intervenciones precoces.
Las tendencias agresivas son heredables, aunque los factores ambientales pueden desencadenar agresividad en niños predispuestos. Las situaciones de riesgo temporal o persistente que afectan a una familia pueden hacer que aumenten las conductas agresivas de los niños.

Se ha comprobado que la agresividad en la infancia se correlaciona con el desempleo en la familia, los conflictos, la criminalidad y los trastornos psiquiátricos y que también es más frecuente en los hijos de madres solteras o adolescentes. Casi todos los trabajos están de acuerdo en que los niños son más agresivos que las niñas.

Se ha demostrado que el temperamento difícil se relaciona con la aparición posterior de agresividad, aunque hay datos de que estos niños pueden provocar que se les trate de forma punitiva en el entorno familiar, lo que establece un círculo creciente de agresividad.

Los niños expuestos a modelos agresivos en la televisión o los juegos muestran conductas más agresivas que los no expuestos a estos modelos. El enfado de los padres y los castigos agresivos o duros son modelos de conductas perturbadoras que los niños pueden imitar cuando sufren daños físicos o psicológicos.

Los malos tratos por parte de los padres se pueden transmitir a la siguiente generación de varias formas: los niños imitan la agresividad de la que han sido testigos, los malos tratos pueden producir daños cerebrales (que en sí mismos predisponen al niño hacia la violencia) y, como resultado de los malos tratos, lo más habitual es que la rabia se interiorice.

Hurto: Casi todos los niños hurtan alguna cosa en algún momento de su vida. Cuando los preescolares o los niños en edad escolar actúan así más de una o dos veces, esta conducta puede ser una respuesta a una sensación de pérdida interna.

Con frecuencia, estos niños se sienten abandonados y sufren, de hecho, una privación emocional. Su forma de hurtar es impulsiva, pero la gratificación que obtienen no satisface la necesidad subyacente. En los niños y adolescentes, el hurto es a veces una expresión de ira o venganza por frustraciones reales o imaginarias ocasionadas por los padres.
En muchos casos, se convierte en unas conductas perturbadoras que el niño o el adolescente utiliza para manipular e intentar controlar las interacciones con sus padres. Como en el caso de la mentira, se puede aprender a robar de los adultos. Los padres que presumen de defraudar a hacienda o de superar los límites de velocidad están afirmando implícitamente que incumplir la ley es una conducta aceptable.

Tratamiento

Se han aplicado muchos abordajes distintos al tratamiento de conductas perturbadoras en niños y adolescentes con estas series de  agresiones, trastorno disocial y trastorno negativista desafiante. En ocasiones, el tratamiento individual centrado en la construcción de una alianza terapéutica y la resolución de conflictos resultan útiles para establecer la confianza mínima necesaria con que obtener resultados terapéuticos positivos.
trastornos de conducta en preescolares
La terapia individual no siempre es eficaz para mejorar los problemas conductuales. La terapia de grupo se ha mostrado prometedora en el tratamiento de adolescentes con problemas de conducta y la terapia de afrontamiento de la cólera ha demostrado algunos resultados positivos en los niños más jóvenes.

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