¿Frustrado/a?
¿No entiendes por qué un niño/a de su edad se comporta de una manera tan “tiránica” con sus compañeros…
Con sus profesores…
¿Contigo?
¿Eres docente y no encuentras la manera de gestionar conductas disruptivas en niños de preescolar?
¿Sientes que todo lo que aprendiste en la universidad no te preparó adecuadamente para la realidad del día a día?
¿Estás empezando a renegar de tu trabajo por el estrés que te provocan los problemas de conducta de algunos de tus alumnos?
En cualquiera de los casos, te invito a que sigas leyendo.
En este artículo comparto algunos consejos que te ayudarán a gestionar y a corregir conductas disruptivas de tus preescolares, tanto en casa como en el aula.
¿Qué entendemos por malas conductas?
Personalmente, yo prefiero no utilizar el adjetivo “mala” para referirme a una conducta que se sale de lo habitual.
Sí, es cierto que es una conducta que se suele manifestar en más rabietas de las que habitualmente tendría un niño/a de su edad…
O en rabietas más intensas…
O en lo que se conoce con el Síndrome del Emperador…
Amenazas, gritos, órdenes, exigencias…
Es cierto que es una conducta extremadamente difícil de vivir y gestionar.
Son conductas agotadoras.
Estresantes.
Y muy preocupantes.
Son conductas que afectan la vida familiar.
Que ponen una presión muy importante en el resto de la familia.
O en el conjunto de la clase.
Que crean relaciones negativas entre familiares y/o compañeros.
Pero esas conductas suelen tener una raíz.
Una explicación.
Si las categorizamos como “malas”, no les estamos haciendo ningún favor.
Las estamos etiquetando con una negatividad que no favorece la resolución.
¿Qué hay detrás de un mal comportamiento?
El psicoterapeuta Alfred Adler afirmaba que los seres humanos compartimos un propósito común.
La conexión.
Queremos pertenecer.
Queremos sentir que formamos parte de un grupo.
Que importamos a ese grupo.
El niño manifiesta esa necesidad queriendo conectar con el adulto en su vida.
Con los adultos en su vida.
No es algo voluntario.
Es evolutivo.
La necesidad imperativa de conectar con sus padres y sus profesores está predeterminada en su cerebro.
¿Qué sucede con el niño que presenta comportamientos disruptivos?
Ese niño ha llegado a la conclusión de que la única manera que tiene de conectar con los adultos en su vida es actuando de manera disruptiva.
¿Por qué?
¿Qué sucede a su alrededor que le lleva a esa conclusión?
Pueden suceder toda una serie de cosas que le hagan pensar que el comportamiento disruptivo es la única manera que tiene de conectar con el adulto en su vida.
Seguro que reconoces algunas.
Por ejemplo, imagina el niño preescolar que exige tu atención constante.
Mira esto…
Mira lo otro…
Señorita fíjate en mí…
¡Yo, yo, yo…!
¡Quiero esto…!
¿Cuál es la reacción habitual del adulto?
¿Pero qué pesado/a es este niño/a!
El adulto se siente irritado.
En ocasiones, duda de si mismo…
¿Qué he hecho mal para que se comporte así?
A continuación, negocia el silencio.
Le intenta persuadir para que deje de comportarse de esa manera.
O le grita…
O le amenaza…
Ante cualquiera de estas opciones, el niño se detiene.
Sí, pero solo momentáneamente.
No ha conseguido su objetivo.
No ha conectado.
Y… ¿no le quieren?
No está seguro.
Tiene que volver a intentarlo.
Necesita recibir confirmación de que importa a los mayores.
Necesita participar.
Ser involucrado.
Ser escuchado.
Y vuelve a las andadas de nuevo.
Esta vez intensifica su comportamiento.
Grita.
Intenta provocar las reacciones que quiere con un comportamiento aun más disruptivo.
Se muestra desafiante.
Se niega a cooperar.
¿Qué hacemos?
Cómo tratar a un niño con malas conductas en preescolar
¿Qué hacemos ante un niño que se porta mal?
¿Cómo reaccionamos a este tipo de problemas de conductas?
¿Qué hacemos ante ataques de ira infantiles de las magnitudes discutidas?
¿Cómo gestionamos conductas disruptivas para evitar que escalen a más?
Nos comunicamos de manera No Violenta.
Y para ello, nos inspiramos en el concepto desarrollad por el mediador, psicólogo y educador estadounidense Marshall Rosenberg.
En la Comunicación No Violenta.
¿En qué consiste?
Entre otras cosas, Rosenberg nos insta a separar observación y evaluación.
A observar detenidamente lo que vemos, oímos o tocamos sin mezclarlo con la evaluación de lo que está sucediendo.
“Si mezclamos la evaluación con la observación reduciremos la probabilidad de que la otra persona entienda lo que pretendemos transmitirle. En lugar de ello, recogerá la crítica y opondrá resistencia a lo que estamos diciendo.”
La CNV nos ayudar a decir “no” y a aceptar el “no” del niño que presenta comportamientos disruptivos.
Si le hablamos a ese niño que lucha desesperadamente por ser incluido desde la crítica o el enfado, estamos comunicándonos de manera violenta.
No estamos siendo capaces de segregar evaluación y observación.
Por el contrario, si somos capaces de ignorar la conducta…
Si somos capaces de no emitir juicios morales sobre la persona del niño…
Si somos capaces de centrarnos solo en sus emociones…
De involucrarle en la conversación sin juzgar su actitud…
De redireccionarle involucrándole en una tarea útil…
Verás cómo el comportamiento disruptivo de tu preescolar empieza a modificarse.
Consejos para guiar a un niño que se portal mal
No entres en luchas de poder
Es normal.
Tú también eres humano.
Y cuando los seres humanos nos enfrentamos a algo que nos desconcierta, reaccionamos defendiéndonos.
Luchando.
En ocasiones cedemos porque queremos evitar el estrés y la ansiedad que nos provoca el conflicto.
Pero piensa que, ante la conducta disruptiva de un preescolar, tienes otras alternativas.
Las psicólogas estadounidenses Adele Faber y Elaine Mazlish en su libro “Cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen” nos explican que no debemos visualizar al preescolar que persiste en comportarse de manera disruptiva como un enemigo.
El pequeño no es un enemigo al que tenemos que derrotar a toda costa.
Es un ser humano que está empleando una estrategia para llamar nuestra atención.
Para participar en nuestras vidas.
Así que acompáñale en ese momento.
No le des la espalda.
No le grites.
Tranquilízate.
No pierdas los estribos.
Esto no es una lucha por el poder de un reino.
Esto es la vida de un pequeño que está intentando ser parte de la tuya a toda costa.
Reconoce y valida sentimientos.
¿Te sientes mejor?
Llega el momento de reconocer sentimientos.
Los tuyos y los suyos.
¿Te sientes frustrado/a?
Reconócelo.
¿Te sientes estresado/a?
Admítelo.
Pero no actúes.
No le castigues ni emplees represalias.
Intenta reconocer sus sentimientos.
¿Qué ha provocado esta situación?
¿Cómo habéis llegado hasta aquí?
¿Cómo se siente?
Pregúntaselo.
Respeta esa reacción.
Intenta empatizar con ella.
Díselo.
“Entiendo cómo te sientes. Quieres salir al patio, pero está lloviendo. Entiendo que estás cansado de estar dentro de la clase/casa durante tanto tiempo! ¡Te debes sentir tan enojado! ¡Con lo bien que se está jugando en el patio!”
Cuando reconoces los sentimientos de un niño, le prestas un gran servicio.
Le pones en contacto con su realidad interior.
Pero es importante también que reconozca tus sentimientos:
“Tus gritos me ponen nerviosa y no puedo pensar con claridad”.
Comparte tus sentimientos.
Y negocia una solución.
Una resolución acordada entre los dos, que os haga felices a ambos.
Séllala con un abrazo.
Con un beso, si es tu hijo/a.
Demuéstrale tu amor.
Dile lo mucho que le quieres y lo mucho que le querrás siempre.
Pase lo que pase.
Sí, Júlia, todo lo que cuentas me parece genial, ¡pero la práctica es otra cosa…!
Ya.
Te entiendo.
Te resulta difícil controlar tus emociones y reacciones ante este tipo de actitudes.
No sabes cómo gestionar tu lenguaje ante este tipo de situaciones.
No sabes cómo comportarte.
Si es así, estoy segura de que nuestra Certificación de Facilitadores puede ayudarte.
Basada en el trabajo de las expertas en comunicación entre adultos y niños, Adele Faber y Elaine Mazlish, esta certificación está diseñada para Educadores, Psicólogos, Coachs y todas aquellas personas que trabajen con familias y niños y adolescentes.
De tres días de duración y formato presencial en Barcelona o Madrid, la certificación te ayudará a descubrir un nuevo paradigma para entender las relaciones y la interacción entre adultos, niños y adolescentes y gestionar sus respuestas emocionales, incluidos sus miedos, y comunicarte de manera empática, respetuosa, afectiva y efectiva.
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¡Hasta pronto!