Antes de hablar de cómo aplicar la disciplina positiva en educación infantil, me gustaría hablar de dónde viene el propio concepto y quiénes fueron las primeras personas que lo difundieron. Vamos, un poquito de los orígenes de la disciplina positiva.
¿De dónde viene el concepto de Disciplina Positiva?
La disciplina positiva es un estilo educativo que surgió en los años veinte. Su precursor fue Alfred Adler (1870-1937), un psicólogo estudioso de la conducta humana y discípulo de Freud. Adler desarrolló una psicología individual para mejorar las relaciones interpersonales. Su máximo objetivo era promover el cariño, el respeto y la comunicación entre familias y niños sin renunciar a utilizar en los momentos necesarios la firmeza.Tiempo después, Rudolf Dreikurs (1897-1972), psiquiatra, educador austriaco, autor de diferentes libros educativos y alumno de Adler llevó el concepto de disciplina positiva a Estados Unidos. En los años ochenta fueron Jane Nelsen y Lynn Lott, ambas autoras de exitosas libros de disciplina positiva las que desarrollaron el concepto fundaron La asociación de Disciplina Positiva.
Así pues, podemos decir que la disciplina positiva es un estilo educativo que se basa en el respeto, en el cariño y la comprensión mutua entre niños y educadores. Educar desde el respeto, el cariño y la comprensión no quiere decir que en el aula no haya ciertas normas y límites básicas para el día a día. Significa que los educadores pueden aplicar la empatía y la comunicación para abordar conductas inadecuadas y reconducirlas de manera positiva.
Eliminar los castigos para llegar a la disciplina positiva
Como os podéis imaginar, en la disciplina positiva no hay hueco para los castigos, para los gritos ni para las amenazas. Con este estilo educativo se pretende dejar de lado el rol de los educadores con excesiva autoridad, rígidos e inflexibles para dar paso a uno comprensivo, positivo y respetuoso. De esta manera, se ayudaría y guiaría a los niños en su proceso de aprendizaje y en el día a día dentro de la escuela.Desgraciadamente, todavía hay escuelas infantiles en las que se utiliza las amenazas, los gritos, los empujones y las humillaciones para conseguir el comportamiento deseado. Parece ser que los educadores que trabajan en este tipo de centros no conocen las consecuencias de los castigos. A continuación, os argumento por qué los castigos deberían evitarse dentro del aula (y en casa también):
Los castigos, las malas palabras y los gritos ni siquiera es una solución a corto plazo. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que los niños no repiten más la conducta negativa por miedo y presión del educador. En realidad, no han aprendido de manera significativa que lo que han hecho está mal.
Estamos hablando de que los castigos y las humillaciones contribuyen a las faltas de respeto hacia el niño y le hacen sentir mal. Hay personas que no entienden que para que un niño tenga una conducta adecuada o no repita una negativa no hace falta castigos ni amenazas. Hay que tener en cuenta que los peques se están adaptando a la sociedad y necesitan tiempo para aprender y asimilar todo lo que ocurre a su alrededor.
Uno de los objetivos más importantes de la educación debería ser ayudar a los futuros jóvenes y adultos a pensar de forma crítica y reflexiva. Los castigos fomentan una actitud sumisa en los niños. Hacen que no puedan opinar y que tengan que acatar siempre las órdenes de un adulto.
Por otra parte, es obvio que los castigos, las amenazas y los gritos dañan muchísimo la relación afectiva y comunicativa entre los niños y los adultos generando un miedo y una presión innecesaria.
¿Qué alternativas da la disciplina positiva a los castigos?
¡Aquí van algunas alternativas básica que da la disciplina positiva en vez de los castigos!Consecuencias naturales a una conducta: ¿qué significa consecuencias naturales? Por ejemplo: si un niño está tratando mal a un juguete, se dará cuenta de que se puede romper y ya no podrá jugar con él más veces. En esta alternativa, el adulto no interviene.
Consecuencias lógicas: dentro de las consecuencias lógicas es necesario la intervención de un adulto. El educador hablará con respeto y calma en todo momento. Por ejemplo: si un niño ha roto un juguete, el educador le explicará los motivos por los cuales no está bien romper los juguetes.
Reflexión y participación de los demás niños: se puede aprovechar el momento de una conducta no deseada para hacer reflexionar y participar a los demás niños. Entre todos darán un montón de motivos de por qué no se deben tratar mal los juguetes y serán más conscientes y comprometidos.
Consejos para aplicar la disciplina positiva (de 3-6 años)
Confianza y autonomía: como educadores infantiles tenéis que dar oportunidades a los niños para que actúen y hagan cosas por sí mismos sin ayuda. De esta manera, ellos se sentirán capaces, motivados e ilusionados de haber hecho algo sin la ayuda de los adultos.
Los errores como aprendizaje: hay quién no lo ve así, pero equivocarse y cometer errores es una herramienta muy útil para que los niños aprendan y lo sigan intentando sin rendirse. El objetivo es dejar de lado el tópico de que cometer errores y equivocarse es un fracaso y es algo horrible.
Comprensión, empatía e inteligencia emocional: a mi parecer, uno de los aspectos más importante de la disciplina positiva es la empatía de los educadores hacia el niño. Es fundamental que os pongáis en el lugar de él, que entendáis por qué ha actuado de esa forma y que validéis siempre sus sentimientos.
Explicaciones razonables a las acciones: los ¡porque lo digo yo!, ¡lo haces así porque soy el adulto se alejan completamente de la esencia de la disciplina positiva. Cuando un niño tiene una conducta no deseada y no se consigue una consecuencia natural, hay que explicarle siempre el por qué no debe repetir más veces ese tipo de conducta.
Buena actitud y ejemplo positivo: muchos niños os han cogido muchísimo cariño y os admiran. Puede que para ellos seáis su modelo a seguir y de conducta. Por eso, vuestro comportamiento dentro del aula siempre tiene que ser positivo, tolerante y comprensivo. De esta manera, los peques intentarán actuar de la misma forma que vosotros.
La importancia de la escucha activa: quizás no os imaginéis la importancia que tiene escuchar de manera auténtico a los niños. Hay que tener claro que cualquier expresión de los niños merece ser escuchada de manera activa y con la mayor atención. Tenéis que hacerles saber que son importantes para vosotros.
Elogiar las buenas acciones y el esfuerzo: destacar lo positivo y las buenas acciones que hacen los niños es fundamental. Es una manera de reconocer su esfuerzo, sus valores y el comportamiento positivo. A los peques siempre les hace sentir bien escuchar palabras positivas de los educadores y maestros.