La disciplina positiva es una metodología basada en el psiquiatra infantil Adler que junto con Dreikurs idearon unos principios para educar. Este modelo educativo intenta entender cómo se comportan los niños y de qué forma tenemos que responder ante diferentes actitudes para guiarles en su aprendizaje de forma positiva y afectiva.
Está basada en la comunicación, el entendimiento, la empatía y el amor. La disciplina positiva ofrece herramientas a los padres para entender el comportamiento de sus hijos y reducirlo cuándo no es adecuado desde el respeto y evitando los enfrentamientos. Se trata de elaborar una relación padre-hijo de colaboración y respeto mutuo con el fin de facilitar las competencias básicas de la vida a nuestros hijos.
Jane Nelsen y la disciplina positiva
Jane Nelsen fue quién desarrolló y esquematizó los principios y criterios de la educación positiva. Elaboró 5 criterios para llevar a cabo una disciplina positiva y conseguir educar con firmeza y asertividad, sin desvincularnos de la relación afectiva entre un padre y un hijo.
Los 5 criterios de Jane Nelsen
Firme y amable: ambas al mismo tiempo y basada en el respeto
Sentimiento de conexión y pertenencia
Efectiva a largo plazo: quizá no notemos cambios de un día para otro, pero a largo plazo este método de aprendizaje es mucho más profundo que los castigos, por lo que será más permanente.
Enseñanza de habilidades vitales y sociales: el respeto, la cooperación, la autodisciplina, la empatía…
Uso del poder de forma constructiva: enseña a los niños como ellos mismo son capaces de influir en su vida y de hacerlo de forma constructiva.
Los niños aprenden por dos vías básicas (entre otras):
Por imitación Por ensayo y error
Los padres somos el modelo a seguir, aunque también pueden serlo los profesores, familiares y otros personas. Imitan nuestras actitudes, nuestros comportamientos. Es por ello que si queremos que ellos no tengan determinado comportamiento, nosotros tampoco. Los niños están constantemente equivocándose y eso les sirve a cómo no hacerlo la próxima vez. Equivocarse es aprender, por lo que ante un error debemos quitar el sentimiento de culpa o vergüenza y tomarlo como algo positivo para saber qué no debemos hacer en el futuro.
Los niños están constantemente equivocándose y eso les sirve a cómo no hacerlo la próxima vez. Equivocarse es aprender, por lo que ante un error debemos quitar el sentimiento de culpa o vergüenza y tomarlo como algo positivo para saber qué no debemos hacer en el futuro.
Ahora que sabemos los principios básicos de la disciplina positiva y la forma en que los niños aprenden, vamos a llevar a cabo esta metodología de educación. Para ello os vamos a facilitar una serie de herramientas que podéis poner en práctica día tras días en la educación de los hijos.
Herramientas para llevar a cabo una educación positiva
Motivar y alabar: cuándo aprende de algo que ha hecho mal o tiene un buen comportamiento.
Preguntar
Realizar reuniones familiares
Dar las gracias
Actuar más y hablar menos
Valorar los sentimientos
Dejar que los niños se equivoquen: que experimenten las consecuencias de sus decisiones
Usar las 4 erres de los errores: reconocer, responsabilizarse, reconciliarse y resolver.
Estas son algunas de las herramientas sin embargo hay muchísimas más. La base de todo es el autorespeto y la valoración de los unos a los otros. Respetar y valorar las necesidades y opiniones tanto de los padres como de los hijos. Partiendo de la valoración y el aprecio por la otra persona, aunque sea un niño de 3 años, saldrá de nosotros mismos el motivarle cuándo está haciendo algo bien, en preguntarle cuando se ha enfadado o está triste y el dar las gracias. Al fin y al cabo, todas estas herramientas nos sirven para darnos cuenta de lo importante que es el entendimiento. Para el aprendizaje es imprescindible entender y para entender, es más fácil hacerlo con personas que tienen una conexión fuerte.
.