Hoy me levanté pensando mucho más de lo habitual en ti. En un gran campeón que me sacaba las sonrisas con solo mirarnos. Me desperté, pero no abrí los ojos. Me quedé un ratito en la cama con los ojos cerrados y pude sentirte. Puede sentir esa risa tan particular tuya. Ese olor tan TU. Y lo mejor de todo, era poder ver toda claridad momentos juntos a ti. En concreto me ha venido a la cabeza la primera vez que te vi. Tu ahí en tu silla, y yo entrando a tu aula. Los nervios eran mi vestido aquel día, me temblaba todo. Pero en cuento crucé el umbral de la puerta y mis ojos se cruzaron con los tuyos… lo hiciste. Me desnudaste aquel día. Me quitaste el vestido de los nervios y me dejaste totalmente relajada y la sonrisa se instaló en mi cara.
Puedo decir que desde aquel día que está grabado en mi mente a fuego, mi vida no ha sido la misma. Tú y tan solo has hecho posible que deje atrás un camino lleno de negatividad para ser la persona sonriente que dejé de ser hace años. Gracias a tus ojos, a tu sonrisa en la mirada, al amor que desprendías pude entender el significado de la vida.
Es increíble, pero una persona puede transmitir tanto en sus miradas que no nos damos cuenta. Desde que mi mirada se cruzó con la tuya pude ver que lo que de verdad importa en la vida es SONREÍR. Sonreír a pesar de todo, sonreír sin importar nada. Sin importar las circunstancias. La humildad en la vida es muy importante, y hacer mezcla de la humildad con la sonrisa es la mejor combinación. Que suerte ha tenido toda tu familia de poder disfrutar tantos años a tu lado. Aunque por muchos que sean para mi, para ellos siempre serán escasos. Puedo entender a tu madre, puedo entender como debería de sentir ese miedo irracional en su vientre. Como podía sentir cada movimiento tuyo y que toda su ilusión se truncara cuando naciste. Pero también puedo entender el valor y el coraje que sacó de donde no lo había para quererte, amarte y vivir los vientos por ti. Por el valor y el coraje solo una madre lo sabe y tu madre, al igual que la de todos los niños especiales, tienen ración especial. Están hechas de otra pasta.
A ti que tu alma está cerca de todos los que te amamos y queremos tan solo te pido una cosa. Quédate por mucho tiempo a nuestro lado, porque aun habiendo ya pasado un tiempo, te seguimos recordando y necesitando. Echamos mucho en falta esas risotadas, esos golpecitos con el dorso de tu mano… incluso seguimos echando en falta que levantes alguna que otra falda en el supermercado. Te recordamos con una sonrisa en la cara Raúl, no te olvidamos, te queremos. Te amamos.
Nunca te he pedido nada, pero hoy quiero hacer una excepción. Me gustaría que tu como ángel que eres cuides de la persona que dentro de unos meses vendrá. Cuida como un ángel sabe, como amor, aunque tu de esto vas mas que sobrado mi campeón. Quédate a mi lado, te necesito para que salga mi sonrisa pura y sincera en momentos difíciles.
Te quiere, Marta.
Una simple monitora enamorada de tu sonrisa.