A menudo, me subo a la azotea de casa y me quedo sentada en la parte más alta del edificio, sola en silencio, mirando al cielo, al firmamento sin más. Esperando ver un gesto que haga creer que tu estás aún aquí. Lo hago más a menudo de lo que la gente puede creer, por todas y cada una de mis perdidas en la vida siento un vacío, y supongo que una manera de llenar ese hueco que todos dejáis en mi.
Pueden pasar varios minutos, solo segundos o incluso horas hasta que siento que algo me roza y se queda, en tu caso, siento ese roce del torso de tu mano en mi brazo, ese empujoncito que tanto y tanto hecho de menos. Cuando te siento, siento que aun sigues aquí y que cuidas de todos nosotros. Tu has sido siempre el fuerte, el que ha luchado por todos y no nosotros por ti. Tu has tenido el coraje y la valentía de enfrentarte a la vida con una sonrisa llena de vida. Has enseñado al mundo que no hay límites para quien quiere algo. A mi me has enseñado a querer, a amar profundamente, a ver las cosas de un modo diferente y único, a ponerle una lente de felicidad a los ojos y ver cada detalle de la vida como algo increíble y mágico… a valorar cada segundo, cada minuto, cada hora al lado de las personas. A estar menos enfadada y sonreír más, a ser feliz.
Estoy segura de que al igual que a mi me tocaste el alma con tu sonrisa y tu mirada, has tocado el alma de muchas personas durante tus 17 años aquí, han sido pocos años pero me aventuro a decir que has sido el chico más feliz del planeta al sentirte por cada lugar que ibas como el más querido, o como te decía yo “Eres como la cerveza San Miguel!!! Por donde vas triunfas!!…” Te reías a carcajadas y sonreías tanto que me hacías sentir pletórica y que una fuerza increíble para vivir.
Allí donde estés sigue sonriendo, pero con fuerza, para que tu sonrisa siga iluminando el camino de los que nos quedamos aquí. Guíanos en el camino para cuando sea el momento, lleguemos a ti y sigamos la fiesta junto a ti allí donde estas ahora mismo. Tu sabes bien que cuando lleguemos seguiremos bailando, riendo y sobre todo llenando nuestras almas de amor. El mundo necesita más personas como tú y más humildad como la de tus padres, todo un ejemplo a seguir de entereza y fuerza. Cuídalos bien cariño ellos te necesitan más que ningún otro.
Te quiere, Marta.