Sería en la segunda o tercera ecografía, Gini hacía una al mes, más o menos, cuando sobresaltada manifestó: uy, qué bebé tan grande! Extrañada le pregunté mirando la pantalla: ¿estás segura? Si apenas mide unos centímetros! y ella respondió perspicaz: “mira qué pies! y qué manos! es enorme!!”
Mini Thor ya era grande con pocos centímetros de vida.
Poco después, con la siguiente o sucesiva visita, la sorpresa fue aun más mayúscula cuando Gini, buscando el sexo del bebé descubrió atónita que lo que ella pensaba que era una pierna… era la señal inequívoca de que Mini Thor iba a ser un varón de pelo en pecho. Mi marido me confesó en privado, aunque ahora yo lo haga manifiestamente público, que apenas vio nunca NADA en ninguna ecografía (jaja, pobre) y eso que nos las hacía en 3D y 4D!! Y a pesar de no terminarse de creer tanta predicción, se le notaba que estaba contento. Como ya he comentado en alguno de los primeros capítulos, mi tripa era inmensa y mi movilidad reducida. Las patadas de Mini Thor eran de futbolista profesional en la tanda de penaltis, y en el parto también he comentado que se quedó atascado por grande.
Nació maxi, en el percentil 97 de todo lo medible: cabeza, peso y talla. Y como el primer mes creció 6 cm plantándose en 60cm para sorpresa de propios y extraños… ahí empezó otro calvario. El del control médico permanente. Anecdóticamente relataré, al hilo del texto, que apenas una semana después de cumplir el mes de vida fuimos a una graduación de final de estudios, sería para últimos de Mayo. Yo como buena madre pata, mujer previsora y ahorradora había comprado en rebajas antes de nacer la ropa de otoño, y menos mal porque en Mayo lo vestí con la ropa que calculaba ponerle en Octubre!!
Más anécdotas: durante mi larga estancia en el hospital las enfermeras me venían a saludar y felicitar por tener un bebé tan grande y hermoso. Me llamaban la mamá del bebé grande. Ese fue el primer aviso consciente de que mi niño era un Mini Thor. Le preguntaban a mi marido qué pie calzaba, y al responder 48 reían a carcajada limpia y me pronosticaban que mi bebito calzaría un 50.
Sinceramente, aunque me dijeran que era grande, yo solo veía un bebito flaquito, indefenso y chiquirritín. Pues os podéis creer que no había forma de que nadie comprendiera que yo lo veía pequeño?! Pequeño de edad, me decían, y de talla también respondía yo, que no tengo otro para comparar! No obstante, aunque no fuera mío lo hubo y lo sigue habiendo. 10 días antes de nacer Mini Thor nació el hijo de una compañera de grupo. El suyo es literalmente la mitad que el mío y toooodo el mundo se lo recuerda a la sufrida madre. Su bebé está justo en el extremo opuesto de la tabla de los percentiles. Podéis imaginaros la comparativa.
Me la encontré paseando un sábado tranquilamente y me comentó su situación embarazo, trabajo, parto, más trabajo, y ocuparse de su hija mayor siempre con cara de circunstancia. Un estrés tras otro. Incluso su propia familia anda comparando a su niño con el mío. Qué pesados somos los humanos comparando hijos!!! Si el padre fuera el mismo aún tendría sentido la comparación pero es que no tenemos nada que ver!! Salvo por tener niños nacidos el mismo mes y año, no somos familia.
Volviendo al tema del control médico, como con apenas horas de vida ya le habían mirado el cráneo, los sesos y tenía todos los informes que certificaban la buena salud del bebé, la pediatra me mandó al especialista por precaución y para hacerle un seguimiento en el crecimiento. Tampoco me lo dijo directamente, sólo que no me agobiara si al niño lo controlaban durante toda su infancia. TODA SU INFANCIA!?!? Pensé para mi. Yo era consciente que ciertos médicos consideraban que mi hijo era susceptible de ser grande por patología, en otras palabras gigantismo, cuánto nos gusta el morbo y el drama!! PERO en lo más profundo de mi corazón sabía que no era así entre otras razones porque mi marido es grande, la familia por parte de MI madre es grande; los genes son caprichosos y quisieron formar un bebé grande.
Aun así me paseé por las clínicas y hospitales, de la mano de mi marido y empujando el carro, a donde me mandaron para hacerle a Mini Thor pruebas por precaución y por descartar posibles patologías. Tanto en la primera como en las sucesivas visitas a los especialistas mi marido y yo urdimos un plan, que se materializó de la forma siguiente: en cuanto nos llamaba la enfermera entraba mi marido con Mini Thor en brazos y a continuación yo detrás. No diré que mi marido sea como el Dios nórdico del trueno (que podría pero como el título lo tiene ya un australiano…) pero sí es grandote y poderoso de forma que Mini Thor en sus brazos se ve de tamaño normal, en proporción al tamaño de su padre, mientras que en los míos se ve inmenso. Es cuestión de percepción.
Lo primero que preguntó la especialista a mi marido nada más entrar por la puerta de la consulta fue: ¡por qué me traes a un niño sano? A partir de ahí, respiré tranquila.
En 8 meses de vida le han mirado la cabeza, las caderas dos veces y la cabeza otra vez. La cabeza por posibles lesiones. Las caderas para verificar que se desarrollan correctamente y van a sujetarlo cuando ande. Y la cabeza de nuevo para certificar su crecimiento normal.
Resumir 8 meses de médicos y pruebas en 2 frases es simplificar mucho, demasiado, porque detrás de cada letra aquí escrita hay lágrimas de dolor por la agonía de los pensamientos torturadores, detrás de cada palabra hay ratos de espera interminables hasta que mandaban la carta con la cita, hasta que llegaba el día de la cita, en la sala de espera rodeada de niños enfermitos hasta que hacían la prueba y vuelta a empezar para obtener la conclusión médica o en su caso diagnóstico profesional. Ecografías, rayos-x, informes… Finalmente, después de este proceso largo, tedioso y eterno, la especialista concluyó: “niños grandes hay y habrá, así que sintiéndolo mucho yo te doy el alta.” Se me abrió el cierlo; ya no tendré que llevarlo a ningún sitio más para que nos agobien entre analíticas y batas blancas. (Aplausos)
A estas alturas de la película ya he asumido y aceptado que tengo un bebé grande, un Mini Thor que con el tiempo y buena alimentación quizá alcance los 2 metros de altura y puede que los 100 kilos de peso. Eso parece que indican las tablas de percentil siendo que con el primer mes de vida el peque superó con creces el percentil 97. Tampoco parece que mi niño tenga intención de continuar en ninguna estadística conocida. Si lo he comentado antes lamento reiterarme, pero siguiendo el orden cronológico del relato, el segundo mes Mini Thor creció otros 4 cm, y con esta progresión de 1cm a la semana y un kg cada 10 días llegamos a los 6 meses y entonces se estancó.
Sí sí, se estancó!! En honor a la verdad diré que ralentizó, en lugar de crecer 1cm a la semana como estaba acostumbrada, lo hacía cada 2 semanas. Así que preocupada por la nueva situación le pregunté a la pediatra de guardia cuando fui por un catarro del peque. Me miró con cara de sorpresa-susto, esa cara que me pone todo el mundo cuando hablo de las particularidades de Mini Thor y a la que empiezo a estar acostumbrada, la especialista puntualizó que la curva del crecimiento se estabilizaba a partir del sexto mes, además de hacer chascarrillos con el tema de si yo pretendía que a los 2 metros llegara mi bebito con 2 años. Evidentemente no, o quizá sí, pero tenéis que comprende que no es sencillo entender el modelo de crecimiento del niño cuando no hay medidas para él. Lo que me lleva al tema de la ropa.
Empezó con pijamas de talla 3 meses nada más nacer, como he relatado en capítulos anteriores, al mes de vida llevaba ropa de 9 meses, ver anécdota de la graduación y así sucesivamente. Los regalos de familiares y amigos o bien se cambiaron por tallas mayores o se guardaron en un cajón. Cada 15 días íbamos al centro comercial a comprar básicos de bebé de tallas mayores. Sinceramente, yo pensaba que la ropa era defectuosa, de modo que variaba de tiendas y marcas en cada compra. Hasta que me di cuenta que no era problema de la ropa. Era el niño que crecía muy rápido. Lo comentaba con otras mamás de bebés en sus carritos y me miraban con cara de lo veo y no lo creo. Vecinas con niños de 2 y 3 años empezaron a prestarme ropa de lo apurada que me veían. Hubo regalos, conjuntos de ropa, prendas divinas que se las puse al niño sólo para hacer la foto ya que a al semana siguiente era imposible volverlo a vestir de nuevo con esas piezas. Y no exagero lo más mínimo. Tengo ropa de bebé puesta una única vez como para montar una tienda.
Hasta que una vecina, la del cojín de lactancia, recordáis?! me dijo: “Sil, tu hijo ya es grande como el mío, la ropa me la vas a tener que prestar tú a mi.” No fue la única… De modo que fui en busca de vecindario con niños mayores. Con 9 meses de vida extra uterina las chaquetas y abrigos de invierno que lleva Mini Thor son talla 5 años. Las camisetas de manga larga talla 4. La ropa interior talla 104cm, la más grande que he podido encontrar porque ya no hay más. Y los pantalones… talla 3 agrandados por la abuela costurera de afición. Calcetines número 24-26. De momento no lo calzo porque no anda y paso de gastar dinero en zapatos inútilmente.
Más problemas con la ropa: con 8 meses Mini Thor se sentó pero no quiere decir que tuviera suficiente fuerza o estabilidad para aguantar gestos bruscos. Las camisetas de cuello ancho o con corchetes laterales son hasta talla 2 años. En navidad ya no le pude poner camisetas de bebé… por lo que cada mañana estiro los cuellos de las camisetas de talla 3 y 4 años para que su tierna cabecita de bebote pase por el orificio sin dolor. Los pantalones dejan de tener culo para pañal con la talla 3 años. De modo que mi madre costurera los va agrandando como puede. A partir de ahora tendrán que ser a medida si los quiero denim o pana. Los de chándal al ser más anchos y elásticos no me dan tantos problemas. A esto hay que añadir que la talla 3 es para niños que andan no para bebé de piernas rolllizas llenas de pliegues que duerme 15 horas al día.
Otra de las situaciones nefastas con la que se encuentra cualquiera que vista a mi hijo en invierno es que la ropa no le encaja. Lleva distintas tallas y ninguna le ajusta. Los bodies le van bien de cuerpo pero largos de mangas al igual que camisetas y chaquetas. Como es un bebé tampoco ayuda a ponerse la ropa así que tengo que introducir la mano por las mini mangas, coger su brazo y estirar. He descubierto que la mejor prenda de abrigo es el chaleco, menos mangas con las que luchar. En el carro lo llevo con saco de invierno y cubre pies. Frío no pasa.
Hemos notado el cambio verano-invierno a mejor. En verano el pasado 2015, menos mal que era verano y llevaba poca ropa debido al calor, las tallas volaban. En otoño la cosa empezó a ralentizar y ahora en invierno ya no tengo que cambiar de talla cada mes sino que la alargo y la estiro hasta 2 meses. Creo que conseguiré llegar a la primavera con lo que tengo. (No ha sido así, desde que escribí el borrador de este post han pasado dos meses y a Mini Thor le estoy poniendo ropa de más talla).
Otro aspecto a destacar es su fuerza. El día 30 de Diciembre me lesionó un dedo. Mi familia estaba convencida de que con semejante peso me partiría la espalda, nadie pensó que la parte del cuerpo que más sufre son mis dedos pues lo cambio, sujeto, alimento, acaricio… Me fracturó el pulgar de la mano izquierda.
Me ahorraré la agonía de relatar que tuve que ir al centro de salud el día de fin de año y de urgencias el día de año nuevo. Me guardaré para mi fuero interno ese sentimiento de incapacidad al pensar que sana no puedo con él como para hacerlo con una mano inutilizada. Las 5 horas que estuve en urgencias porque estaban colapsadas tampoco favorecieron el pensamiento positivo. Estuve todo el mes de Enero fastidiada con la mano averiada, sin embargo, salí adelante SOLA contra todo pronóstico. He aprendido a manejar a mi hijo de otra manera para no lesionarnos ninguno de los dos y a prever sus movimientos antes que todo su poderío terminen con mi dedo pulgar tocando el codo a contra natura.
No anda, todavía, pero aún así ya empieza a curiosear todo lo que está a su alcance. Como lo llevo sentado en su silla de forma que viene conmigo a todas partes, desde el carro ruedas sin bloquear mueve su cuerpecito de Mini Thor como describiendo eses y consigue desplazar el carro a lo largo de la estancia para abrirme los cajones de la cocina. Con las ruedas bloqueadas, agarra las sillas del comedor y las agita a modo de coctelera hasta tumbarlas. Cuando se enfurece por estar contrariado lanza las cosas con una potencia inusitada. De modo que he decidido educar a mi niño en el amor, en el respeto, la tolerancia… evitando golpes, bofetadas o cualquier manifestación de violencia. Ya lo tenía pensado antes (no me malinterpretéis) PERO ahora con más razón!!! porque si con 8 meses ha conseguido lesionarme, el día que me de un guantazo me estampa contra la pared cual cucaracha mugrienta.
Cambiando de tema, respecto a los antojos, no sé exactamente cual es la política que se adopta respecto a estos temas ni si se considera antojo el capricho después del embarazo. De manera que lo que voy a decir no es ciencia. Ni tan siquiera reflexión es un comentario o curiosidad porque NO tuve antojos como vulgarmente se conocen. Lo que tenía era hambre a TODAS horas. Ganas de comer fruta y verdura yo que soy más de pasta. Bebía cerca de 2 litros de leche al día pues prefería la leche al agua que siempre me sabía fatal no importaba la marca o el grifo de donde saliera. Yo que desde los 13 años no había vuelto a tomar un vaso de leche! Tras el parto en el hospital me trajeron leche para desayunar que no quise ni probar sorprendentemente pero sí estoy bebiendo cerca de un litro de batido de soja light.
Hablando de comida, con la lenta introducción de alimentos a Mini Thor, lo primero que le dí a a probar al niño fueron las verduras y magnífico, la fruta no tanto excepto por la mandarina. A pesar de que yo estuve los 5 primeros meses del embarazo sin poder pasar por la pescadería por los dichosos olores, y posteriormente tampoco hacía demasiados méritos…. con lo que me gusta y ha gustado el pescado siempre, el bebé en la tripa no me dejó ni acercarme, sin embargo, a día de hoy el peque se come el pescado encantado. Me sigue apeteciendo más la fruta y la verdura que otra cosa de ahí el comentario de los antojos. ¿Se considera antojo comer platos de verduras durante y después del embarazo sin ser vegetariana por apetencia? La diferencia es que antes engordaba un kilo a la semana (los últimos dos meses para queja de mi sufrida Gini) y ahora como ya hace varios meses que bajé 20 kilos pues me mantengo estable pese a que mi delantera otrora discreta actualmente es una central lechera a pleno rendimiento.
Antes de llegar a las conclusiones finales no quisiera olvidarme de los muertos. Mención especial y sentida para la madre de mi padre, la meva Meme, que a sus 90 años y 24 horas antes de marchar a un destino lejano, supo que había sido bisabuela. Y para mi suegra, ella que se fue muy joven cuando mi marido apenas entraba en la adolescencia. Ella que sacó adelante 5 niños, y con la que me hubiera encantado charlar de toda esta gran aventura para que me aconsejara o para pelearme con ella, total, la línea entre el amor y el odio en la familia se traspasa taaaan fácilmente. Al fin y al cabo, Mini Thor es un calco a mi marido y un clon del padre de mi suegra. No lo digo yo, la aplastante mayoría de familiares y amigos lo corroboran, incluida mi familia sanguínea.
Reflexionando sobre esta condición de madre de un Mini Thor, he de decir que pese a estar físicamente agotada, rendida y machacada, compensa ver cada día los gestos de su carita angelical, cada movimiento de su poderoso cuerpecito de bebé, cada nueva adquisición, acción, sonido. A pesar de que he tardado prácticamente 9 meses en recuperar las ganas de cantar y saltar sin motivo aparente como solía, pese a los fallos de memoria, falta de atención a mi entorno, desatención absoluta a familiares y amigos, a pesar de los cambios físicos, el aumento en las curvas de mi cuerpo, pecho desbocado, (tanto que hablan de la caída del pelo es lo que menos he sufrido, menos mal!), a pesar de los momentos en los que me quedo colgada como un ordenador, a pesar del cambio de dirección del rumbo de mi vida, de las nuevas prioridades y de los martilleos constantes de la cabeza que poco a poco está asumiendo la realidad circundante, he de decir sin miedo a equivocarme, que compensa. Sé que es políticamente correcto y queda de madre guay, pero es cierto, no descubro nada nuevo que no hayan vivido y relatado otras mujeres maternantes una tras otra. Tienes a tu bebé en brazos, la vida, la casa, tu cuerpo, tu economía, todo patas arriba, sin embargo, ahí están esos ojos tiernos que se ponen llorosos si no le das teta y te deshaces de amor.
Compensa además aceptar que tengo un niño grande, por encima de cualquier estadística, compensa hacer frente a los retos de su crecimiento, y aunque jamás hubiera planeado o imaginado que algo así me pudiera suceder, mi pequeño Mini Thor ha traído mucho más que un ramillete de anécdotas sorprendrentes. Felizmente ha llenado de contenido mi concepto de maternidad.
Mini thor con 4 meses
Fin…de momento.
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