Foto: Facebook Carrera de la Mujer
Desde que empezó la carrera intenté empaparme de todas las sensaciones que sentía para luego poder trasmitíroslas. Pero fueron tantas y tan intensas, que no soy capaz. Todos los años me supero un poco más, arañando unos segundos a la última marca conseguida. Y mi motivación es clara: si ellas pudieron, yo también puedo. Y me refiero a todas aquellas mujeres que en un momento de su vida se encontraron con un desagradable obstáculo en su hoja de ruta, aún así siguieron con su plan establecido y pudieron esquivar esa piedra en el camino. ¡Son tantas y todas tan valientes!
Sea por esta causa o por otra, esta carrera es mágica. Trasmite buen rollo, positivismo, compañerismo... Tardé un poco menos de una hora en conseguir llegar a la meta y en esos 56 minutos que estuve corriendo me volví a dar cuenta de lo mucho que necesito a Mi Otro Yo, quien tiró de mi hasta el final; de lo mucho que puedo aunque me cueste salir de mi zona de confort, de lo afortunada que soy por tener todo lo que tengo y de que la vida, sencillamente, es maravillosa. Solo hay que saber apreciar las cosas, por muy pequeñas e insignificantes que sean, que te vas encontrando por el camino.
Y llegamos a la meta. Lo mejor. Y no por terminar ese sufrimiento (maldita cuesta de la calle Ferraz) sino por el subidón de adrenalina. El pasar, un año más, por el arco de meta agarrada de la mano de Mi Otro Yo, con las lágrimas brotando de mis ojos y con la satisfacción de haberlo conseguido, no tiene precio, ¡qué momento!
Y como colofón, ayer me encontré con dos personas que me alegraron más el día. Una fue inesperada: la hermana de unos amigos que se han ido a vivir lejos y su sonrisa al verme me los acercó un poco. Y otra fue buscada. Después de casi 10 años sin vernos, volví a abrazar a una amiga que, pese a vivir en la misma ciudad, no nos hemos encontrado. Es una amiga 2.0. La conocí en un foro, nos vimos un par de veces, y nuestra a amistad se ha ido forjando en este tiempo. Es lo que tiene el siglo XXI. Ayer nos emplazamos en tomarnos un café. No fue fruto de la exaltación de la amistad que esta carrera provoca (como el alcohol). Y si lo fue, ¿qué más da? Lo importante es que esta carrera nos ha vuelto a juntar.
Y con las pilas cargadas y deseando ya que pasen 364 días para volver a correr, empiezo así la semana.
¡¡FELIZ LUNES!!!