No existe nadie que conozca mejor a una persona que sus padres. Saben perfectamente de dónde flojea cada hijo. ¿Mi caso? Soy una niña que se perdía en las papelerías de cada centro comercial. De hecho, irónicamente, los fines de semana trabajo de dependienta en una sección de vuelta al colegio vendiendo artículos como cuadernos, bolígrafos, rotuladores... Sí, me he gastado la mitad del sueldo comprando cosas así. Independientemente de eso, mi madre todos los años me llevaba una semana antes de empezar las clases a comprar los libros, los cuadernos, bolígrafos de miles de colores, borradores, etc. Casi siempre lograba renovar todos mis útiles para que me diera más emoción, aunque siempre la mochila era la misma. Intentaba que se me rompiera cada año, pero es que aguantan bastante bien... Así que mis padres decidían en verano darme una especie de paga para que lo ahorrase. Me lo podía gastar en lo que quisiese pero teniendo en cuenta que si ese año quería una nueva cartera, no me iba a dar más. Un encanto de padres, inteligentes como era de esperar.
Respecto al tema de integrar tiempo para hacer los deberes. El mejor consejo que os puedo dar de cara al verano que viene, es no abandonar el hábito de que hacer tareas escolares. Entiendo que las vacaciones sean para descansar, pero luego volver a intentar incorporar el horario de deberes puede ser insufrible. Los cuadernos de repaso, además de ser la excusa perfecta para no abandonar la rutina, son perfectos para que refuercen todo lo aprendido en la escuela. Y no os voy a mentir, es difícil, porque para ellos como para mí, terminar las clases era no hacer nada, pero con ingenio y con un poco de refuerzo positivo en la tarea, seguro que se hace más llevadero. Al menos ese era mi caso. Al principio mi recompensa era poder salir con mis amigos, tener tiempo libre y acabé aprendiendo que si lo hacía en tres días tenía el verano libre. Luego mis padres decidieron introducir el refuerzo negativo si lo hacía antes, como no bañarme en la piscina. Lo que he comentado, depende del niño, pero vosotros como padres sabéis cómo es vuestro hijo.
Por supuesto, otro tema que quería introducir es "no meterles miedo" con la vuelta a clase. Recuerdo mi segundo de bachillerato con mensajes negativos de: "este curso es muy difícil y tienes que esforzarte al máximo", "vas a tener muy poco tiempo libre, valóralo ahora" o cosas similares. El miedo que le cogí ese año a las clases era increíble. No quería empezar. Me compraron hasta un ordenador, pero que me empeñaba en no ir y no. Quería estudiar desde casa, a mí me daba miedo. Siempre es verdad que jugaron con el factor de ver a mis amigos, los profesores y eso motiva. Mi padre "que me conoce bastante bien" supo como guiarme: ese año tenía a mi mejor amigo ventana con ventana y me lo recordaba todos los días durante los primeros meses.
Y llegando al primer día de clase, obviamente os voy a decir lo típico que todo el mundo dice: preparar todo la noche anterior el primer día de clase. Pero si hay algo que veo necesario, si es posible porque algunos padres no pueden, es llevarles el primer día a clase. Es lo mejor, se sienten más seguros. Mis padres por ejemplo, muchas veces no podían pero tenían un ritual que a mi hermano y a mí nos encantaba: hacernos una fotografía de nuestro outfit, (lo sé, suena muy moderno), del primer día. Estábamos deseando salir por la puerta para posar. Y la verdad es que nos despertábamos más contentos. Al día siguiente, no hacía falta cosas así, la magia de querer ver a los amigos ya era motivación suficiente.
Lo importante al final es conocer a nuestros hijos. En mi caso tengo algo claro, la rutina de la fotografía va a seguir en mi familia porque ver las fotografías después de años es gracioso. Se nota la cara de sueño pero también la ilusión de volver a empezar.
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