Es la época de los regalos…
Del compartir buenos momentos…
Del cantar villancicos juntos…
Del “empacharse” de turrones y otros manjares festivos riendo y disfrutando…
Pero, la realidad de las Navidades para muchas familias no siempre es de color de rosa.
La Navidad impone gastos considerables que no son fáciles de asimilar: los regalos, las comilonas, las fiestas, y las salidas a pesar de ser una fuente de felicidad innegable, generan un nivel de estrés importante.
Estrés que se multiplica con el roce de personalidades y sus variados puntos de vista.
Sí, la Navidad es una época del año para vivir en familia, pero también hay decisiones que tomar.
Comidas que organizar.
Expectativas que cumplir.
Gustos y criterios que acomodar.
Y sabemos que todo eso de por sí no es fácil.
Si tenemos en cuenta que en Navidades todo se vive con mucha más intensidad, las posibilidades de que estallen conflictos de cualquier tipo se multiplican.
¡Incluso el más mínimo detalle puede provocar una hecatombe!
Porque, ¿qué pasa cuando al tío Pedro le molesta que tu hijo se levante de la mesa antes de hora como suele hacer siempre?
¿Te pones de lado del tío Pedro y le prohíbes a tu hijo que abandone la comida familiar?
¿O le dices al tío Pedro que tampoco pasa nada si el chico/a quiere tomarse un respiro?
En cualquier caso, se ha plantado la semilla del conflicto con algo como el comportamiento de un adolescente.
Pero, podría plantarse por cualquier otro motivo.
Espero que este artículo te ayude a navegar las complejidades de estos días y descubras cómo pasar la Navidad en familia sin gritos ni conflictos.
Por qué en navidad se generan conflictos
¿Dónde comemos el día de Navidad?
¿En casa de los suegros?
¿En casa de mis padres?
¿Y por San Esteban?
¿Quién cocina?
¿A quién invitamos?
¿A mi hermano también? ¡Si no se habla con mi padre!
¿A los padres de la novia de mi hermano?
¿Qué regalos compramos para los niños?
¿Comen en la misma mesa que los adultos?
¿Quién se ocupa de los niños más pequeños?
¿Reconoces estas preguntas?
Seguro que os las planteáis cada año.
Y seguro que más de un año han provocado reacciones conflictivas.
Es naturaleza humana.
En todas las familias hay conflictos.
Y a lo largo del año, cuando apenas nos vemos, seguimos con nuestra vida e intentamos ni pensar en ello.
Pero, en Navidad, se intensifican los conflictos más profundos en una familia.
Puede que incluso a nivel de pareja sea difícil llegar a un acuerdo en relación con la organización de una comida navideña.
¡Siempre comemos con tus padres!
¡Tu hermana no contribuye nada!
¿Verdad?
¿Y qué pasa cuando la tensión en casa aumenta?
Que tus hijos la sienten.
Y justo en esos días cuando los más pequeños de la casa tendrían que estar disfrutando de unos momentos bonitos en familia, tienen que aprender a gestionar emociones nuevas que les confunden y causan ansiedad.
Entonces, ¿qué puedes hacer para evitar esos conflictos navideños?
Consejos para no discutir en navidad
Llegado el momento de la organización. recuerda:
Lo ideal es encontrar un término medio que satisfaga a todos los involucrados, incluidos los niños y adolescentes.
Si ambos tratáis de imponer vuestras opiniones o preferencias, será muy difícil llegar a un acuerdo.
Tomaros un tiempo, planificad con tiempo, pensad en lo que opina y siente la otra persona, y cerrad un trato sin discutir.
Navidades, en casa de mis padres.
San Estaban, en casa de los tuyos.
O en casa, todos, pero, todo el mundo contribuyendo algo.
Hay mil maneras de disfrutar las Navidades y no tienen por qué seguir el formato de siempre.
Ni tampoco tienen por qué dejar un agujero negro en tu cuenta bancaria, algo que también puede comportarte mucho estrés antes, durante y después de las Navidades.
Lo último que quieres es verte obligada a organizar grandes celebraciones que puedan provocar ansiedad para ti, para tu familia, y especialmente para tus hijos.
Son tus vacaciones también, y es el momento ideal para pasar ratos memorables con ello/as.
Y cuando os reunáis todos:
Evita hablar de temas polémicos.
Religión, política, fútbol…
Mézclalos con unas cuantas copas de más y estallarán en discusiones familiares.
Garantizado.
Porque la mayoría de las personas defienden sus creencias a capa y espada.
Así que cuanto más se eviten, menores las posibilidades de conflicto navideño.
Antes de lanzarte al ataque, pregúntate: ¿tengo que tener siempre la razón?
Si te empeñas en imponer tu punto de vista, generarás tensión y crearás un conflicto mayor.
Pregúntate qué siente la otra persona.
La empatía es el mejor regalo que le puedes hacer a tus parientes y amigos.
Y tú, mira a tu alrededor y siéntete agradecido.
Agradece las personas que forman tu familia y la oportunidad de reuniros todos.
Valóralos y valora este momento.
Acéptalos, aprécialos y vive el presente de pleno.
Cómo ayudar a tus hijos a gestionar los nervios navideños
¿Y los niños/as?
¿Qué sienten ellos ante este tipo de eventos tan emocionantes, pero a la vez tan sobrecogedores e intimidantes?
La tensión de nuestras compras navideñas, los conflictos que provocan la organización de tantos eventos, nuestra falta de atención hacia ellos…
Todas estas actividades fuera de lo normal pueden provocar nervios y, en algunos casos, ansiedad en los más pequeños/as de la casa.
Y sabemos que, en algunos casos, esa ansiedad se traduce en rabietas y muestras de ira.
¿Qué haces cuando las circunstancias te estresan y tus hijo/as se ofuscan y estallan emocionalmente?
Ante todo, respira.
Sí, respira.
Tienes tiempo para respirar.
Los demás pueden esperar.
Mantener la calma en esta situación es mucho más importante que encontrarle el regalo perfecto a tu suegra.
Porque mantener la calma ante el berrinche de tu hijo te ayudará a a distanciarte de la explosión emocional y evitar que ¡acabes “implosionando” tú mismo/a!
Mantener la calma y respirar te ayudará a entender que la reacción de tu hijo es totalmente natural.
El estrés que todos vivís estas Navidades le está afectando a él/ella también.
El ataque de ira del que estás siendo testigo/a no es un ataque personal dirigido a ti…
Ni es una respuesta anormal que deba preocuparte.
Es, tu hijo reaccionando ante un conjunto de circunstancias que le confunden, le sorprenden, le frustran, le irritan, etc…
Por eso, te recomiendo que, si el niño/a está enojado, no te desesperes.
Simplemente, intenta separar la reacción del niño/a.
La rabieta, de tu hijo/a.
Haim Ginott, influyente psicólogo infantil, y autor de “Entre Padres e Hijos”, afirma que “los niños se sienten frustrados y resentidos cuando ven que sus padres no están interesados en cómo se sienten y en su punto de vista”.
Así que tu siguiente paso, es pausar las compras de regalo online.
Apagar el horno.
Olvidarte de tu lista de invitados, e intentar entender la raíz de esta rabieta.
Pasa un tiempo haciéndole ver que te interesa cómo se siente.
Escucha las emociones y las ideas propias del niño/a.
Muéstrale cómo utilizar el lenguaje para expresar su frustración.
“Entiendo cómo te sientes. Estás irritado/a porque no puedo jugar contigo y tengo que estar cocinando para tantas personas”.
Enséñale cómo reconocer y expresar sus sentimientos.
Permítele que identifique la emoción que está viviendo y sus manifestaciones físicas.
Sí, no me gusta que pases tanto tiempo en la cocina. Quiero que juegues conmigo y tengo ganas de llorar.
Es importante que establezca una relación entre lo que siente y la manifestación física de ese sentimiento.
Porque, tal y como nos explican Adele Faber y Elaine Mazlish en su libro “Cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños” al hacerlo, empezará a comprender mejor su realidad interior.
Y al comprenderla mejor, podrá gestionarla.
Ante todo, asegúrale que todo va a estar bien.
Que todos vais a disfrutar de momentos maravillosos juntos, con personas importantes en vuestras vidas a quien apenas tenéis oportunidades de ver durante el año.
Conforme crece tu hijo/a, puede que las Navidades comporten otro tipo de problema.
Puede que tu adolescente ponga en cuestión vuestras tradiciones familiares.
Que le resulte un tostón tener que pasar tantas horas en la mesa con los mayores.
Que prefiera estar en su dispositivo chateando con sus amigo/as y eso irrita al resto de invitados.
Estoy segura de que, en cualquiera de esos casos, las técnicas de comunicación que comparto en nuestra Certificación de Facilitadores te ayudarán a evitar situaciones potencialmente conflictivas y a “apagar” fuegos emocionales.
Se trata de una certificación presencial en Barcelona o Madrid de tres días de duración, dirigida a Educadores, Psicólogos, Coachs y a todas aquellas personas que trabajen con familias y niños y adolescentes.
Basada en el trabajo de las expertas estadounidenses en comunicación entre adultos y niños, Adele Faber y Elaine Mazlish, la certificación de Facilitadores te ayudará a descubrir un nuevo paradigma para entender las relaciones y la interacción entre adultos, niños y adolescentes y gestionar sus respuestas emocionales para comunicarse de manera empática, respetuosa, afectiva y efectiva.
No solo en Navidades…
Cada día del año.
Reserva tu plaza aquí.
¡Hasta pronto y Muy Felices Fiestas!