No hace mucho tenía una conversación con un conocido que no tiene hijos (y que tiene intención de tenerlos). Habĺábamos de conciliación, de los horarios laborales versus los horarios familiares. Durante la charla
Y no es nada malo. Es diferente.
Pasar a tener esta manera de ver las cosas llega sin darte cuenta, incluido en el paquete de padre; cuando no tienes hijos vives en armonía con tus prioridades y preocupaciones: La carrera laboral, la pareja, qué hacer en el tiempo libre (tiempo qué?), la economía familiar/personal… Cuando te conviertes en padre todo eso sigue existiendo, pero por encima hay una nueva capa ocupada por los pequeños miembros de la familia y que modifican bastante las prioridades (aunque siempre hay excepciones): La carrera laboral es importante, sí, pero también quieres ver y disfrutar de tu hijo. La pareja es importante (muy importante), pero en casa todo gira alrededor del pequeño. El poco tiempo libre que tienes lo dedicas a hacer cosas en familia: espectáculos en familia, excursiones, cumpleaños del colegio... La prioridad económica también se ve alterada: al impacto económico que tienen los hijos hay que incluir el hecho que no todo es ganar más y más dinero, y mucho menos cuando ello implica no poder estar y disfrutar de tu hijo…
Tener un hijo es un factor en la ecuación de la vida que no se puede simular y es inútil intentar hacer ver a alguien que no los tiene lo que le va a implicar emocionalmente un pequeñajo en la toma de sus decisiones. Con el tiempo, si acaba teniendo hijos, muy posiblemente vea las cosas con ojos de padre’.