Escapadas de la casa, rabietas incontrolables, crecimiento acelerado. Enamoramientos y decepciones amorosas… Lloriqueos, risas a carcajadas, portazos, gritos sin justificación. Depresión y euforia. En fin…
No crean que les estoy hablando de una enfermedad psiquiátrica, ni de una película de terror. ¿No les suena conocido?
Exacto, se llama adolescencia. Y de eso quiero que hablemos el día de hoy.
Criar adolescentes y no morir en el intento»
Ser mamá de niñas es un privilegio hermoso.
No quiero decir que para aquellas mamás que tienen hijos varones no sea igual. Pero solamente las que tenemos niñas sabemos lo que es aguantar el genio a una mujer en esta época. (Y en mi caso a tres) Sin contar cuando se alborota el mio.
Mis hijas por ejemplo son tan únicas, cada una de sus etapas de crecimiento las han vivido muy diferente. Y esta etapa en especial, es la que más marca la diferencia.
Por eso quiero contarles, cómo hemos vivido en nuestro hogar esta hermosa época, las duras y las maduras, pero también lo bello y emocionante de crecer al lado de estas señoritas.
Obviamente y como siempre, no faltarán algunos tips que me sirvieron en los momentos en los que ya no sabía para donde salir corriendo.
María, mi segunda hija, ya tiene dieciséis años, está en esa etapa hermosa, donde las hormonas, están en pleno festival.
Mejor dicho, ni ella se entiende, ni cree que la entendemos.
Con ella esta etapa ha sido un poco más tranquila que con Vale, mi hija mayor, con la que me tocó ser un poco más estricta y dura, pero al mismo tiempo paciente, muy paciente. Pues es de entender que las dos estábamos creciendo al mismo tiempo.
Pero nos tocó duro, les cuento que nos tocaba salir corriendo, se le alborotó el mal genio, se irritaba por todo. Si todos la querían.. lloraba. Si nadie la quería …. lloraba, en fin. Realmente fue durísimo con ella. Pobre de mí y sus hermanas y sus abuelos, y sus amigos y del planeta entero, y de ella misma, jaja bueno está bien, exagero. (Te amo mi bebé)
Pero así como llegó, a esa velocidad y con esa intensidad, así mismo se fue.
Ya pasó gracias a Dios
Siempre he pensado que la adolescencia no es una época difícil, no es para que nosotros los padres, estemos llenos de temores porque nos toca aguantar todas sus pataletas. No lo veo así, respeto a quien lo haga pero yo no.
¿Y saben porqué? Porque a mi me lo aguantaron todo y que equivocación. No saben lo que me encantaría devolver el tiempo, buscar a mi yo del pasado y darle las buenas nalgadas que me hicieron falta por «caprichosa».
Y por favor no lo llamen equivocadamente ni maltrato, ni masoquismo. A esto se le llama disciplina. De esto ya les hablé alguna vez. (Clic aquí)
Mi pensar realmente y espero no estar equivocada, es que son épocas que no se deben dejar pasar así nomás. Épocas de cuidado y no descuido, tiempos de acompañamiento y no de soledad y abandono. Momentos de estar ahí, y no ser mamá presente pero ausente al mismo tiempo.
Vivimos una época muy cruel con la juventud. La moda es que a los jóvenes se les debe hablar, y hablar y hablar y hablar, y nos quedamos en hablar, pero no pasa nada. Los niños crecen más traumatizados, más débiles con esto del bullying, las citas a los psicólogos (terapia) se disparan cada día más, para chicos en estas etapa de crecimiento. Y ni hablar del suicidio en los jóvenes.
¿Qué me sirvió a mi?
Estas son algunas de las cositas que me di cuenta que son demasiado importantes en la crianza de mis hijas. Y de no ser por eso, y la presencia de Dios en nuestras vidas, mi hogar sería una casa de locos.
Amor y paciencia
Puede sonar a disco rayado, a frase de cajón, a lo mismo de siempre.
Pero de qué es importante, es muy importante. No hay nada mejor que el abrazo de una amorosa madre, en esos momentos de gran confusión de nuestros hijos.
No los abandones
Estar todo el tiempo en casa no es precisamente sinónimo de compañía, la presencia física no sirve de nada sino estás metida de lleno en los asuntos de tus hijos.
– Demuéstrales que estás ahí para ellos siempre.
– Pregúntales cómo les fue en su día.
– Come con ellos en la mesa del comedor.
– Conoce a sus amigos.
– Acompañalos a sus eventos, por ejemplo ¿porque no ir a un concierto con ellos?
Qué no falte la disciplina
La corrección es muy importante, deben entender que el NO es también una respuesta.
Amor no es permisividad. Sino al contrario amor es disciplina.
Pon reglas en casa.
– La hora de llegada.
– Los permisos.
– La forma de dirigirse hacia los demás.
– Las notas del colegio.
Todo eso no indica falta de libertad, no te equivoques. Eso significa que los amas, que te preocupas por ellos, y que estás enseñándoles a ser personas responsables y respetuosos para la sociedad.
Habla todo el tiempo con ellos
A veces damos por hecho que vivir con ellos es más que suficiente, pero no existe ningún tipo de comunicación.
Haz una llamada sorpresa o escríbeles mensajes a su whatsapp.
– Sentarnos a hablar en su habitación contándoles nuestro día.
– Invitarlos a un helado mientras caminamos por un parque.
Es totalmente falso
Que a ellos les avergüence andar con nosotros.
Eso es lo único que necesitan. Deja de pensar que la mejor compañía para tus hijos son sus amigos, o «gente de su edad».
La mejor compañía para tu hijo eres tú misma.
Para los amigos también habrá un tiempo.
No saben la cantidad de testimonio que hemos escuchado de jóvenes que no lloran por el par de tenis más caros o el celular de gama alta que no les compraron para navidad. Ellos lloran por el abandono de sus padres.
Por la falta de amor en su hogar.
Te das cuenta como no es nada complicado?
No son los diez mil tips para hacer a tu hijo perfecto.
Ni son reglas irrompibles para evitar tragedias en tu vida.
Esto es lo que debería de haber en todo hogar, con padre, sin él, con un hijo o con dos. Con tios, abuelos, primos, perro o gatos ¡En todo hogar!
Lo que debemos hacer es tan fácil como respirar.
Amalo y vivelo, porque cada edad y cada etapa es irrepetible. Y qué mejor que estar 100 % presente en cada una de ellas.
Hasta la próxima…