Pero el viernes el cuerpo dijo basta y me tumbó. Hasta hoy, junio ha sido un mes intenso con muchas emociones y novedades. Un mes de celebraciones, fin de curso, Princesa en casa, nuevo ritmo de vida... Pero yo he intentado esta a la altura en todas las circunstancias. Hasta el viernes.
Y es curioso porque el mismo jueves por la noche una amiga me animó a pensar más en mi, en ser más egoísta y no superponer a los míos por encima de todo. Y entonces enfermé.
Un día agotador en el que traté de cumplir con mis obligaciones hasta que a las 12 de la mañana no pude más: vómitos, mareos, malestar y agotamiento.
Y en cuanto decidí claudicar y dejar al Santo al mando, todo mejoró. Me pasé el día dormitando en el sofá. Esta noche he dormido 9 horas seguidas y ya estoy como nueva.
La Princesa está en casa de los abuelos y tengo al Santo para atenderme, cuidarme y mimarme. Ya estoy bien. He recargado las pilas y estoy preparada para seguir tirando del carro una temporada más.
¡¡FELIZ SÁBADO!!!