Llega el verano, cada vez tenemos más tiempo libre y esto provoca un aumento de la exposición al sol. Nuestro organismo disfruta de los efectos beneficiosos del astro rey ya que produce en nosotros una acción antidepresiva, ayuda a la formación de la vitamina D y es tremendamente útil en fototerapia, pues ayuda a mejorar dolencias como la psoriaris o el acné.
El problema es que la acción del sol también puede producir trastornos cutáneos que favorecen la aparición del cáncer de piel. Los efectos dañinos se intensifican en los niños, de ahí que se deba prestar especial cuidado a la piel de los más pequeños.
Atención, menores de seis meses
Los niños suelen desarrollar una intensa actividad al aire libre durante las vacaciones estivales, por lo que se les debe proteger correctamente no sólo con fotoprotectores, sino con gorros, gafas e incluso camisetas. Los expertos recomiendan mantener a los bebés y a los niños más pequeños alejados de la luz solar directa.Los bebés menores de 6 meses no se adaptan bien a las variaciones térmicas y tampoco es aconsejable suministrarles cremas que puedan acusarles alergias. Es más recomendable, por lo tanto, protegerles del sol con sombrillas y cubrirlos con prendas de vestir que tengan un tejido suelto.
José Mediavilla, médico pediatra, recomienda evitar la exposición al sol principalmente entre las 10 y las 16 horas incluso durante los días nublados, ya que el riesgo de quemaduras sigue siendo elevado aunque el sol se oculte tras las nubes pues el 90 por ciento del UV las atraviesan. Además, tanto el agua como la arena, la hierba o la nieve reflejan la radiación solar.
Los fotoprotectores, imprescindibles
La exposición debe ser progresiva, especialmente durante los primeros días ya que la piel aún no está acostumbrada. Durante esta primera fase se deben utilizar las cremas fotoprotectoras con los factores más elevados. En el caso de los más pequeños este factor no debe ser nunca inferior a 30 y durante los primeros días incluso se deben utilizar los de “pantalla total”. Hay que destacar que los protectores de amplio espectro crean una barrera contra las radiaciones ultravioletas a y b.El fotoprotector se debe aplicar en casa sobre la piel limpia y seca unos 30 minutos antes de la exposición al sol. Los expertos recomiendan la aplicación de 6 cucharillas de café por el cuerpo de un adulto de talla media pero si la cantidad se reduce también lo hace la protección. Además, se recomienda aplica la crema fotoprotectora cada dos horas, especialmente si el niño ha estado jugando en el agua o sudando incluso si el protector solar es a prueba de agua.
Cuidado con las alergias
A la hora de comprar una crema solar hay que comprobar en primer lugar que el niño no es alérgico a alguno de sus componentes, por lo que se recomienda hacer una prueba en un trocito de piel, preferiblemente de la espalda. Si se produce algún tipo de reacción se debe recurrir a un protector hipoalergénico.Además de la crema para el cuerpo, los protectores solares que contienen óxido de zinc y dióxido de titanio van muy bien para áreas que son especialmente sensibles al sol, como la nariz y los labios.
Protégele además la cabeza y los ojos
La piel no es la única parte del cuerpo humano que puede sufrir durante la exposición al sol. Los niños son especialmente sensibles a las altas temperaturas y a las radiaciones ultravioleta por lo que hay que proteger con sumo cuidado tanto su cabeza como sus ojos.Aunque en ocasiones puede resultar complicado, si el bebé aguanta unas gafas, es recomendable utilizar algún modelo que protejan contra la radiación ultravioleta e infrarroja. La venta de gafas está regulada por una normativa a nivel europeo y hay que tener en cuenta antes de comprar algún modelo que deben estar certificadas para evitar daños en los ojos del niño, así como la calidad del filtro solar de la lente. Esta lente puede ser de cualquier color pero las marrones o grises son las más demandadas debido a que no alteran demasiado la percepción de la realidad.
Las gafas deben cubrir todo el ojo e incluso los laterales
Mediavilla recomienda evitar la exposición al sol principalmente entre las 10 y las 16 horas incluso durante los días nublados, ya que el riesgo de quemaduras sigue siendo elevado aunque el sol se oculte tras las nubes pues el 90 por ciento del UV las atraviesan. Además, tanto el agua como la arena, la hierba o la nieve reflejan la radiación solar.Y es que el sol es muy beneficioso para la salud pero hay que tenerle respecto y crear las barreras necesarias para evitar quemaduras y enfermedades cutáneas. La piel tiene memoria y los daños provocados durante los primeros años de vida de una persona pueden tener graves consecuencias. Las defensas de los niños están muy inmaduras, por lo que no se recuperan de las quemaduras con tanta facilidad como los mayores, es por ello por lo que hay que protegerlos con sumo cuidado.