Está comprobado que los miedos van cambiando con cada etapa de crecimiento, a medida que van madurando psicológicamente, sus miedos van cambiando. Sin embargo, a lo largo de su vida suelen sufrir temores parecidos.
Miedos frecuentes
Miedo a los monstruos: Les intriga pensar que haya algo debajo de la cama, en el clóset o en esos lugares oscuros de la casa. Es un temor alimentado además por caricaturas y películas. Se asustan con facilidad por sombras, sonidos y otros elementos. Ten paciencia. Debes enseñarle que todo estará bien. Para que se calme, abre las gavetas, debajo de la cama revisa delante de tu niño.
Miedo a los truenos y a lluvia: Es normal que los sonidos estruendosos atemoricen a los más pequeños de la casa. Debes explicarle que parte del clima y que pronto pasará la tormenta. Brindale tu compañía.
Miedo a la oscuridad: El pequeño se siente solo, atrapado en esa oscuridad. Se siente indefenso. Para combatir este temor, enseña a tu hijo a encender las luces en casa, y añadir una luz de noche a su habitación. Una lamparita para dar una luz tenue sería ideal. Acompáñalo y dile que todo estará bien. Puedes también leerle un cuento y comprar stickers que se carguen con la luz y al apagar brillen en la oscuridad.
Miedo al agua. Suele suceder que los niños arman un escándalo en su primera vez en la playa o en la piscina. Ármate de paciencia y entra al agua con el niño y hazle ver que todo estará en orden. Pon pequeños retos, para que pueda moverse dentro del agua en una zona no tan honda, y luego a medida que aumenten los encuentros con el agua, afianza sus capacidades.
Miedos emocionales
Miedo a los extraños: Le has dicho tantas veces que no hable con extraños que cuando hay visita en la casa, lo que tienen es un temor grande a interactuar. Te toca informarle todo: «saluda a Juan, él es mi amigo», «ella es la tía Teresita y te quiere mucho». Fomenta actividades con esas personas para que vaya socializando. Todo radica en cultivar sus habilidades sociales para que el miedo se doblegue.
Miedo a las separaciones. Pasa sobre todo en niños de padres separados. Cuando uno de los progenitores deja el hogar, el niño siente que de algún modo también lo abandonaron. Es un proceso complejo que los padres deben ir conversando con sus hijos. Deben hacerle saber en todo momento que no lo dejan, que papá o mamá vive en otra casa pero que aún lo quiere y piensa mucho en él o ella, que pronto lo verás.
Si el dialogo o lo sugerido no funciona, deberá recurrir a la ayuda de un especialista.