El embarazo conlleva cambios en el cuerpo de la mujer y una serie de dolores en el cuello, la espalda, la pelvis, las caderas y los pies. Un buen masaje terapéutico los aliviará y mejorará las funciones de los músculos, los huesos y la circulación de la sangre.
Además, consigue un relax mental que disminuye el estrés de la futura madre y beneficia a su vez al bebé, creando un ambiente uterino más sano y tranquilo.
Ahora bien, un mismo masaje no es válido para todas las embarazadas, sino que se adecua a las necesidades de cada una, por lo que se debe informar al fisioterapeuta sobre las circunstancias personales como ciertos problemas de salud, complicaciones durante el embarazo, etc.
Tras los tres primeros meses y con cuidado
El segundo y tercer trimestre de gestación son los momentos más adecuados para comenzar este tipo de masaje, ya que durante el primer trimestre el cuerpo aún se está ajustando a los nuevos cambios físicos y hormonales. Una vez por semana durante el segundo trimestre es excelente, y dos veces semanales o más durante el tercer trimestre suele ser lo ideal. Conforme vaya avanzando la gestación te apetecerán más.
Para disfrutar de un masaje prenatal, ponte en manos de un especialista porque, aunque suele tener resultados óptimos, ciertas partes del cuerpo no deben tocarse. Las posiciones para aplicarlo son tumbada de lado o boca abajo apoyada en unas almohadillas especiales que permiten descansar el vientre sobre un espacio hueco. Acostarse completamente boca arriba puede crear problemas de circulación a la madre y al bebé. La sesión puede durar desde 15 minutos a una hora.
Además, lo mejor para aplicar el masaje es utilizar aceites, lociones o cremas sin perfume, ya que el olfato de una mujer embarazada es muy agudo y suelen rechazar los olores fuertes. Los más indicados son los de sándalo, ylang-ylang, geranio y mandarina.
Bienestar para la madre y para el bebé
Entre las principales ventajas del masaje prenatal están las sensaciones de bienestar, el alivio de la tensión y fatiga física y mental, y el mayor vínculo afectivo que se establece con el bebé. Además, se estimula la circulación y se contribuye a una buena oxigenación y a un adecuado reparto de nutrientes por todo el organismo de la madre y el del bebé.
Incluso el masaje prenatal ayuda a superar estados afectivos bajos como la depresión y la sensación de miedo o ansiedad. Estos beneficios serán mayores si los masajes son aplicados por la pareja y por ello ya hay muchos cursos para los futuros papás.
Para un parto menos doloroso
Dentro de los masajes prenatales, el perineal contribuye a preparar la piel y el músculo del periné (situado entre la vagina y el recto) para la distensión que sufre en el parto. Así, la embarazada aprende a controlar los músculos y está más preparada para el nacimiento del bebé.
A todo esto se suma que disminuye los desgarros que algunas mujeres presentan en el momento de dar a luz y reduce la necesidad de tener que someterse a una episiotomía. Está indicado de cuatro a seis semanas antes del parto y, tras él, podrás volver a tus actividades sin temor a la incontinencia cuando rías, tosas o estornudes.