Los muy ¡fghz...fghz...! (mosquitos) son unos cobardes. Atacan en la oscuridad de la noche cuando estás placidamente dormido para atacarte. Chuparte la sangre a ti o a tu hijo, el cual hasta ese momento dormía a pierna suelta en su cama.
De pronto escuchas un buaaaaaaaaaaaaah....buaaaaaaaaaaaaahhh , sales corriendo a oscuras con miedo a tropezarte con el cachorrito que suele estar colocado a tu lado de la cama. Con los ojos más cerrados que abiertos, pero en el fondo da todo igual, no has dado la luz así que para lo que ibas a ver casi da lo mismo. La luz de la luna, no la del satélite sino la de la pequeña lámpara que tienes en su habitación te deja entrever que tiene los ojos cerrados pero llora, se queja, se mueve por la cama, la cual parece un campo de batalla de lo revuelta que está.
Te acercas y le haces cariñitos. Le das la chupa/chupete. Lo escupe. No lo quiere. Le das agua. Debe de tener ranas en el estómago con tanta agua. Sigue quejándose. No ves nada raro. Cosa nada extraña porque a las tres de la mañana estás más dormida que despierta. Le vuelves a dar la chupita. Te acurrucas a su lado y lo acaricias.
Bien, parece que se relaja. A ver si se duerme pronto porque notas que tu vejiga se empieza a quejar como si el agua te la hubieses bebido tú.
Vuelve a quejarse. Da vueltas por la cama. Lo vuelves a acurrucar y medio te duermes. Vuelve a quejarse y a ti te empieza a picar la mano.
¡Aha! ¡Hay un mosquito! De pronto lo escuchas, a puesto sus motores en marcha. Intenta volver al ataque. Coges a tu hijo y lo llevas a ta habitación. Es esos momentos prefieres ser una cobarde a luchar por tu fortín. Demasiado cansada para reivindicar por lo que es tuyo y asesinar al mosquito de los hzzzf...dzzhkj .
Llegas a tu habitación. Dejas al pequeñajo en la cama. El cachorrito se ha despertado. Se ven en la oscuridad. Y uno mueve el rabo como un loco y el otro se ríe mientras se acerca a los pies de la cama para verlo mejor.
Huyes al baño mientras despiertas a tu marido que ha estado ausente en la lucha. El pequeñajo y el cachorro cada vez están más animados. Con ganas de jugar.
No...no...no....No son horas de jugar. Coges la almohada, al pequeñajo y haces una segunda huida.Huyes al salón. Le pides asilo político al sofá. Compartes la almohada con tu hijo, quien está más despierto que dormido. Al otro lado de la puerta escuchas una campanilla. El cachorrito viene a rescatar a su amigo humano. Quiere jugar con él. Al tropezarse con la puerta cerrada lloriquea al otro lado. Hasta que se aburre. En casa no se llora por tonterias. No se consigue nada llorando. A no ser que llores por un motivo. Como por la picadura de un pequeño vampiro.
Tu hijo se mueve sin parar. Pero pronto cierra los ojos y tú puedes cerrar los ojos y descansar de la cruenta batalla....