En el artículo pasado quise hablarte sobre la alimentación (aquí está el enlace por si no lo leíste). Sentirte bien físicamente es una parte importante de tu bienestar y ya sabes que cuando tu estás bien tus hijos están bien. Hoy me gustaría hablar de otra parte muy importante para que te sientas bien y con energía: ¡Dormir! ¡El sueño de cualquier padre del mundo!.
Descansar es muy necesario para que nuestro cerebro “funcione bien”. Cuando hemos dormido poco lo notamos, sentimos como pensamos más despacio, nuestros reflejos disminuyen, la sensación de cansancio aumenta, no tenemos el buen humor necesario para afrontar el día a día con los niños, no aguantamos nada y es más fácil que reaccionemos con un grito o nos enfademos ante situaciones “delicadas”. Dormir es como el agua, vital.
Sé que piso terreno movedizo al entrar en este tema. A todos nos gustaría dormir más pero la realidad es que muchos tenemos niños pequeñitos que aún se despiertan por la noche, se levantan temprano y madrugan incluso los domingos No te voy a negar que esto dificulta el dormir 8 horas (o las que necesites), descansar bien o recuperar un poco de sueño los fines de semana….pero hay cositas que puedes hacer para intentar descansar al máximo si este es tu caso.
Acuéstate antes.
Si además de no dormir seguido toda la noche y despertarte temprano te acuestas tarde, estás contribuyendo a tu cansancio. Esto es algo que si depende de ti. Sé que dirás que hay que doblar ropa, planchar, recoger, limpiar, hacer cosas, tener vida de pareja, o estar un rato viendo la tele antes de dormir. Si, pero todo es cuestión de prioridades.
Cuando tu prioridad eres tu comprendes que necesitas dormir, que es parte esencial para tu bienestar e intentas buscar las estrategias necesarias para lograr arañar horas de sueño.
Yo he pasado 4 años sin dormir del tirón. Primero con el mayor, y justo cuando éste empezó a dormir nació el pequeño. Sé que es una tortura. ¡Yo he llorado de sueño un domingo a las 6 de la mañana! Te comprendo muy bien si estás pasando por eso. Cuando ya no podía más por la falta de sueño decidí buscar estrategias para dormir un poquito más y una de ellas era acostarme más temprano. Deje la ropa por doblar y cualquier tipo de tarea para otra hora del día y en cuanto tenía a mis niños acostados yo cenaba y me ponía a descansar. A veces en el sofá un ratito y otras directamente a la cama.
Priorizar mi descanso ante las tareas pendientes fue primordial. Algo que me ayudaba a centrarme en mi necesidad de dormir era pensar que cuando los niños fuesen mayores mi casa volvería a relucir, a tener las paredes intactas, a tener siempre la ropa planchada y ordenada….en cambio, cuando mis hijos sean mayores ya no podré disfrutar de su infancia, jugar con ellos o sentirme activa a su lado….no, la infancia pasará.
Pedir y aceptar ayuda.
Ésta fue otra de las cosas que comencé a aplicar. Es muy importante y requiere de trabajo interior porque a veces no nos permitimos aceptar o pedir ayuda por creencias que tenemos arraigadas. Creemos que pedir ayuda demuestra debilidad, o creemos que tenemos que hacerlo todo nosotros solos, o que es malo pedir ayuda… ¡Cualquier cosa!
Pedir ayuda estaba penalizado cuando éramos niños, porque de niños nuestro modo de pedir ayuda no era el modo en que los adultos querían: nos decían siempre que teníamos que hacerlo nosotros solos, que si llorábamos no nos atendían, que no podíamos pedir ayuda a los compañeros para hacer deberes o exámenes….ésta última situación quizás te da risa pero piénsalo….¡pedir ayuda estaba penalizado cuando debería ser la cosa más natural del mundo! Y como éstas, habían muchas situaciones en las que los niños interpretábamos que mejor nos las apañáramos solos porque nadie iba a venir a ayudarnos.
La ayuda puede venir de muchos modos: Con las tareas de la casa, con que algunas noches los niños se queden con los abuelos, con hacer turnos con la pareja y irte a dormir una noche fuera, o que venga alguien a casa a dormir y que se encargue de atender a los niños cuando se despierten, o que se lleven a los peques de paseo y tu eches una siestecita…. Cualquier cosa que a ti te ayude seguro que notas su beneficio.
Meditar antes de dormir.
Esto es algo que he comenzado a hacer bastante más tarde, cuando mis niños ya dormían del tirón casi todas las noches, pero realmente funciona. Cuando llevamos un ritmo de vida agotador, además de la falta de sueño, nos acostamos y nuestro cuerpo se para pero nuestra mente seguro que sigue en activo. En realidad nuestra mente no descansa ni durmiendo (es su trabajo el organizar y procesar la información del día) pero podemos relajarla antes de dormir para que el tiempo de descanso sea de más calidad.
Tan solo se trata de tumbarse en la cama a la hora de dormir y centrar tu atención en tu respiración. Puedes contar mentalmente las inspiraciones y espiraciones para ayudarte a no perder la atención. Si tu mente se va a pensar en algo, con amabilidad la traes de nuevo a tu cuerpo, a tu respiración. Y sigues así unos 10 minutos….¡si duras!…yo me duermo antes como un tronco.
Meditar nos ayuda a traer nuestra mente al presente. De esta manera es más fácil eliminar ansiedades causadas por el futuro y rencores o tristezas por el recuerdo del pasado. El único momento que existe es hoy, y cuando mantenemos nuestra mente en el presente nuestro bienestar aumenta y el descanso, aunque sea menos, es más efectivo.
¡Te animo a probarlo!
Revisar tu ambiente y todo lo que esté en tus manos para que puedas dormir más y mejor.
Por último, algo muy obvio pero que no quiero pasar por alto. ¿Cómo es el ambiente en el que duermes? ¿Te sientes relajado en tu habitación? ¿Entra demasiada claridad? ¿El colchón, es adecuado o ya está viejo?
Puede parecer una tontería pero si además de dormir poco duermes en un colchón que te deja la espalda hecha un 8, tienes un factor más que no va a contribuir a aprovechar al máximo tu descanso. Sé que aquí ya entramos en tema de dinero de por medio pero quizás puedes pensar qué puedes hacer para poder comprar un colchón nuevo. Quizás tengas que priorizar en qué gastarte el dinero, ahorrar expresamente para comprarlo…no lo sé, pero quizás puedas dejar de gastar en algunas cosas para poder gastar en tu descanso.
Y en cuanto al ambiente, también es importante. Hay veces que no nos sentimos a gusto en algunos sitios y en cambio hay otros lugares en los que nos sentimos relajados y tranquilos, ¿verdad? Eso es por la energía y la vibración que se emite en esos lugares. Esta es una idea Zen en la cual no he profundizado pero he podido experimentar que cuando mi casa esta llena de cosas, acumulo ropa para donar en mis armarios, o tengo muchas cosas por medio, me siento como agobiada, que ya no “quepo en mi casa”. Y cuando digo desorden no me refiero a juguetes o el desorden típico de una casa con niños, me refiero a cosas a las que no encuentro sitio donde guardarlas y se pasan más de un mes en una esquina de mi habitación, en la mesita del salón, en el mueble de la tele….esperando que un día nos entre la inspiración divina y decidamos dónde lo guardamos o si nos deshacemos de eso.
Estas cosas inmovilizadas interfieren en la energía de la materia, en las vibraciones y no dejan que la energía fluya.
Cuando en mi casa empiezo a notar que no estoy a gusto me paro a mirar a mi alrededor y pronto encuentro cosas que no tienen un lugar. Además, también encuentro armarios llenos y exceso de cosas. Cuando eso ocurre hago limpieza porque eso significa que no necesito tantas cosas. Mi casa es pequeña, sí, pero de todos modos hay muchas cosas que acumulo por pena, pero que no utilizo. Así que he tomado por costumbre hacer limpieza de cosas a menudo (ropa incluida) y mover las cosas de sitio de vez en cuando para facilitar que la energía circule.
Como te he dicho, esto forma parte del Zen y no he profundizado, quizás tu puedas aportar más sobre esto que yo (por favor, ¡comparte tu sabiduría en comentarios!) pero lo poquito que sé ya lo he verificado en mi vida y lo estoy aplicando (cuando llegue el momento leeré más sobre esto). Así que mi propuesta es que tengas tu habitación despejada lo máximo posible, que no acumules cosas pendientes de encontrarles un sitio, que revises tus armarios, que cambies los objetos de sitio y que compruebes por ti misma cómo te sientes cuando tu habitación está despejada y cuando está llena de cosas.
Y hasta aquí el artículo de hoy sobre el “el sueño prometido a los padres y madres: Dormir para sentirnos bien y educar mejor. Espero que te resulten útiles estas ideas que he compartido contigo.
¿Lo compartes si deseas? ¡Muchas gracias!
¡Un abrazo!
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