Cada vez son más los niños que sufren de intolerancia a la lactosa. Es un problema más común en adultos pero que puede darse incluso en bebés lactantes, lo que es un verdadero problema. Normalmente, cuando se trata de bebés, suelen ser niños que han nacido prematuramente y no tenían su sistema digestivo suficientemente desarrollado.
Identificar la intolerancia la lactosa
Los síntomas intolerancia a la lactosa son más o menos los mismos para todo el mundo y suelen producirse al poco tiempo de haber tomado lácteos:
Hinchazón abdominal. En algunos casos, cuando la intolerancia es leve, es el único síntoma que se produce. La persona nota que se hincha y que tiene muchos gases. El niño se quejará de que le duele la barriga por las mañanas, tras tomar la leche del desayuno, y volverá a casa quejándose de que en el cole estaba incómodo.
Algunos intolerantes tienen diarreas nada más tomar algo que tiene leche. En otros casos, pueden tardar unas horas en sufrirlas por lo que es posible que las tenga en el colegio. A menudo son diarreas acompañadas de muchos gases.
Estreñimiento. No es lo más habitual, pero hay personas con intolerancia que reaccionan con estreñimiento cuando las dosis de lactosa son bajas. Esto hace que aumente la hinchazón abdominal.
Vómitos. Solo en los casos de intolerancia más aguda se producen vómitos al tomar alimentos que llevan leche o cualquier derivado con lactosa.
¿Qué hacer si tienes las sospechas?
Si sospechas que tu hijo tiene intolerancia a la lactosa acude al médico para que le hagan las pruebas. Pero si tu médico es reacio a hacerlas o va a tardar en llevarlas a cabo puedes hacer algo muy sencillo siempre y cuando no estemos hablando de un bebé. Retira todos los lácteos de su dieta durante al menos quince días. Si el niño se normaliza y al volver a tomar lácteos se vuelve a poner malo, es que evidentemente, tiene un problema de intolerancia.
Si el niño es intolerante, deberás de darle leche sin lactosa y también tendrás que mirar todas las etiquetas de los productos que toma normalmente, ya que muchos tienen leche o lactosa en su composición. La lactosa se usa, por ejemplo, como conservante para algunos embutidos e incluso en patatas fritas. Por eso hay que revisar siempre todas las etiquetas. Por suerte, actualmente es obligatorio que todos los productos que contienen lácteos o lactosa lo indiquen en negrita.