Pero vamos a ver que es la intolerancia a la lactosa en más profundidad y os daremos unas premisas a seguir en el caso de que detectéis el trastorno y os lo confirme vuestro pediatra.
¿Qué implica sufrir intolerancia a la lactosa?
Recientemente han sido llevado a cabo estudios por expertos en la materia, que ha concluido que sobre el 70% de la población a nivel mundial sufre este tipo de intolerancia. Para que os hagáis una idea, estamos hablando de una cantidad de personas que superarían los 60 millones de personas sólo en EEU.Así que si no eres un erudito en la medicina, no te preocupes, aquí te lo explicaremos. Albert Einstein en algún momento afirmó que todos éramos ignorantes, solo que no todos ignoraban las mismas cosas. No tiene por qué ser algo malo desconocer estos temas.
Sin embargo, es necesario tener por lo menos nociones básicas sobre la salud, pues dominar estos conocimientos te ayudará a comprender mejor a tu organismo, o al organismo de tu bebé, cuando algo no se encuentre bien.
A continuación, desglosaremos cada uno de los conceptos relacionados al tema de la intolerancia a la lactosa y te explicaremos de qué forma puedes detectar si tu bebé padece de este trastorno de ingestión.
Empezaremos por definir el término intolerancia. La intolerancia alimentaria es aquella que ocurre cuando un producto alimenticio no se digiere de la forma en que debería. Por tanto, es posible que una cantidad de comida se tolere, pero no en su totalidad.
Es importante establecer las diferencias entre la alergia alimentaria y la intolerancia, pues muchas personas suelen confundirlas porque presentan síntomas similares. En la alergia está implicado el sistema inmunológico, el cual identifica el alérgeno para desencadenar lo que conocemos como “reacción alérgica”.
Por esta razón, al consumir un alimento se podrá notar la reacción inmediata de tu cuerpo ante esa comida, como lo es el caso de la alergia a la proteína de la vaca.
En cuanto a la intolerancia, si consumes una comida a la que eres intolerante también presentarás algunos síntomas, pero de una forma más discreta y lenta.
Una vez precisados ambos términos, hablaremos sobre la lactosa. La lactosa es el azúcar principal de los lácteos y la leche. Puede definirse también como un disacárido que se forma por las moléculas: galactosa y glucosa. La misma está presente en diferentes tipos de leche: materna, de cabra, de vaca y de oveja.
Por su parte, la lactasa es la enzima que ayuda a que nuestro organismo digiera a la lactosa. Segregar poca cantidad de ella ocasiona la intolerancia a la lactosa.
Es importante destacar que la lactosa es una de las sustancias esenciales en el funcionamiento de nuestro sistema, pues es la fuente principal de energía en los primeros años de vida. Aproximadamente aporta un 50% de la energía requerida por un recién nacido.
Ahora bien, entonces ¿qué significa sufrir de intolerancia a la lactosa?
También conocida como deficiencia de lactasa, es básicamente la incapacidad de digerir correctamente la lactosa, debido a la poca cantidad de lactasa segregada por el organismo. Por tanto, cuando se ingiere una cantidad de lactasa mayor a la que el organismo puede digerir, aparecen los sarpullidos, la hinchazón y se originan los cólicos y las flatulencias. Esto puede ocasionar una sensación muy molesta en una persona adulta o un bebé.
Sin embargo, es muy extraño que un bebé haya nacido siendo intolerante a la lactosa. Si este fuera el caso, se debe a la genética y a la posibilidad de que ambos padres heredaron ese gen a su hijo. También puede influir la ascendencia. El 90% de asiáticos y el 75% de hispanos, africanos e indígenas sufre de intolerancia a la lactosa.
¿Qué debo hacer para conocer si un bebé padece de intolerancia a la lactosa y cómo debo actuar en caso de que sufra de este trastorno?
Aunque los niños que padecen de este trastorno no muestran síntomas, sino hasta cumplir los tres años de edad, lo primero que debe hacerse será consultar con un doctor pediatra cuando se tenga esta sospecha. De esta forma, el médico procederá a realizar las pruebas que sean necesarias para tu bebé y lo diagnosticará. En caso de que tu hijo sea intolerante, tu bebé deberá seguir una dieta estricta que no contenga lactosa.También es una posibilidad que la intolerancia haya sido consecuencia de cualquier otro problema que haya presentado tu bebé, como por ejemplo que haya tenido diarrea. A este tipo de intolerancia se le denomina “secundaria”, y en esa situación solo deberás disminuir la cantidad de lactosa o eliminarla por completo de los alimentos que le des a tu bebé, durante unos pocos días.
De igual forma, es posible que tu bebé haya tomado algún medicamento que ocasionó que su organismo produjera una menor cantidad de lactasa, situación que originó en él una intolerancia a la lactosa transitoria.
Sin embargo, la lactosa en la dieta de tu bebé es fundamental y suspenderla puede traer repercusiones. Por ello, en el caso de niños mayores a los seis meses, deberá suplirse el consumo de lácteos por la ingesta de otras fuentes de calcio como: el queso y la leche de soya, hortalizas, brócoli, naranjas, panes y salmón enlatado.
También se pueden incluir en sus comidas diarias otros nutrientes como las vitaminas D, A, la riboflavina, el fósforo y algún suplemento de calcio que contenga vitamina D. De esta forma, tu bebé tendrá una buena nutrición sin la necesidad de consumir lactosa.
Otras personas, por el contrario, optan por seguir dándole a sus bebés alimentos que contengan lactosa, pero para ello estudian primero aquellos productos que son más sencillos de digerir por el organismo y que posiblemente no les traerán consecuencias negativas.
Los alimentos que pueden ser digeridos con mayor facilidad son: los quesos añejados duros, leche y productos sin lactosa, leche de arroz o de soya, leche de cabra, fórmulas de soya recomendadas a niños menores de 2 años, mantequilla de leche y productos que han pasado por un proceso de fermentación como el yogur.
Aun así, debe estarse atento ante cualquier circunstancia. Por esta razón es preferible, antes de ingerir o dar a tu bebé alguno de estos productos, conversarlo con tu médico de confianza; quién además podrá orientarte sobre cuanta cantidad puede consumir tú bebé y así evitar posibles riesgos.
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