Empezaremos con la intolerancia a la lactosa.
En términos simples, dicha intolerancia es un cuadro clínico que se manifiesta con síntomas digestivos producto de la falta o disminución de una enzima, llamada lactasa. La función de dicha enzima es digerir la lactosa, carbohidrato que se encuentra en los productos lácteos.
La lactosa al no ser digerida, pasará al intestino grueso y es allí que es descompuesta por las bacterias del intestino grueso, generando las sustancias de desecho que provocan todos sus síntomas: Dolores, hinchazón abdominal, diarrea, etc.
Generalmente la intolerancia a la lactosa en los bebés suele ser pasajera y es producida la mayoría de las veces por un cuadro vírico de diarrea infecciosa, que secundariamente ha producido una disminución de la lactasa debido al arrastre.
Cuando un bebé la presenta no es necesario suprimir la lactancia materna, pues a pesar de que la leche humana es la que más lactosa contiene, al ser un cuadro pasajero se recomienda continuar. En muchos casos se puede ayudar al bebé extrayendo un poco de leche del inicio de la toma (que es la que contiene más lactosa), para que tome la leche que le sigue. Es importante recalcar que cada caso es particular y que merece un tratamiento que vaya de la mano con las recomendaciones médicas de quien está tratando el problema, y exámenes pertinentes, en este y en todos los casos. Algunos síntomas pueden incluir: dolor, náuseas, vómitos, diarrea, flatulencia.
Por otra parte, existe la Galactosemia, una enfermedad grave hereditaria, en que el bebé nace sin la enzima, y que también es una intolerancia a la lactosa. El cuerpo no puede metabolizar el azúcar galactosa, y hay que suspender todo alimento que contenga lactosa, incluida la leche materna. Estos bebés por lo general toman leche de soja u otras fórmulas deslactosadas especiales.
Si a un bebé con galactosemia se le da leche, los derivados de la galactosa se acumulan en el organismo del bebé. Estas sustancias dañan el hígado, el cerebro, los riñones y los ojos. Ocurre aproximadamente en 1 de cada 60,000 nacimientos entre personas de raza blanca. La tasa es diferente para otros grupos.
Los bebés con galactosemia pueden desarrollar síntomas en los primeros días de vida si consumen leche artificial o leche materna que contengan lactosa, y pueden ser: convulsiones, irritabilidad, letargo, alimentación deficiente, poco aumento de peso, coloración amarillenta de la piel y de la esclerótica (ictericia), vómitos, entre otros.
Bien, en cuanto a la alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV), podemos decir que es una alergia alimentaria, la más común en bebés, se habla de ella cuando un individuo, tras la ingesta de proteínas lácteas manifiesta una respuesta anormal (con síntomas que se pueden englobar dentro de las reacciones adversas a alimentos), y en ese proceso hay un mecanismo inmunológico comprobado.
Tras la exposición al alérgeno el sujeto se sensibiliza y produce anticuerpos específicos para algunas fracciones proteicas de la leche, son las inmunoglobulinas E (IgE) especificas, IgE anticaseina, IgE antibetalactoglobulina.
Los síntomas se manifiestan de forma inmediata o al poco rato después de la exposición a la proteína, muchas veces cuando se introduce leche de fórmula, y aunque no se presente de inmediato, se cree que la introducción de los "biberones piratas" que dan a los bebés en las clínicas apenas nacidos, elevan las posibilidades de una aplv futura en ese bebé.
A través de la leche materna se traspasa esa proteína, por lo que no se debe retirar la lactancia materna, sino que la madre debe hacer una dieta exenta de lácteos y derivados, teniendo especial cuidado en la lectura de etiquetas, pues muchos alimentos contienen trazas de leche. Para esto es importante asesorarse por un alergólogo o gastroenterólogo y no hacer dietas de exclusión sin mediar supervisión médica.
En el caso de alergia a proteínas lácteas de hipersensibilidad inmediata (IgE mediada), la clínica aparece en menos de 60 minutos desde la toma, y la gravedad de los cuadros de alergia a la leche es muy variable dependiendo del grado de sensibilización y de la cantidad ingerida. Además de por ingestión, la leche puede producir síntomas por contacto cutáneo directo o indirecto (besos, roces, vómitos) y también síntomas respiratorios por inhalación.
Por orden de frecuencia, lo más habitual son síntomas cutáneos, seguidos de digestivos o asociación de ambos y finalmente respiratorios y anafilaxia. En ocasiones, los síntomas son leves y poco valorados o no relacionados aparentemente con el alimento.
En el caso de alergia a proteínas lácteas no IgE mediadas, los síntomas tardan más en aparecer y pueden ser crónicos, llegando a afectar el estado nutricional. Destacan los síntomas digestivos aunque puede haber también síntomas cutáneos y respiratorios.
Para terminar aclarar que: las alergias se producen ante las proteínas de los alimentos, y las intolerancias ante los azúcares.
Este artículo contiene extractos de:
http://www.aepnaa.org/alergia/alergia-a-proteina-de-la-leche-de-vaca-71
http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000366.htm
http://www.davila.cl/miprimer/noticias-y-articulos-de-interes/119-intolerancia-a-la-lactosa-en-bebes.html