La transmisión de la escala de valores debe empezar en edades muy tempranas, por lo que es fundamental el papelque podamos ejercer como padres. Si somos educadores de verdad, invitaremos a nuestros hijos a la felici-dad respetando siempre su libertad.
La escala de valores
Cada persona, cada familia, incluso cada grupo social, político o religioso establece su escala de valores .Para unos el honor es más importante que la vida; paraotros el orden lo es más que la estética, o la creatividadartística prevalece sobre la convivencia familiar. Y resulta real y tópico que prevalga la vida sobre la bolsa,cuando sufrimos un atraco.Tener una escala de valores significa que estamosdispuestos a sacrificar un valor que juzgamos inferior paraque otro superior se conserve. Que uno sea preferentea otro es fruto de la educación, del ambiente, de la historia, e incluso de las circunstancias del momento. Múltiples factores influyen en la apreciación o en la depreciación de los valores singulares. Podremos convenir que todo el mundoestaría de acuerdo en que es mejorel bien que el mal (¿quién seatrevería a decirlo contrario?), pero al concretar en qué consiste el bien y en qué consiste el mal vendrá la estimación de cadapersona o de cada grupo.
Es necesario dejar dos ideas muy claras: primera, no podemos imponer a los demás nuestra escala de valo-es; y, segunda, necesitamos promoverlos todos paraque nuestros hijos reciban una educación equilibrada,sin hipertrofias que deformarían su actitud positiva ante la sociedad. A pesar de la conexión interna de los valo-res, alguno de ellos puede polarizarse de tal forma queperturbe la armonía del conjunto. Del mismo modo quesería nocivo para la salud abusar (decimos “abusar”) deun tipo de alimento o de deporte, o de ejercicio, también sería perjudicial potenciar exclusivamente un solovalor en detrimento del conjunto, y muy en especial enlas edades de formaciónde la personalidad.
¿A quién va dirigido? ¿Cómo y cuándo utilizarlo?
El libro Valores para la convivencia quiere ser una La libertad y la iniciativa de cada familia serán el me-ayuda para todos los padres que se encuentran con la jor método para utilizar el material que aquí se ofrece.difícil tarea de educar a sus hijos. El hecho de seguir un orden lógico en la presentación de los valores no supone que en el momento de utilizaeste libro haya que seguirlo del mismo modo. Empezaremos, seguiremos, prescindiremos, nos detendremos en los valores según nos parezcan más o menos importantes. Podemos mezclar, escoger materiales de diversos valores, poner en práctica unas actividades u otras, según la oportunidad y la necesidad.También será útil para todas aquellas personas que,en los ambientes familiar y escolar, son y se sienteneducadoras de individuos de edades comprendidasentre los 6 y los 12 años.Así pues, cuando en el texto hablamos de educado-res nos referimos en primer lugar a los padres, y, por extensión, a todo educador.
Nadie como los padres
Nadie como los padres podemos conocer los productos más adecuados y las dosis necesarias para la formación integral de nuestros hijos. Podemos aseso-rarnos, consultar a expertos en educación, pedir con-sejo a pedagogos y psicólogos, pero seremos nosotrosquienes decidiremos en última instancia los objetivos ylos métodos educativos en casa.Es una responsabilidad enorme, pero es nuestra responsabilidad.Todos los padres hemos tenido ocasión de sentar anuestro hijo sobre las rodillas y contarle un cuento unay otra vez; todos hemos aprovechado el momento privilegiado de acostar a nuestros pequeños para repetirles cien veces la misma fábula y dejar caer unos comentarios discretos, pero esenciales, que irán formando su espíritu. A su lado todos hemos mirado una serie televisiva o una película y hemos hecho una reflexión sencilla con el objetivo de resaltar un determinado valor.
¿Por qué estos 20 valores y no otros?
La razón por la que en este libro hemos selecciona-do unos valores y no otros nos la ha ofrecido un trabajoque durante seis años hemos llevado a cabo entre pro-fesionales de la educación de distintos centros escolares, niveles educativos y ambientes sociales. La priorización que casi ochocientos profesionales han establecido nos ha dado la mejor pauta para escoger losvalores a los que debíamos prestar atención especialen esta obra.Con el tiempo, nos bastará una alusión al cuento ola película que ya conocen, o a una actividad que hayamos realizado para recobrar la fuerza educativa de laque ya se impregnaron en su momento.
Podemos evocar su contenido con una simple frase o una preguntabien dirigida: “A éstos les ha ocurrido como a la cigarra y a la hormiga, ¿no te parece?” En cualquier caso, las actividades aquí propuestas podrán estimular nuestra creatividad y dar lugar aotras parecidas o simplemente inspiradas en ellas. La creatividad... también es un valor importante para los educadores. Debemos admitir que cualquier selección es siempre arriesgada, y más todavía cuando incide en algo tan trascendental como la educación de los pequeños de la familia, que es decir de la sociedad. Escoger es renunciar, y renunciar es siempre comprometido.
¿Dónde empiezan y dónde acaban los valores?
De todas maneras, los valores humanos son de tal guisa que se entrelazan entre ellos y resulta difícil, o talvez imposible, distinguir dónde termina uno y dónde empieza otro. Dicho de otro modo, no es factible dis-cernir si estamos educando en el diálogo o en la paz oen la justicia. ¿Es posible una paz sin diálogo? ¿Podríaexistir la paz al margen de la justicia? ¿La urbanidad noes un aspecto del respeto? ¿La generosidad y la com-pasión no serían imposibles sin la paciencia? ¿La creatividad y la confianza no están en la base de la alegría?¿Es concebible la amistad sin la sinceridad, o una res-ponsabilidad carente de prudencia? Siempre podemos, sin embargo, trabajar unos matices centrados más en un valor que en otro.
La constancia posee unos elementos que después podremos aplicar al resto de valores; y así seremos constantes en la amistad, en la paz o en la tolerancia, o en el valor que queramos. Por suerte para los educadores y paralos educandos, si crecemos en un valor, crecemos enlos demás, puesto que es la persona la que se vuelvemejor. No podemos ser más tolerantes sin ser a la vezmás generosos, más compasivos, más dialogantes.
Agradecimientos: a Ediciones Parramon. Este fragmento pertenece al libro 'Valores para la convivencia'', concretamente, a las paginas 7 8 y 9 del mismo. Foto de portada: Telegraph.com