Ahora con el calor vamos muchos días a la piscina de verano. Ayer nos juntamos 5 niños (4 de los cuales no saben nadar) y dos adultos por la tarde en la piscina municipal. Quizás me pase de prudente pero yo soy de las madres que se pasa todo el día en la orilla viendo lo que hacen y vigilando de que no se metan en la zona que les cubre.
Resulta que ayer mientras estábamos jugando vimos a una amiga de la clase de mi hija pequeña (3 años). La niña estaba nadando, con manguitos, en la parte que cubría de la piscina. Yo miré alrededor esperando encontrar a sus padres o algún adulto pero no vi a nadie.
Ya os digo que yo soy bastante miedica y le dije que nos fuésemos a otra parte que no cubría para que estuviesen juntas. La niña se vino con nosotros y estuvo jugando un buen rato y allí no apareció nadie.
Media hora después: Pasado un rato mi hija estaba en el borde de la piscina porque no se quería meter, y de pronto su amiga vino por detrás y la empujó. Menos mal que le habíamos puesto los manguitos porque la niña no sabe nadar. La sacamos del agua y le dije a su amiga que no se empujaba a nadie porque se podían hacer daño con el bordillo. Las socorristas se acercaron, para ver si la niña estaba bien, porque habían visto lo que había pasado… y allí seguía sin aparecer padre/madre/hermano o tutor de la niña.
Una hora después: la niña seguía con nosotros y ni atisbo de ningún adulto. Yo estaba vigilando a los otros 5 niños (mis 3 sobrinos y mis dos hijos) y a la vez tenía que estar pendiente de ella, porque se había ido a la piscina olímpica (dónde no dejan entrar a los niños pequeños) y tuve que irme corriendo detrás de ella dejando por un momento de vigilar a mis hijos.
La hora de la merienda: llevábamos como una hora y media en la piscina y las llevé al césped a merendar. La amiga se vino con nosotros y estuvo merendando, pero antes nos dijo que iba a avisar a su padre de que estaba ahí. Fue en ese momento cuando pude ver a su padre, sentado en una tumbona, y sin ningunas ganas de levantarse de ahí. La niña estuvo merendando y les dije que no se volviesen a meter en el agua porque era tarde. La niña hizo caso omiso y se metió; yo en este caso me quedé en el césped y le perdí la pista durante un rato.
Ni hola ni adiós: ya era tarde y estábamos en el césped cuando el señor se levantó de su butaca y se acercó a coger la toalla que la niña había dejado al lado nuestro mientras había estado merendando. No dijo nada y se marchó.
No me quiero meter en la educación que ese padre esté dando a su hija (al menos a mi me pareció un maleducado, ni saludar ni dar las gracias porque habíamos estado con su hija toda la tarde mientras el descansaba a la bartola); sino ya que me parece “flipante” que un padre pueda estar sentado durante más de dos horas mientras su hija de 3 años, que no sabe nadar, corretea por toda la piscina y se mete en las zonas que cubren.
Cuando salí de la piscina las socorristas volvieron a interesarse por la niña y les conté la historia. Lo más duro es que no les sorprendió. “Aquí vemos de todo”, me respondieron.
Ya el año pasado leí un post parecido escrito maravillosamente por Saquito de Canela en el que habla de una experiencia similar. Os animo a que también lo leías.
¿Y vosotros?¿Habéis vivido situaciones parecidas?
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