¡Ha terminado el gran día! Mis pequeños han disfrutado a tope y eso que hoy solo le cantamos el cumpleaños en casita, su fiesta la celebraremos el sábado con toda la familia en un parque de bolas (donde me complicaré mucho menos) del pueblo, te lo contaba aquí. Pero no te puedes imaginar como estoy... Una mezcla de emociones que me tienen frita. Creo que cada cumpleaños de nuestros hijos nosotras volvemos al síndrome del posparto... Lloro, rio. Rio y lloro.
Lloro porqué pienso que crecen cada vez más deprisa (ya sé que no, que solo esta en nuestra imaginación) y que aunque en esta segunda etapa como madre me lo estoy tomando todo más light y voy despacito como quien bebe una buena copa de vino, disfrutándolos sorbo a sorbo y guardando en mi mente todos estos momentos entrañables por muy pequeños que sean, tengo siempre la sensación de que me faltan minutos para disfrutar de esos momentos, detalles e instantes que me regalan a diario. Creo que esa sensación la tendremos siempre. Cuando se es madre se despierta en nuestro interior una forma de amar increíblemente desproporcionada que de ninguna otra forma sentiríamos y que de hecho solo nosotras podemos vivir. Pido perdón a los padres que lean esto, pero la realidad es así, hay nueve meses de conexión que vosotros nunca viviréis en los que se crea un lazo inquebrantable, mágico y maravilloso entre nuestros cachorros y nosotras. Pero esta nueva forma de amar descomunal también es dolorosa ¡Y vaya si lo es! "AMA TANTO HASTA QUE DUELA" decían, eso no hay que contárselo a una madre, lo sabe ¡y a la perfección!
Lloro porque si les miro veo que crecen (afortunadamente) y sé que en un abrir y cerrar de ojos volarán y eso sí que duele. Lloro porqué sé que llegará el momento en el que ya no se subirán a mi regazo, ni me pedirán un beso cuando se hacen "pupa" ni me comeran los "modros" ni buscaran pegar su cara a la mía para dormir. Me querrán, pero lo demostrarán de otra manera y eso me acojona viva.
Río porque me hacen feliz, multiplican mis risas, tengo cuatro bracitos siempre peleándose por mí. Rio cuando veo algún avance, alguna nueva palabra y como empiezan a armar frases ¡Son tan graciosos! Rio porqué están llenos de salud y no paran en todo el día. Rio porque hasta el descubrimiento más pequeño denota luz y asombro en sus ojos. Rio porque son alegres, son niños sociables, extrovertidos, bailarines y juguetones. Porque parecen esponjas que lo absorben todo para luego ponerlo en práctica.
Lloro, rio. Rio y lloro porqué soy feliz y hay felicidades que te dan raciones de los dos sentimientos por igual.
Hoy quiero felicitarlos y decirles que ellos llegaron para enseñarme muchas cosas sobre la vida, sobre como multiplicar amor, sobre como estirar el tiempo, sobre como desarrollar paciencia en cantidad extra, sobre como se puede ver la vida desde otra perspectiva. Me enseñaron a ver lo realmente importante.
Me enseñaron que la felicidad muchas veces viene en una casa desordenada, llena de juguetes tirados por el suelo, de trozos de pan y galleta en los lugares más inverosímiles, de trazos de mini artistas en la pared, de colores, de olores a bebé, de peleas entre hermanos, de gritos, muchos gritos. De momentos de locura en los que sientes que no ya no puedes más, que estás al borde de un ataque de nervios y en ese preciso instante en el que estas a punto de pasar esa línea infranqueable te miran y te dan ese abrazo espontaneo que tanto necesitas y te dicen MAMI... SE TE OLVIDA TODO y vuelves a empezar porqué te reafirmas que es lo mejor que tienes en esta vida.
La felicidad no siempre es perfección. Junto a vosotros descubrí que mi felicidad es enorme cuando mi vida es imperfecta.
GRACIAS MIS SOLES, por hacer que me vuelva a replantear la maternidad una y otra vez. GRACIAS por escogerme como madre. GRACIAS por amarme infinito y sin condiciones. GRACIAS por decirme "apa" (guapa) aunque no lo este. GRACIAS, GRACIAS Y MIL GRACIAS PORQUE SOIS VOSOTROS LOS QUE ME DAIS A MI LECCIONES SIN PARAR.
¡FELIZ SEGUNDO CUMPLEAÑOS!
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