Vía pixabay
Como ya os he contado alguna vez, inicié el blog como reto personal para dejar de gritar a mis enanos e intentar ser mejor madre.
Hace unos días os contaba como iban las cosas, si no lo habéis leído aquí os lo dejo y os sigo contando como van. Lo cuento especialmente para las mamis que me hacen preguntas sobre disciplina positiva, que no soy ninguna experta, ojalá lo fuera, solo voy aprendiendo a marchas forzadas. Así que os pongo un ejemplo de un caso concreto.
Estoy muy feliz y emocionada. No podía imaginarme que la relación con ellos iba a cambiar de esta manera. Los quiero igual y ellos me quieren igual que hace unos meses, pero ahora lo sabemos y valoramos todos mucho más. Esto no es que lo diga yo, es una lección que mi hijo me enseñó hace unos días.
En la foto no se aprecia bien y por eso os he hecho la traducción pero es que tiene 5 años. Lo que hay escrito dentro del corazón que me regaló es, "estoy lleno de amor tuyo".
Os cuento lo que pasó:
Una de las cosas que más me pone a prueba como madre en casa, es el tema de las peleas entre hermanos.
Algo que además pasa muy a menudo y me pone muy al límite. Sé que es normal pero qué queréis que os diga que no lo llevo bien. Cuando hay una pelea, resolverlo no es nada fácil. He oído muchas veces eso de déjales que ellos lo solucionen, cosa que hasta cierto punto puede ser, pero cuando uno tiene cogido al otro del pelo y el otro le está mordiendo el brazo en plan caníbal total, o me meto en medio o acabamos en urgencias. No es nada fácil meterse en medio porque más de una vez me he llevado yo la patada de turno por separarles. Pero el problema no es ese, el problema de meterme, es que encima del enfado que ya tienen los 2, aparecen los celos. Por muy bien que lo quiera hacer siempre hay uno de ellos, "el herido de más gravedad" al que cojo en brazos y hago un examen rápido de "lesiones". Ahí es donde vienen mis problemas, "el menos grave" se enfada conmigo por no hacerle caso a él. Que no es que no le haya hecho caso, es que he tardado como 30 segundos más en mirarle a él, pero en ese momento el tiempo no importa. Lo que importa es que he cogido a su hermano primero antes. Esto fue lo que nos pasó el otro día. No penséis que son unos bestias espantosos y niños pegones, que solo se pegan entre ellos, pero cuando lo hacen uff, sacan lo peor de si mismos.
Empezó la cosa porque los dos querían el mismo juguete y al forcejear con él, el más pequeño se dio en la cara con una goma. Debió dolerle porque empezó a llorar mucho y su hermano se asustó porque además no era intención suya hacerle daño, por lo menos en ese momento, que solo habían empezado a tirar del juguete.
Enseguida me di cuenta de lo mal que se sentía pero su hermano lloraba mucho y estaba con él en brazos. En cuanto pude fui a ver a su hermano y ahí empezó la guerra contra mamá. Claro, es que mamá solo es una mamá, no puedo estar en dos sitios a la vez, no no se puede, se intenta pero es imposible, es física pura, no le demos más vueltas. Él también necesitaba mi consuelo, no se había hecho daño físico pero se sentía mal porque había hecho daño a su hermano y por esta vez no era intencionado. El caso es que al intentar consolarle ya estaba también enfadado conmigo y trasladó la pelea que tenía con su hermano a mí. Le dejé su espacio porque "no quería" que me acercara a él, de hecho al acercarme empezó a pegarme, así que decidí que lo mejor era mantener la distancia. Al darse cuenta de mi alejamiento, todavía se enfadó más. Mi intención no era alejarme, mi intención era dejarle su espacio. Poco a poco fue bajando su nivel de enfado y aunque no estaba muy receptivo conseguí que me escuchara. Le dije que no lo iba a castigar, pero no que no lo iba a castigar en ese momento por haberme pegado y haberse portado mal, que no lo iba a castigar nunca más. Le dije que se había equivocado y había hecho mal. Que el "error era suyo" (pero sin hacerle sentir culpable) y que él mismo debía solucionarlo. La clave para que me prestara atención fue decirle que no iba a haber castigo. Fue una especie de shock para él. También para mi, porque no fue algo planeado fue algo que me salió en ese momento. Poco a poco él fue acercándose a mí, medio escondido, medio no, y ya ahí intenté que empatizara con mis sentimientos. ¿Cómo se sentiría él si yo le hubiese pegado y me hubiese puesto como él se había puesto conmigo?. Aunque no contestaba ya había conectado conmigo totalmente y me prestaba atención. Le dije que cuando yo hacía algo mal y me equivocaba tenía que arreglarlo y que eso mismo debía hacer él. Quizás debería haber intentado empatizar yo con él y no al contrario pero al final el desenlace fue bueno.
Su respuesta fue, "vale mamá espera que tengo una sorpresa". Y la sorpresa ya la habéis visto, vino con ese dibujo.
Educar sin castigar
Este cambio tanto en él como en mi ha sido gracias a Nuria y sus consejos, lecturas y charlas sobre disciplina positiva. Lo cuento porque sé que hay muchas madres que ya no saben como manejar algunas situaciones. Situaciones que por otra parte van a seguir existiendo y que hoy mismo volverán a pegarse, a pegarme o a lo que sea pero el desenlace no será un castigo, ni estar enfadados media tarde, ni que el niño se sienta mucho peor y ni que yo como madre me sienta mal. No, las cosas pasarán, pero el desenlace será feliz, el niño aprenderá que es capaz de hacer algo bueno después de haberse portado mal, que no es el fin del mundo lo que ha hecho y que no tiene que irse a un rincón a pensar, y a pensar y a pensar en por qué ha hecho lo que ha hecho.
Últimamente he hablado con alguna que otra mamá a la que le he contado que he cambiado mi forma de educar y de convivir con mis hijos para hacerlo dentro de la disciplina positiva. Lo que siempre digo es que he cambiado porque mi método, el cual consistía en dar premios o castigos según fuera la cosa no me funcionaba y no nos hacía sentir bien. Sin embargo la disciplina positiva les hace sentir bien a ellos y a mi.
¿Que si es difícil?, pues sí, mucho. Y los cambios no son de un día para otro. Yo estoy en pañales todavía y me voy guiando de la mano de Nuria. Me queda muchísimo por aprender pero solo por estos momentos pienso llegar hasta el final con ello, aprenderé y lucharé por aplicar todo lo que aprenda.
Seguro que en este caso lo podría haber hecho mejor y es posible que me haya equivocado pero sé que hace unos meses la cosa hubiera acabado en un gran enfado por mi parte, con un castigo. Lo que al final hubiera dado igual, porque claro que sabe que lo ha hecho mal y que no debe hacerlo pero no le quedará un mal recuerdo de una madre enfadadísima. Al contrario se ha quedado con la satisfacción de haber solucionado un problema.
Sé que me he extendido demasiado y realmente podría seguir haciéndolo pero ya os seguiré contando.
Lo hago porque hay muchas mamás que necesitan ejemplos y que otra mamá les cuente lo que realmente pasa en casa cuando aplicas la disciplina positiva.
Lo dicho que me queda mucho por aprender y que seguro tengo mucho que mejorar, pero lo que sí que sé es que mis hijos no me recordarán como una madre infeliz que se pasaba el día castigándoles.
Si quieres puedes hacerlo tu también, yo me encontré con Nuria de casualidad, tu puedes pedirle ayuda si lo necesitas.
Si esto te ha gustado puedes leer este artículo en el que hablo de los límites que te ayudará en tu día a día.
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