La mayoría de nosotros sabemos que gran parte de la sociedad todavía sigue teniendo multitud de prejuicios que no se pueden justificar. Que todavía hay personas que señalan con el dedo, que hablan, que cuchichean y que giran la cabeza porque lo que ven no les gusta. Y lo que es peor de todo: hay personas que sienten pena. Pena de ver a un niño con discapacidad auditiva o ciego.
“Mira, es sordo. Qué pena”. Ese tipo de frases se quedan en el olvido. No se trata de sentir pena. Se trata de luchar y de comprometerse para que ese niño, joven o adulto tenga las mismas oportunidades, condiciones y respetos que otros. Se trata de guiar a la gente hacia la empatía (que no pena), y hacia la solidaridad. Se trata de no mirar hacia otro lado. De no hacerse los tantos y quedarse parados. Y de conseguir entre todos una sociedad mejor, comprensiva y sensible.
Hoy os voy a hablar de Noelia, una maestra de infantil con una increíble vocación y amor hacia los niños. Seguramente, estaréis pensando que hay muchos profesionales en la educación que lo son de corazón. Pero Noelia, es la primera que logra trabajar en un centro educativo infantil teniendo Síndrome de Down. Ella se encuentra en Córdoba (Argentina) y después de mucho trabajo, esfuerzo y de demostrar todo lo que vale, ha conseguido alcanzar su sueño: ser profesora.
Los padres, personal directivo y educativo decidieron que Noelia estaba perfectamente habilitada para ser maestra infantil en el centro. De esta manera, fomentaron la educación inclusiva y la educación en valores. La maestra no les decepcionó en absoluto: las familias y sus propios compañeros dicen que los niños con ella son increíblemente felices. Se ríen, descubren cosas nuevas, viven experiencias nuevas y están encantados de entrar en el aula. Noelia fomenta la animación a la lectura leyendo cuentos a los niños, el arte, la música y la expresión corporal. Pero sobre todo, intenta que los más pequeños escuchen, se respeten, y se comprendan.
Una maestra con una autoestima que brilla y con una personalidad que rompe barreras y prejuicios. Una profesora luchadora a la que no le fue nada fácil llegar a dónde está. La infancia de Noelia no fue nada fácil. Su camino se cruzó con una educadora que la llamó monstruo afirmando que en su escuela no aceptaba niños con Síndrome de Down. Incluso al nacer, el médico le dijo a sus padres que tenía una mala noticia para ellos. Asustados, le preguntaron que si la niña había fallecido y les respondió: “no, señores, peor. Tiene Síndrome de Down”. Una sociedad que no solo no luchaba por una educación inclusiva, sino que la rechazaba.
Aunque actualmente, la sociedad está más implicada y más comprometida todavía se generan bastantes prejuicios entorno a las habilidades y capacidades de las personas con Síndrome de Down y necesidades educativas especiales. Cada vez más personas hacen campañas por las redes sociales en contra de la discriminación y a favor de una educación inclusiva auténtica. Cada vez son más personas que buscan una sociedad mejor que se aleje del rechazo y de la intolerancia. Ojalá algún día las noticias de que hay maestros con Síndrome de Down trabajando en escuelas no sea una sorpresa, sino algo normal.
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