Mañana comienza el cole para muchos niños en España. Sobre todo, hoy me acuerdo de los nacidos en 2012, el año en el que nació mi primer hijo, Álvaro, que irán por primera vez al “cole de mayores”. Sin embargo, él no irá aún al colegio a pesar de tener a un padre profesor de secundaria y bachillerato y una madre maestra de educación infantil. “¿Por qué?” Es la pregunta que muchos nos hacen. Algunos escuchan nuestros argumentos y otros, haciendo oídos sordos a lo que decimos, sólo nos argumentan con el “problema” de un niño que llegue a primaria y tenga que repetir por el hecho de no saber leer, escribir, sumar y restar. Contenidos y más contenidos que, a mi parecer, se pueden aprender de muchas formas y no siempre en el colegio.
La verdad es que nunca hubiera imaginado que mis hijos no irían a la escuela infantil y al colegio. Estudié magisterio desde la vocación de servicio a los niños y a las familias que dejan en tus manos a sus tesoros más preciados. Creo que es una etapa poco valorada y, sinceramente, es la más importante que hay. La neurociencia ya nos ha dado la razón en esto y se sabe que lo que se aprende durante los seis primeros años, queda grabado a fuego en la cabeza y en el corazón. Personalmente, a lo largo de mi vida he tenido muchos profesores y, sin embargo, no logro olvidar la sonrisa de Mercedes, mi profesora de pre-escolar. Y es que yo fui al cole con cuatro años, dejando en mi casa a mi madre y mi hermano recién nacido. Cuentan que el colegio me gustaba pero que lloraba porque no quería alejarme de ellos. En mi clase hacíamos muchas cosas, todas nosotros. Solo teníamos lápices de colores, rotuladores, ceras, folios y nada de libros. Mis padres daban dinero para el material escolar y ya en clase, día a día, íbamos haciendo dibujos y trabajos con los que llegábamos al final del trimestre.
Cuando he mirado los libros, sonrío pensando en mi maestra. A la pobre Mercedes le tocó lidiar con mi obsesión por los caballos. Que trabajábamos la familia, la mía era de caballos. Que trabajábamos la cuidad, en la mía los transeúntes eran caballos… pero no recuerdo prisas. Nunca me quedé a comer. Mi madre (y mi hermano) iban caminando hasta el cole. Comíamos sin prisa y volvía para echarme la siesta. Sí, sí, nos echábamos la siesta tanto en 4 como en 5 años, porque era importante que descansáramos.
Los patios se alargaban y salíamos si llovía, granizaba o nevaba para poder tocar y sentir el frio. Hacíamos bolitas de chocolate y galletas… y disfrutábamos de los cuentos que nos contaba Mercedes y que luego escucharían mis muñecos y peluches, porque esto de ser profe me gustó desde el principio.
¡Hasta recuerdo un día en el que la hija de Mercedes vino a vernos! ¡Qué guapa era! Otras cosas del colegio las he olvidado, claro. Pero recuerdo mis primeros años de aprendizaje cooperativo, tranquilo, disfrutando con mis compañeros, de Mercedes y de los sándwich de mi madre a media mañana. Luego llegaron las obligaciones, los deberes y los libros, pero fue más adelante.
Por si lo estáis pensando, soy de finales de los ochenta, así que no hace tanto tiempo que la educación infantil era sólo pre-escolar; sin libros y siguiendo a los niños.
Y comenzaba diciendo que nunca imaginé que mis hijos no estarían escolarizados. Simplemente, estudié magisterio y vi lo positivo de la educación. Todo lo que los niños aprenden y son capaces de dar y exprimir. Vi cómo aprenden y cómo trabajar con ellos, desde el respeto y siguiendo a los niños…El problema viene cuando pasas a trabajar y te encuentras con que la editorial que sea es la que hay que seguir. Siempre me ha llamado la atención cómo es posible que las editoriales sepan lo que quieren los niños aprender en noviembre de 2015 trabajando por proyectos… Pero bueno, el negocio de los libros está ahí.
En mi caso, ese no fue el problema. Si no hubiera sido despedidapor estar embarazada, mis hijos hubieran ido a la escuela infantil tras el mísero permiso de maternidad, lactancia y vacaciones. Posiblemente, nunca me hubiera planteado que pudieran estar mejor en otro lugar que en el cole y andaría emocionada cuando vinieran cantando canciones o diciéndome los números. No me entendáis mal, no estoy juzgando a nadie. Simplemente, por las circunstancias que hemos vivido, hemos visto que nuestros hijos están muy bien en casa, aprendiendo otras cosas, pasando tiempo con su madre, manteniendo unos ritmos tranquilos de vida en los que los horarios varían y no pasa nada. Aprendiendo a poner la mesa, a desayunar, a comer… sin prisa. Adquiriendo progresivamente responsabilidades y, llamadme egoísta, pero también estoy bien pudiendo disfrutar de ellos y de sus primeros años, aprendiendo a ser madre y creciendo junto a ellos.
En algunos momentos me siento juzgada como si no llevarlos al colegio fuera de mala madre. En otros momentos pienso si la gente llevará razón, pero pronto vuelvo a mis raíces y considero más importante otros aspectos no académicos. Hablando con una jefa de estudios de infantil me decía que a veces somos más papistas que el papa y que los niños en infantil aprenden, sobre todo, a socializarse y eso, teniendo un hermano, saliendo a comprar y al parque, está más que superado.
Quizá lo mejor que podemos hacer es mirar a nuestros hijos y nuestras circunstancias para saber qué es lo que ellos y nosotros necesitamos. Quizá no queráis cargar a los abuelos o deseéis tener algo de tiempo libre o, simplemente, queráis comenzar con 1, 2, 3, 4 o 5 años el colegio. No es cuestión de juzgar, es cuestión de respetar. Cada uno intenta hacer lo mejor para sus hijos y nuestra postura es ésta. No sé si el año que viene con 4 años Álvaro irá al colegio. No lo sé y no me lo planteo. Todo se irá viendo. Si él está bien y yo también… Es un tema parecido al de la lactancia, es una decisión familiar y no todo el mundo tiene derecho a opinar aunque lo haga.
Por suerte o por desgracia cada hijo tiene unos padres que, si bien no seremos perfectos, los queremos y educamos lo mejor que sabemos. Y aunque nos equivoquemos en algunas decisiones, creo que las que se hacen desde el corazón no deberían juzgarse tan a la ligera. A fin de cuentas, estos son mis hijos y sólo les afectará a ellos ir o no ir a la escuela este tiempo. El resto de padres puede sentirse libres a la hora de hacer lo que desee y considere que es mejor para ellos. No cuestiono si los niños están con los abuelos, la guarde, el cole o en casa, si hacen homeschooling o van a un colegio Waldorf. De verdad. La intención con este blog es aportar a la comunidad bloguera mi visión sobre la crianza y educación de mis hijos y, si puedo ayudar a algún padre o madre en algún momento que deseen hacer actividades con ellos, dar ideas o aportar un poco de algo, estaré encantada de colaborar. No juzgo aunque me posicione. Creo que cada uno actuamos como consideramos que es mejor para nuestra familia. De puertas para fuera, todos parecemos más perfectos pero no siempre lo somos. De hecho, yo me equivoco mucho. Intento ser una buena madre para mis hijos pero cometo errores, rectifico, pido perdón, lloro y río… ¡No todo es el blog! Pero si es verdad que intento mostrar una parte bonita, porque creo que vale más la parte positiva de mi vida que las cosas malas o los malos ratos que pase (que los hay). Yo también me agobio y no siempre sé qué hacer. Yo también pregunto a gente cómo tratar ciertos aspectos o qué pasa si hacemos una cosa u otra…
Ahora, en este momento, creo que mis hijos necesitan, por su edad, tenerme cerca y yo también siento que los necesito. Cuando cumplan 15 años no me van a necesitar, así que ahora que son dependientes, quiero estar. A fin de cuentas, sólo tendrán esta edad una vez. Su padre y yo lo hemos decidido así y creemos que es lo mejor para nuestra familia. Aunque eso implica tener un sueldo menos en casa, no amortizar la hipoteca, tener 5 días de vacaciones en lugar de 15, que el pequeño use la ropa de su hermano y que nuestra casa tenga 50 m2, entre otras cosas.
Así que, sobre todo a los niños que mañana empezáis el nuevo curso, ¡animo! Ánimo también para los padres que dejan a sus hijos por primera vez y para los que vuelven al cole, ya sabéis ¡contad los días para las vacaciones! El tiempo pasa demasiado deprisa… Y la Navidad está a la vuelta de la esquina ;)