Antes que diagnostiquen a mi hija la segunda con TDAH (en kínder y a semanas de cumplir 6 años) recuerdo que la perseguía desesperada por toda la casa para intentar enseñarle algo, para ponerla al día (con materiales que la profesora me dejaba) o simplemente para reforzarle un nuevo aprendizaje.
Imposible. Su mente volaba.
Gracias a Dios en kínder tuvo una excelente profesora que una vez enterada del diagnóstico y al ver mi frustración me dijo claramente: “Mommy time is funny time”. (sí en inglés, lo siento). Hagan cosas divertidas así aprenderá más contigo. Horneen un poco, pinten, hagan deporte juntas. Lo hice y el resto del año fue genial.
Al año siguiente muy chancona yo, me reuní con su nueva profesora en los primeros días de clase. Le pedí que me mande tarea extra para trabajar en casa, para apoyar y reforzar lo aprendido en clase y de ser posible tarea para que en lo que ya estaba sólida destaque (sí, lo acepto soy una neuromamá). La profesora, una escocesa que no entraba en vainas me dijo: “De que ella aprenda me encargo YO. No te preocupes por eso, ese es mi trabajo, déjame hacerlo. Además, tengo una maestría en eso”.
Me quedó clarísmo. En ese momento se acabaron mis intentos de refuerzo académico, nivelación o mejora académica. Desde ese día mi relación con los estudios de todos mis hijos cambió tremendamente y para bien. Empecé a confiar en los profesionales del colegio que elegí y dejé que mis hijos asuman también su parte de responsabilidad (obviamente, de acuerdo a su edad). Yo solo los acompaño y guío.
Los profesores del colegio lograron cosas que yo ni soñé: que mis 3 hijos vayan felices al colegio y lo mejor, disfruten aprendiendo.
De esa conversación iluminadora más de dos años ya. Más de dos años que mis hijos aprendían con gusto y solidez y yo no tenía que hacer lo que estoy haciendo ahora: sentarme al costado, explicar, interferir, imprimir y ordenar a 2 niñas, y también orientar y acompañar a un niño. Con el extra además que una de esas niñas no sólo no se concentra sino que además es un ente distractor para el resto.
Siento que todo el equilibrio que había logrado en la educación de mis hijos, especialmente en la educación de mi hija con TDAH lo he perdido en esta cuarentena de homeschool o educación a distancia. Estoy sacando todos mis recursos pedagógicos e imaginativos y no estoy cumpliendo con los objetivos de aprendizaje, se me acumulan los deberes y el sentimiento de culpa y la frustración se apoderan terriblemente de mí en días como hoy cuando por dedicarme a una sola hija descuido terriblemente a los otros dos.
La educación a distancia no es para todos, definitivamente no es para mí y no sé cómo será para otros niños con TDAH. Definitivamente esta cuarentena se ha llevado muchas cosas y entre ellas las ganas de aprender y disfrutar el estudio de mis hijos.