Hace unos días, después de acostar a los niños, me apetecía ver la tele tranquilamente, (cosa que últimamente me resulta un lujo). Después de cambiar unas diez veces de canal porque no había nada que me resultara interesante, encontré uno en el que comenzaba una película titulada "The Imitation Game".
No tenía ni idea de qué iba, pero me atrapó desde el principio, y tuve que verla. López estaba dormido, y yo me propuse pasar, cómoda y sin sueño, una buena sesión de cine.
Independientemente de si me gustó o no, que sí lo hizo, me hizo reflexionar...
Alan Turing, matemático y científico, es el personaje protagonista de la película, considerado el precursor de la informática moderna, gracias a él se salvaron miles de vidas en la II Guerra Mundial (logró descifrar lo códigos secretos nazis contenidos en la máquina Enigma, lo cual determinó el devenir de la II Guerra Mundial).
Alan llega a ser rechazado por su entorno por ser "inusual", se caracteriza por ser una persona compleja y poco sociable, pero con un gran talento para las matemáticas.
En un momento de la película, el personaje que interpreta Keira Knightley le dice algo que da mucho que pensar: "quizás desees ser normal, pero yo no quiero que lo seas". Y efectivamente era verdad, porque si hubiera sido una persona normal no habría sido un brillante matemático, ni salvado millones de vidas.
El mundo está lleno de gente "normal", y cuando alguien no es "diferente" al resto, tendemos a etiquetarlos y a juzgarlos con facilidad, sin ni siquiera darles una oportunidad.
Por favor, el mundo necesita más tolerancia.
HBP
Y como no podía ser de otra forma tratándose de mí, al finalizar la película me surgieron varias cuestiones, ¿y si una de esas personas fueran, por cualquier razón o motivo, uno de mis hijos? ¿cómo podría prepararlos para afrontar una situación similar a la que se plantea en la película para que no sufran depresión ni se sientan unos marginados de la sociedad?
Y yo misma he encontrado la respuesta, mi respuesta, EDUCACIÓN.
Considero que el arma más poderosa es la EDUCACIÓN, y en este caso, una EDUCACIÓN basada en la capacidad de ponerse en el lugar del otro, la empatía, y en la propia seguridad en sí mismo.
Tener capacidad para, en un momento determinado, sentir lo que otra persona está sintiendo (ya sea agradable o no) y saber quién eres tú y creer en ti mismo, a pesar de lo que otros piensen, son unos objetivos a alcanzar en la EDUCACIÓN de mis hijos.
Como padres, tenemos encomendada la tarea de formar a nuestros hijos para que sean personas, y para empezar, ahora que Antonio va siendo más consciente y se va dando cuenta de más cosas, no se me ocurre mejor modo que predicar con el ejemplo; calificar, encasillar, alertar, criticar... modos y formas de vida delante de nuestros hijos pueden crearles, aún sin querer, prejuicios que interiorizarán casi sin darse cuenta y pasarán a formar parte de sus vidas...
Y vosotros, ¿estáis de acuerdo conmigo? ¿qué os parece?
¡¡Feliz miércoles!!