Allí sentada pude observar las dos caras de una misma moneda:
Padres cuidando de sus hijos e hijos cuidando de sus padres.
Pude repasar mentalmente todas y cada una de las cosas que hago por mis hijos que algún día quizás ellos hagan por mi y desde esa perspectiva casi privilegiada por un momento, me di cuenta de cuan importante es que a veces nos salgamos de la prisa, de la obligación y del fastidio y nos instalemos solo en el amor.
Aunque sea amor con prisa, aunque se amor con obligaciones a la espalda, pero siempre el amor en primer plano.
Cambiamos pañales y quizás algún día seremos cambiados.
Repetimos cosas y quizás algún día nos las repitan.
Enseñamos como utilizar objetos y algún día seremos nosotros quienes de nuestros hijos aprendamos.
Acompañamos al pediatra y alguna vez seremos nosotros los acompañados.
Hoy cuando mi niña me pregunte a que botón tiene que darle para cambiar de canal, se lo enseñaré con cariño y sin fastidio por que es la décima vez que se lo muestro hoy, por que quizás algún día sienta en primera persona, lo que ella siente cuando respondo con acritud a sus demandas.
Quizás lo entienda mientras ella me explica como funciona el móvil de última generación dentro de 30 años.
A lo mejor entonces ya es tarde para remediar algunas cosas, mejor empiezo hoy.