Estoy harta, cansada y aburrida de escuchar que el embarazo no es una enfermad y que se menosprecie nuestro estado como si no fuera nada.
Estoy harta, pero harta, de que la gente en general y alguna en especial no entienda que no, no estoy enferma pero sí embarazada, avanzada y tremendamente embarazada y que eso, lo quiera o no, condiciona mi vida, mi actividad y mi capacidad física al 100%.
El embarazo no es ninguna enfermedad per se, eso está clarísimo. Pero sí puede conllevar patologías asociadas a él, o sin patologías, el mismo estado puede hacerte sentir verdaderamente mal. Y esto es algo que la gente no comprende.
Voy a hablar del estado normal del embarazo, al margen de problemas o complicaciones que puedan surgir. Lo que vive cualquier preñada de a pie, para entendernos.
Te encuentras en el primer trimestre, no tienes barriga, el embarazo no es evidente a la vista, solo lo es para ti por esos síntomas que arrastras desde hace semanas y que todo el mundo infravalora. Sueño y cansancio extremos, nauseas y sensación de asco continuas, vómitos recurrentes... Claro que puedes tener un primer trimestre maravilloso y sin síntomas, pero cuando los sufres sientes que tu cuerpo es un trapo, te sientes realmente enferma, y encontrarte que la gente además de no comprenderte menosprecia tu malestar no ayuda nada.
El segundo trimestre normalmente suele ser tranquilo pero no te libra de que puedas comenzar a sentir esas incomodidades que harán que tu embarazo no sea el momento más cómodo de tu vida. Lumbago, ciática, dolor pélvico, son achaques normales por el cambio postural, la modificación del centro de gravedad, la presión del útero, normales pero molestos y a veces hasta incapacitantes.
El tercer trimestre es el más jodido a estos efectos. Tu cuerpo soporta una media de 10kg de más con todo lo que eso conlleva, estás cansada, pesada, molesta, tus movimientos son muy limitados y cualquier esfuerzo físico, por mínimo que sea, supone una tarea titánica. Si ya padeces alguna puñetería de las descritas en el segundo trimestre, pues eso, suma. Vamos, que lo normal es desear dar a luz porque sientes que tu cuerpo no puede más.
Yo he tenido un buen embarazo. Mi bebé siempre ha estado muy bien y no he tenido que preocuparme por nada en lo concerniente a la gestación. Otra cosa es que mi cuerpo esté notando los efectos de vivir un tercer embarazo. Sí, soy joven, soy sana, soy fuerte, pero el tercer embarazo no es el primero y yo no me encuentro igual.
Y lo que me cabrea soberanamente, y permitidme que me tome esto como un desahogo personal, es que la gente menosprecie cómo me encuentro. Que no entienda que el simple hecho de levantarme de una puñetera silla no es que me suponga esfuerzo, es que me causa dolor físico. El mismo que intentar subir una pierna para ponerme las bragas. El mismo que intentar subir una escalera.
Porque debido a mis anteriores embarazos tengo los ligamentos del pubis muy tocados y mi sensación habitual, constante y perenne es como si me hubieran dado una soberana patada en los cojones. Así, tal cual. La pelvis es el centro del movimiento corporal, especialmente de las extremidades inferiores, y cada mínimo movimiento realizado necesita de su participación.
Y actos tan sencillos como levantarme del sofá es sumamente dificultoso y cuasi humillante, porque no lo puedo hacer en un solo acto. Boca arriba casi necesito una polea o una grúa para incorporarme. De lado, casi tengo que rodar como un tronco. De ninguna de las maneras puedo levantarte ágilmente en un solo movimiento.
O que algo tan sencillo como hacerme pis sea una agonía, porque no es la sensación de la vejiga llena y ese "uys, que me meooo", no es que duela, es que siento punzadas como si una aguja me atravesara la vejiga de arriba abajo. Muy agradable, sí.
O que a estas alturas el mínimo esfuerzo me provoca contracciones incómodas y en ocasiones hasta dolorosas que no me dejan moverme, que hacer una puñetera cama o agacharme a coger ese papel que alguien ha ignorado y esquivarlo como si no estuviera ahí me cuesta la vida.
Ya no digo estar sentada en el ordenador, el lumbago me martillea y los pies se me hinchan como botas porque la postura no facilita el retorno de la circulación venosa. Tampoco puedo estar de pie por largo tiempo cocinando o fregando los platos, no solo me duele la espalda o los pies por el peso que cargo, que este barrigón pesa lo suyo, es que además se me salen las hemorroides.
Hablando de las hemorroides. Hasta cagar es una tortura, y más en la recta final que entre el estreñimiento y el cabezón del retoño presionando no ayuda.
¿A que no mola? Pues juro que a veces me dan ganas de arrear una coz a más de un@ para generarle un poco de empatía. Suerte que no puedo levantar la pierna... y que he intentado instalarme en un modo Zen para mantener mi paz mental, que tampoco está muy fina. Pero de verdad, que te cueste un mundo moverte, que te duela, y hablo de dolor físico agudo, y que te miren con esa cara de "qué exagerada, si solo está embarazada" o incluso te exijan rendir totalmente, pues eso, jode mucho.
El embarazo no es una enfermedad, no, pero no estás al cien por cien y, quieras o no, hasta lo más simple cuesta. Y escuchar "anda hija, que estás preñá, no enferma" además de no ayudar cabrea muchísimo. Juro que me dan ganas de lanzar rayos fulminantes con la mirada pero me conformo con pensar "al menos lo mío tiene excusa, lo tuyo -inteligencia nivel ameba para emitir ese tipo de comentarios- desgraciadamente no" y mirar para otro lado, no sea que pierda el filtro y acabe verbalizando mis pensamientos.
Cuando esos comentarios y actitudes vienen de gente que no te importa, te afectan menos. Lo jodido es cuando vienen de quien tienes más cerca, quien debe ser más comprensiv@ con la situación y contigo, quien tiene en su mano hacerte el camino más fácil, no entiendan que no puedes seguir un ritmo normal en cualquier actividad diría ni exigirte lo mismos, como si nada.
Y luego lo que nadie, pero nadie tiene en cuenta es lo sensible que te encuentras, que cualquier chorrada te afecta. Yo soy de lengua viva pero el embarazo me deja en baja forma total, de tal manera que cualquier mala contestación, una palabra más alta, un comentario desafortunado pueden ser peor que una patada donde más duele.
Mi agudeza para responder se viene abajo sofocada por esas lágrimas que intentan salir como si fuera una niña pequeña, lágrimas que salen por más que trato de evitarlo. Lágrimas que duelen.
Diría que esta sensación es casi peor que el dolor físico, es incontrolable y te hace sentirte pequeñita, ínfima y tremendamente vulnerable.
No puedo defenderme, solo puedo intentar evitar llorar, y si lloro, que no se note. Y si lo que desencadena esto viene de quien debiera ser más empátic@, de quien debe cuidarte y mimarte, date por jodida.
Lo que consiguen es el efecto contrario, que te sientas como una inútil o peor, como una vaga porque se exige de ti que lo des todo y aún encima te justificas y te sientes culpable o hasta avergonzada, deseando gritar "estoy embarazada, ¿es que no te acabas de enterar?" cuando debería proceder de los demás el detalle de decirte "tranquila, tú descansa que ya lo hago yo". Pero no lo haces porque antes te saldrán las lágrimas y el orgullo se hiere todavía más.
No quiero que me traten como una enferma, porque no lo soy. Lo que quiero es que me traten como una embarazada, como una mujer que está pasando por algo único, maravilloso y especialmente delicado, la gestación de una vida. Que ese estado hace que todo, absolutamente todo afecte, a todos los niveles, tanto físico como emocional.Y quien no lo entienda tiene un serio problema.