Hace ya unos meses tratamos un tema similar, cuando explicamos en qué consistía El efecto Pigimalión, (el hecho de que las expectativas que tenemos sobre las personas o situaciones, tienden a realizarse), y dimos pautas para evitarlo. Pero hoy quiero darle una pequeña vuelta de tuerca, y centrarme única y exclusivamente en el lenguaje que utilizamos, tanto para enviar mensajes a los niños, como hacia nosotros mismos, en nuestro día a día, ya que ellos merodean a nuestro alrededor constantemente y adquieren sus hábitos de lo que ven.
Creamos la realidad a partir de nuestros pensamientos y creencias, y estos se forman con palabras. Por eso es tan importante enseñarles a los niños la mejor forma de manejar esta herramienta, a través de un vocabulario adecuado y una correcta utilización del mismo. Las palabras tienen un poder mayor de lo pensamos. Y si no lo crees, reflexiona acerca de esta frase del gran Mahatma Gandhi:
¿Sigues creyendo que las palabras son inofensivas?
El vocabulario activo (el que utiliza) de un niño, nos muestra mucho del ambiente que hay a su alrededor. Ya no hablo sólo de las evidencias, como el uso de vulgarismos o palabrotas, si no del tipo de mensajes que utiliza para animarse o desanimarse a la hora de hacer una tarea, enfrentar un problema o hablar de terceras personas. Y es aquí donde entra el vocabulario que tú empleas en tu día a día. Es muy probable que tú quieras mucho a tu hijo, y que siempre le animes a la hora de proponerse un reto o de hacer los deberes (y más si has leído acerca de la profecía autocumplida), pero recuerda que tú eres su modelo de referencia, por lo que es igual de importante que también utilices un lenguaje positivo en el resto de contextos, y éste parte de una actitud positiva. ¿Cómo hacerlo? Aquí tienes las pautas a evitar y otras a reforzar para hacer un buen uso del lenguaje:
ASPECTOS A EVITAR EN EL LENGUAJE
No adquieras el rol de víctima
Si quieres que tu hijo triunfe (en el sentido de sentirse realizado en todos los aspectos), no puedes enviarle mensajes constantemente que digan que esta vida es
Si tú, que eres su máximo referente en este mundo, tienes esa visión de las cosas… ¿cómo va a aspirar él a algo mejor?.
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No critiques
Cualquier padre y/o educador te dirá que trata de transmitir a los más pequeños un mensaje de tolerancia hacia los demás. Hablamos de respetar a todos nuestros semejantes, sean del género que sean, raza, color o religión. Pero a la hora de la verdad… ¿Realmente respetamos a TODOS nuestros iguales? ¿Qué dicen nuestros actos? Si le hablamos a los niños de los beneficios de la tolerancia y después somos los primeros que estamos horas criticando a nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo o conocidos… Algo falla. Las personas somos diferentes. Ni mejores, ni peores. La diversidad ha sido uno de los factores que ha hecho progresar a la humanidad. Aceptar y respetar a los otros es un acto de las mayores muestras de inteligencia emocional. Cuida tu lenguaje en este aspecto. Si hay algo que te molesta de otra persona, es mucho mejor que se lo hagas de forma privada. Lee el siguiente punto para saber cómo hacer una crítica constructiva :).
ASPECTOS A REFORZAR EN EL LENGUAJE
Realiza las críticas de forma constructiva
Por lo general, a los seres humanos no nos sientan bien las críticas. Si no queremos herir a la otra persona, tenemos que tratar de hacerlo de la forma más constructiva posible. Aquí tienes la mejor forma:
Mantén tus emociones bajo control: Haz 10 respiraciones profundas con los ojos cerrados; mira por la ventana, hacia el horizonte y plantéate si esto que ahora mismo te enfada, tendrá relevancia dentro de 10 años; bebe un vaso de agua; repítete a ti mismo un mensaje que te calme… Lo que sea. Pero no te alteres, eso nunca beneficiará las cosas.
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Comienza la conversación reforzando vuestra relación: Sea con tu hijo, con un amigo, con tu pareja o con una vecina… Intenta llevarle a un lugar privado y empezar a hablar transmitiéndole un mensaje positivo. Así evitarás que tu interlocutor se ponga a la defensiva o se sienta atacado y deje de escucharte. Las críticas provocan que la otra persona sienta que peligra su relación con nosotros. Con esto evitarás que se genere mayor tensión.
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Céntrate en el hecho en concreto, no en la persona. Explica de una forma clara y concisa qué es lo que no te ha gustado y qué crees que sería necesario para que no vuelva a suceder de nuevo. No le des más vueltas ni entres en una rueda de críticas. No llevan a ningún sitio.
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Escucha a la otra parte. Dale tiempo a la otra persona para hablar y explicarse. NO JUZGUES. Sólo escucha lo que te tiene que decir.
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Termina con un nuevo refuerzo positivo. ¿Cuál es el objetivo de la crítica? Conseguir que un hecho o situación mejoren, ¿verdad? Piensa como puedes motivar a esa persona para que al finalizar esa conversación tenga más ganas que nunca de hacer mejor las cosas. Ésa es la meta.
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Utiliza refuerzos positivos
Como se suele decir “Hace más el que quiere que el que puede“. Así que utiliza las palabras para animarte a lograr aquello que deseas, y obviamente, para enviarle a tu hijo ese mensaje.
Crea tus sueños mediante palabras
Y anima a tu niño a que lo haga. Utilizando otro dicho (hoy me lo vas a permitir, ya que hablamos del lenguaje): “Creer es crear“. Es mejor emplear nuestro tiempo en describir con pelos y señales aquello que deseamos, que es nuestra meta, que lamentándonos y convenciéndonos de que no lo lograremos. Además de expresarlo de forma oral, también es una gran idea escribirlo en un papel, o bien, a dibujarlo.
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Busca tu palabra “freno”
Para detener aquellos pensamientos que vengan a tu cabeza y que sólo sirvan para minar tu autoestima. Pueden ser aquellas más típicas, como “alto” o “stop“, o bien alguna más original, que te guste especialmente :).
Con todo esto espero que comprendas la importancia que tiene el lenguaje a la hora de plantearnos metas, de conseguir una buena autoestima y de mantener una buena relación con los demás. Un uso correcto del mismo, te aportará ventajas en todos los aspectos, y como hemos visto, tendrá grandes influencias en tu bienestar emocional y social, y eso repercutirá en la vida de los niños que tienes a tu alrededor, y en consecuencia en su formación como personitas de hoy y adultos del mañana.
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Artículo El futuro de tus niños depende de tu lenguaje que aparece en Maestra de Corazón