En este artículo pretendo que reflexionemos sobre la importancia de que seamos los adultos quienes mantengamos las normas y las decisiones de qué se puede o no hacer en casa. El mando a distancia del televisor es un ejemplo claro e ilustrativo. ¿Cuántos de nosotros tenemos o hemos tenido batallas por tener el dichoso mando a distancia? ¿En elegir qué se ve en casa, a qué horas y durante cuánto tiempo? Creo que somos muchos los padres que tenemos esta lucha, más o menos diaria, en nuestros hogares.
No se trata de ser autoritarios pero sí de mantener la autoridad. No se trata de impedir su autonomía sino de guiar adecuadamente. No se trata de imponer decisiones aunque sí de ayudarles a entender que son los padres quienes sabemos qué, cuándo, por qué y por qué no, …
A veces creo que se nos ha olvidado el sentido común, que ser padres no es dejar que nuestros hijos puedan hacer todo cuanto se les antoje. A veces creo que somos nosotros mismos quienes nos desautorizamos y desacreditamos, nadie nos enseña a ser padres y es cierto que hay muchas formas de equivocarse con los hijos pero manteniendo el sentido común seremos capaces de rectificar.
Debo admitir que investigando sobre el tema me he quedado sorprendida por no decir absolutamente estupefacta al descubrir un mando a distancia expresamente diseñado para los más pequeños de la casa. Al verlo se me han planteado diversas cuestiones :
¿qué estamos haciendo?
¿qué significa esto?
¿dejamos que un niño pequeño tenga su propio mando a distancia para su televisor?
¿Para qué quiere un niño un mando a distancia diseñado exclusivamente para él o mejor aún, para qué quiere una familia un mando a distancia para su pequeño retoño? ¿Para que no nos moleste mientras lo enchufamos a la niñera mágica?
¿a partir de qué edad se lo damos?
…
No lo entiendo francamente, por mucho que el susodicho mando a distancia se pueda configurar con los canales infantiles, yo no lo entiendo ni lo considero adecuado para niños pequeños (según su diseño ergonómicamente adaptado para sus manos), ni como madre ni como psicóloga infantil. No considero adecuado que un niño se siente frente a la pantalla del televisor sin supervisión de un adulto que comente con él lo que ve o que esté a su lado como mínimo durante parte del tiempo que pasa engullendo contenidos. No considero oportuno que un niño de 3, 4, 5 o 7 años decida cuando va a poner la tele, qué va a ver y durante cuanto tiempo.
Dicho esto y dejando el mando en cuestión, hace tiempo que muchos profesionales venimos debatiendo y exponiendo un hecho que se da en muchos hogares y que tienen mucho que ver con quién toma el control del mando a distancia o de lo que se ve en casa. Parece mentira pero es importante que nos demos cuenta de algo, parece ser que existe cierta relación entre la permisividad que tenemos los padres en cuanto a dejar que nuestros hijos decidan qué, cuándo y cuánto tiempo ven la tele y la percepción que tienen nuestros hijos de quién manda en casa. Es así de simple “yo tengo el mando, yo tengo el poder”, el poder de decidir qué veo, a qué volumen, cuando cambio de canal, …
Quede claro que es evidente que nuestros hijos tienen sus preferencias y que tienen todo el derecho a escoger el programa que más les gusta, pero también hay que decir que si a nosotros ese programa, serie o dibujos no nos parece adecuado a su edad debemos decírselo y tener la última palabra sobre si pueden o no verlo. Nosotros somos los adultos y como tal tenemos la obligación de guiar a nuestros hijos, no lo olvidemos. Ellos no son más que niños en formación que necesitan de unos padres que les orienten en el camino de forma adecuada, no avancemos etapas.
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