Ayer me topé con la noticia de que un portal de sanidad ha premiado a los que ellos consideran los 17 mejores profesionales sanitarios de España, basándose en las opiniones de sus clientes y compañeros que han participado en la elección. Y no sé si es culpa del medio en el que vi la noticia, del propio portal o de la agencia de comunicación que lo ha difundido pero esta valoración me parece un engaño monumental.
Primero, porque curiosamente muy pocos, o casi ninguno, es profesional de la sanidad pública. Entonces, ¿me estas diciendo que ningún jefe de servicio de hospitales como el Doce de Octubre de Madrid, la Fe de Valencia o el Vall DHebron de Barcelona (por poner un ejemplo) no están entre los mejores de España? Mira que lo dudo.
Y por otra parte, está el ninguneo a los médicos de familia, ¿quiénes sino ellos paran el primer golpe? ¿Cuántos médicos de familia detectan graves enfermedades y gracias a su rápida valoración salvan la vida a esos pacientes? Yo, por lo menos, conozco a una: la mía.
Así que, de verdad, qué engañifa de artículo y concurso y que manera más ruin y barata de hacerse publicidad.
España, en cuanto a facultativos en la sanidad pública, goza de muy buena salud. Tenemos a profesionales muy cualificados y entregados que, por un sueldo normal, se dejan la piel por sus pacientes. Y si, un sueldo normal, No son mileuristas, efectivamente, pero tampoco se hacen millonarios trabajando.
Así que hoy estas palabras van por ellos. Por su trabajo, su esfuerzo y su dedicación. Y para mi, el mejor doctor de este país es el pediatra de mi hija que le cura los resfriados en 7 días con medicación o en una semana sin ella; mi médico de familia, mi ginecóloga, aquel traumatólogo que en el Ramón y Cajal me escayoló el brazo cuando era pequeña o aquel alergólogo que cada año me decía que de momento no podía ser amazona por mi alergia a los caballos. Vamos, cada uno de los profesionales de la sanidad pública con los que me he topado.
Y seguramente tú que me estás leyendo estarás pensando en aquella mala experiencia que tuviste con un médico. Pero ¿te has parado a pensar si aquel problema fue consecuencia de un sistema inadecuado de recursos? ¿si ese profesional llevaba más hora de las normales atendiendo a los pacientes? Quizá diste con algún doctor poco entregado porque garbanzos negros hay en todas partes. Pero, afortunadamente, hay más buenos que malos.
Así que solo me queda decir ole la sanidad pública, ole sus profesionales y fuera la mala gestión y esos concursos sesgados y publicitarios.
¡¡FELIZ MIÉRCOLES!!