Cuando Valle me brindó la oportunidad de escribir en su maravilloso blog Sin Miedo al Parto, tuve claro que experiencia quería transmitir. Soy madre de dos hijas, una de ellas está aquí conmigo, a mi lado, la llevo al colegio y le limpio los mocos, le doy besos y la acuno si tiene sueño, le doy la teta y juego y me rio con ella.
Es maravillosa ciertamente la maternidad, no cambiaría nada de ella. Siempre quise ser madre y es maravilloso sentir tus brazos llenos de ese ser al que amas tanto. Cuando tengo a mi hija en brazos, siento como ese amor se traslada a mi corazón y siento un calorcito que jamás he sentido de ninguna manera en otra situación, si realmente es precioso ser madre.
Es precioso ser la madre que sale en los anuncios, la que salen en los folletos de publicidad de tiendas de ropa de premamá, carritos de bebé, cunitas. Es todo maravilloso.
Un día vi un anuncio de una maternidad en una clínica de la ciudad en la cual vivo, decía así Nueve meses de espera y un gran día. Pero saben ustedes que eso a veces no es así. A veces no hay un gran día, a veces hay un día, una noticia que te deja sin aliento para toda tu vida.
Las estadísticas son aplastantes, de cada cuatro embarazos constatados, uno no llega a término. Y saben que en muchos muchos casos eso no sucede en el primer trimestre, sucede al final, cuando tienes su habitación montada y su ropita en el armario.
Les puedo asegurar que parir a tu hija muerta o moribunda es la experiencia mas aterradora que puede vivir una persona en su vida.
Entonces esos brazos se quedan vacíos para siempre y ese corazón se queda helado al no llegarle el calor del bebé amado.
Además de esa tragedia que de por si ya tiene bastante, hay que sumarle que la sociedad, la gente. Si si la gente como tu y yo, opta por ignorar el hecho aquí no ha pasado nada, sigue tu vida ya tendrás otro.
¿Le dirías a una viuda que no se apene por haber perdido a su marido porque ya encontrará a otro?.
Esa madre tal vez si o tal vez no tendrá otro hijo, pero independientemente si lo hace o no, es madre de ese bebé que un día decidió irse a vivir a una estrella (es por eso que se llaman bebés estrella).
Entonces en ese momento es cuando su mamá comienza ella sola a parirse. Comienza su duelo y si este es sano, acompañado y comprendido. Entonces esa mamá se transforma para siempre, como hacen las mariposas, y sale de su crisálida siendo una mujer nueva porque el amor transforma y nuestros hijos aunque no estén físicamente con nosotras son amor. El mas puro y absoluto que puedan vivir jamás.
No les voy a decir que no tengan miedo a ese parto, al físico del bebé que se va y al del alma de la nueva madre desde la muerte que nace al morir tu hijo.
Pero si quiero decirles que si alguna vez se encuentran a una madre como yo , que lo es sin la presencia física de su hija. Háblenle de su hijo que está en el cielo porque nos encanta que la gente nos recuerde que existen y existieron.
Mi hija del cielo se llama Isabel y desde hace cinco años vive en una estrella de la Constelación de Tauro (Tau 46). Es visible a simple vista, se encuentra cerca de Las Pléyades y muy cerca de la Constelación de Orión.
Cuando miren al cielo acuérdense de que ella vive allí y en mi corazón y que miles de bebés viven en una estrella y en el corazón de sus madres y que un día fueron paridos con amor.
Con un amor que traspasa fronteras y que desafía al tiempo y a la eternidad, para transformarnos para siempre y convertirnos, después de una tremenda metamorfosis, en mariposas.
Rocío Cuéllar. Madre de Isabel y Paloma.
Rocío Cuéllar Moreno. Es abogada, miembro de la Comisión de Infancia del Iltre. Colegio de Abogados de S/C de Tenerife, en la cual trabaja específicamente en lactancia, violencia obstétrica y reconocimiento de derechos al nasciturus fallecido.
También es miembro de la Junta Directiva de Fundación-Proyecto Besana.
El Parto de la Mariposa aparece primero en Sin miedo al parto.