El origen del porteo: el pelo
Si tenemos en cuenta la teoría de la evolución de Darwin y tomamos como antepasado lejano a los australopitecus, (3,9 millones de años – 2 millones de años), veremos que incluso en aquel momento se porteaba a los bebés. Eso sí, lo hacían de manera más simple: gracias al pelo. Y que no te extrañe: los primates, al igual que los humanos, son porteadores fisiológicos. ¿Y eso qué significa? Básicamente, que llevan a sus bebés con ellos en lugar de dejarlos en nidos o madrigueras porque la composición de su leche materna no permite dejar a sus bebés solos durante mucho tiempo.
A diferencia de los humanos, los simios no necesitan una herramienta externa para cargar a sus bebés gracias a su vello corporal. Pero no creáis que es todo tan fácil. En su porteo tienen mucha importancia factores como la fuerza del cabello, la densidad, el peso del bebé, la posición, la postura del adulto e incluso la humedad. Todo ello va a influir en la calidad del porteo y la capacidad para transportar a la cría.
El origen del porteo instrumental
Es cierto que el tiempo es relativo, pero yo considero »reciente» algo que ha pasado hace poco. Digamos 10 o 20 años. Probablemente cuando tu vecina te dice que eres muy moderna por llevar a tu hijo o hija en un portabebés, no sepa que el porteo existe hace cientos y hasta miles (sí, miles) de años. Podemos llegar a afirmar que el porteo es tan viejo como la humanidad misma.
Teniendo en cuenta que los pueblos nómadas ya existían en la época del Paleolítico (2.500.000 – 10.000 años A.C) y que tenían la necesidad de transportar a sus bebés de alguna forma, nos quedamos cortos hablando de miles y no de millones de años. Y si consideramos que la rueda no existió hasta el año 3.500 A.C, a los neandertales no les quedó otro remedio que llevar a sus bebés ellos mismos (o quizá sobre animales en algún momento) de un lado a otro. Me pregunto si debido a esto hubo muchos adultos »demasiado acostumbrados» a los brazos
Cómo se transportaba a los bebés en el pasado
La capacidad de trasladarse llevando a los bebés consigo ha sido clave para los humanos hasta la llegada del sedentarismo. La estabilidad de las sociedades nómadas depende en gran parte de la disponibilidad de alimentos en los lugares a los que desplazan. Si no fueran capaces de portar a sus bebés y tuvieran que anclarse en un sitio específico, se podría poner en riesgo su supervivencia.
Muchas culturas han sido tradicionalmente nómadas, y no creáis que solo es cosa del pasado: todavía hoy existen entre 30 y 40 millones de personas que pertenecen a pueblos nómadas. Obviamente, ese número decae en los países industrializados. Sin embargo, tanto aquí como allí todos tenemos la misma necesidad: transportar a nuestros bebés de una forma u otra. ¿Y cómo lo hacían en el pasado?
Porteo tradicional: qué herramientas se usaban (y se siguen usando)
Evidentemente, no había mochilas Ergobaby ni fulares elásticos. Tampoco tiendas especializadas y el conocimiento de los integrantes de la tribu hacía las veces de asesoras de porteo. Probablemente se guiaban por la necesidad, el clima, el instinto y la disponibilidad de materiales. También pesaba mucho la tradición y cultura, que iban a determinar el tipo de portabebés que se usaban.
Se cree que al comienzo se usaban sobre todo materiales naturales como la corteza, las hojas y las pieles de animales para portabebés muy sencillos. Estos elementos ayudaban a sostener parte del peso del niño mientras los adultos se movían de un lugar a otro o buscaban comida.
Más tarde, con el desarrollo de la capacidad de tejer y la creación de telas, se empezaron a utilizar piezas de tejido para atar al niño al cuerpo de quien le cargaba. Algunas de estas creaciones dejaron de ser meros instrumentos y empezaron a adornarse con bordados o incluso seda en algunas culturas como la asiática. El primer registro oficial del porteo aparece en el cuadro Huída a Egipto de Giotto (1306), donde escenifica a la virgen María cargando a Jesús en una tela portabebés.
En África, los tejidos kanga y kitenge son parte de la vestimenta de varias civilizaciones a la vez que se usan como ayuda general para el transporte de elementos y de bebés y niños. El rebozo se usa como prenda de vestir en México, Centroamérica y algunas zonas de Sur América y también sirve para que las mujeres carguen a sus hijos. En la India, las mujeres atan a sus bebés a una parte de sus saris mientras que en Borneo las cestas de ratán servían para transportar utensilios, alimentos y también bebés.
Como podéis ver en este breve resumen, todas las culturas han desarrollado la forma más adecuada de llevar a sus bebés, cada una con sus particularidades. Y sí: en Europa también se han usado portabebés desde tiempos inmemoriales. En Gales, la manta galesa, hecha de lana, fue utilizada tanto por hombres como por mujeres para cargar bebés hasta la década de 1950, cuando empezó a desaparecer su uso por la producción masiva de cochecitos.
El declive del porteo y la llegada de los carritos
Llegados a este punto, podemos afirmar que aunque el porteo no sea una práctica tan generalizada en esta cara del mundo, no es algo nuevo ni poco habitual en otros lugares del planeta. De hecho, en muchos países el uso de carritos es excepcional por motivos económicos, geográficos o simplemente culturales.
Entonces, ¿por qué en la mayoría de países de Occidente lo más común es usar cochecitos para llevar a los bebés? Os diré que hace 200 años el porteo en Europa era habitual, sobre todo en las clases bajas. A muchas de estas familias no les quedaba otra opción: sus bebés les acompañaban mientras trabajaban y no tenían suficiente dinero para comprar un carrito.
La relación de los niños y los padres de las clases altas o la realeza solía ser más distante. En estas familias era normal que los bebés fueran amamantados por nodrizas y criados por niñeras. En 1733 William Kent inventó el primer cochecito. El sistema era diferente al que conocemos hoy en día: lo conducían animales, como una carroza.
No fue hasta mediados de 1800 que surgió la idea del carrito que se empuja. En aquella época era un artículo de lujo limitado a las familias adineradas, que eran las únicas que podían permitirse tener uno. Obviamente, era más cómodo que cargar con un bebé en brazos, y también menos íntimo al llevarles alejados del cuerpo de un adulto. Alrededor de 1850, la reina Victoria encargó tres carritos de la patente de Charles Burton y poco a poco empezaron a hacerse populares entre la clase alta y más adelante en las demás también.
De esta forma, el porteo fue relegado a las personas que no tenían los recursos económicos para comprar un carrito. La llegada del estado de bienestar permitió que más y más familias pudieran hacerse con un cochecito. Con el paso del tiempo, el porteo fue quedando en el olvido y se empezó a ver como una práctica inusual y muchas veces incluso deshonrosa.
Todavía hoy los carritos son un símbolo de estatus. Es una de las primeras compras que suelen hacer los padres al saber que esperan un bebé, y también una de las mayores inversiones. Yo sé poco de carritos y el nuestro lo hemos heredado, pero sí tengo amigas y conocidas que han comprado el carrito más caro o más de moda por cuestiones estéticas y no por ser mejor para el bebé.
Por qué usar una herramienta para portear habiendo carritos
Después de repasar la historia del porteo muy por encima, quizá os estaréis preguntando: si hemos desarrollado una herramienta como es el cochecito, ¿por qué empeñarse en portear?
No se puede negar que los carritos para bebé son cómodos en muchas situaciones: cuando vas a cargar con compra, cuando vas a dar un paseo largo y quieres que tu bebé se duerma o simplemente si estás cansada y no te sientes bien para cargar a tu bebé. Sin embargo, la evidencia científica defiende la importancia de llevar a los bebés junto al cuerpo de un adulto, por lo menos hasta que sean capaces de desplazarse por sí mismos. Y tiene lógica: llevamos cientos de miles de años haciéndolo y estamos biológicamente diseñados para ello.
Algunas personas con las que dialogo sobre este tema objetan que si el porteo fuera tan natural, deberíamos ser capaces de llevar a nuestros hijos e hijas en brazos y no con un instrumento (portabebés). Yo siempre suelo contestar: poder, puedes llevarles en brazos. Eso sí, el tiempo, la velocidad y el peso que puedes cargar serán limitados. Y para eso están las herramientas que las distintas culturas han ideado: para ayudarse y poder recorrer más espacio en menos tiempo y con el peso repartido de forma más llevadera.
Precisamente eso es lo que la ciencia confirma: cargar a un bebé con ayuda de distintos materiales acorta el trayecto y permite acelerar el paso. Según este estudio, el hecho de portear al bebé en brazos implica uno de los mayores desgastes de energía materna, mayor incluso que el gasto calórico de la lactancia. Por esta razón, se defiende el uso de herramientas para cargarlos y de esta forma ahorrar un 16% de energía.
La moda del porteo
La alimentación complementaria a través del método Baby Led Weaning o el colecho también han sido prácticas comunes durante cientos de años. Afortunadamente, después de un parón generacional se vuelven a practicar, facilitando la vida de las familias y ofreciendo al bebé lo más afín a su naturaleza. De la misma forma, el porteo ha vuelto a ponerse de moda en Occidente y cada vez es más común ver a madres y padres porteando, sobre todo en ciudades grandes.
Así que podemos afirmarlo: el porteo vuelve a estar de moda. Y espero que haya llegado para quedarse.