Creo que los del colegio son siempre los más entrañables, aunque probablemente o sigas caminos parecidos o sean los que más probablemente se pierdan en el camino. Para mi, las amistades hechas en la universidad son lo más parecido a una segunda familia. Aunque vivo a 13.000km de distancia y tampoco es nada fácil mantener el contacto, saber los unos de los otros…pero sigo sintiendo que aun en la distancia, son como una segunda familia. He hecho buenas amistades después, de trabajos y demás, y están los amigos “de la vida” que siempre están ahí..pero la distancia me ha enseñado que hay personas y grupos que se mantienen más fuertes, cuando pasan los años y te separan no solo muchos km, sino meses sin verse y unas cuantas horas de diferencia horaria.
Si es verdad, que una característica de mi forma de ser es que me gusta saber de mis amigos, y aunque cueste, si un día me acuerdo de uno, no me cuesta escribir, o llamar (podrían haber inventado whatsapp y sus llamadas gratis donde sea y cuando sea cuando llegué a Chile)
Siempre me ha gustado organizar cosas: cenas, juntas, quedadas, salidas, eventos…así que intento mantener contacto con la gente. Pero no nos engañemos… 13.000km son muchos, y poco a poco y con los años con muchas de las personas que formaban parte de mi día a día allí, hemos perdido el contacto y no sabría por donde empezar a preguntar por sus vidas. La distancia, la vida, las prioridades, las ganas…todo un poco. Y no voy a culpar solo a la distancia…que me ha pasado con amistades que he hecho desde que me vine a vivir aquí también. Son cosas que pasan.
Muchas veces he dicho aqui que lo que más echo en falta de haberme ido a vivir tan lejos, es la gente. Esas personas que, por acumulación de experiencias, o por los años que hace que te conoces, no necesitas poner en contexto cuando les explicas algo. Sencillamente saben leerte. Para mi, que no soy muy hábil explicando las cosas, que sepan leer lo que estoy pensando o por donde va lo que quiero contar, es un alivio y una comodidad
Pues bien…tiempo atrás, tuve una época en la que realmente, eché de menos esas redes, esa gente, ese apoyo. No supe encontrarlo aquí. Tenía amigos, pero o no supe donde buscar, o no encontré como, o sencillamente no se dio. Pero fue una época difícil para mi donde sentía la soledad más intensificada que todos los otros años vividos aquí. Y donde solo encontré desahogo o consuelo, a 13.000km. Recuerdo que tras esa época, creí que no podría echar raíces en ese sentido aquí. Era como si no estuviera hecho para mi.
Me equivoqué. Recientemente, me encontré ante una situación inesperada. Una de las terremoto terminó en urgencias por un dolor abdominal muy intenso, por aquello de descartar una apendicitis…y se quedó ingresada por un un síndrome nefrítico o glomerulonefrítis aguda (otro día os cuento más en detalle)
El diagnóstico fue in-específico unos días, y pasamos una semana con la pequeña hospitalizada. De un día para otro, nuestras rutinas se vieron alteradas, la vida decide por ti a veces….tengas los planes que tengas. De hecho, nos íbamos de vacaciones en unos días…
En las primeras 24 horas, cuando aun ni teníamos diagnóstico claro, ni sabíamos cuánto tiempo pasaríamos con la pequeña hospitalizada, ni sabíamos mucho de en qué consistía el proceso, el tratamiento, los exámenes…ni como estábamos ahí si veníamos por un dolor de barriga…en esas primeras 24 horas, en las que conté con cuentagotas lo que estaba pasando…me di cuenta de que esas redes que yo di por inexistentes una vez unos años atrás…surgieron, se armaron, y se fortalecieron sin darme cuenta.
Además de la preocupación y los mensajes de ánimo, fueron tantos los que siguieron preocupados y preguntando constantemente, tantos que me averiguaron sobre doctores especialistas para saber si estaba en buenas manos…llovieron los ofrecimientos para ayudarme con los traslados escolares de la pequeña, propuestas para entretener a la pequeña de las terremoto, detalles, regalos y visitas a la mayor, invitaciones a cafés fugaces solo para distraerme, llamados,…Muestras de cariño, gente que echa una mano, detalles…montones de detalles.
Creo firmemente que agradecer es importante. Agradecer las grandes cosas, pero también las pequeñas. Y agradezco que la vida me haya cruzado con estas personas en este rincón del mundo tan alejado de mi casa. Con esto me he acordado del libro “El mon groc” de Albert Espinosa, que habla de esas personas, los “grocs” (los amarillos) a quienes define así:
Los amarillos son las personas que dan sentido a nuestra vida
esas personas que uno se cruza en la vida y que son un regalo. Bueno, agradezco estos regalos con los que cuento en mi vida, a los de alli, y también a los que se me han cruzado en este rincón, tan lejos de todo.
Gracias, a todos y cada uno de vosotros, a todos los que pusisteis un granito de arena para que el proceso resultara más fácil y nos sintiéramos rodeados de cariño. Gracias de corazón.
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