Se termina nuestro viaje. Han sido unos días muy chulos llenos de aventuras, caminatas, paseos nocturnos, playita, mar y arena… ¡Pero no podemos irnos de Galicia sin pasar por Santiago de Compostela! Así que cambiamos de provincia y pasamos a La Coruña para ver la Catedral y pasear por sus calles.
Y nos encontramos con La Tuna que, por cierto, se paró (como nosotros) a degustar dulces de la tierra.
Y llegamos a la Plaza del Obradoiro para ver la fachada de la Catedral que, por cierto, está de obras.
Luego paseamos para llegar a la Plaza de Quintana.
Y conseguimos entrar en la Catedral para verla por dentro. Por supuesto, Diego no perdonó estar en la casa de Dios para hacer una parada tetil, así que allí nos tocó que mamara. Nadie nos dijo nada, hay que decirlo. Más ahora que en La Alhambra han echado a una mujer por dar de mamar a su hija. A mí nadie me dijo nada, ni me miró nadie (creo).
Luego continuamos paseando y Álvaro decidió que necesitaba correr detrás de un “butterfly” (un día vio a Pocoyó correr detrás de una mariposa y su capacidad de análisis ha decidido que todo lo que vuela es butterfly en inglés o pájaro en español… ¡Niños!)
La Catedral y los alrededores son arte que podemos contemplar en estado puro. Me llamó la atención la cantidad de turistas y peregrinos que había de tantas nacionalidades diferentes.
Y, después de comer, nos despedimos de Galicia y de nuestras vacaciones costeras. Pero bueno, disfrutamos mucho y volvimos bien, así que todos contentos. Esperamos volver a Santiago para verlo mucho más a fondo, tal y como se merece.
¿Vosotros habéis estado en Santiago de Compostela?