Un día Grisela se sintió muy triste, tan triste como su piel gris.
«Tengo que hacer algo», pensó.Cogió un bote de pintura roja y dijo:
-Si me pinto de un color alegre,seguro que me pongo contenta...
Hay veces que nos sentimos muy tristes... días en los que nos gustaría cambiar de vida.... segundos en los que nos gustaría meternos en la piel de otra persona... pero al final siempre nos damos cuenta que lo mejor es sentirse bien con uno mismo, aceptándonos como somos, con nuestros defectos y virtudes.
Esta es una de las cosas que siempre pretendemos transmitir a los peques y para eso podemos utilizar en casa o en el aula cuentos como ‘Grisela’.
La protagonista de esta historia es un ratoncita llamada Grisela que se siente triste, tan triste como el color gris de su piel. Grisela piensa que cambiando su aspecto físico se sentirá mejor, así que intenta transformarse y cambiar radicalmente. Decide coger una brocha y pintarse de diferentes colores, con diferentes texturas y formas, pero siempre aparece alguien que se mofa de ella.
Finalmente, Grisela decide lanzarse al agua y sale tal cual es, gris.
En esta ocasión, no hay nadie al otro lado para reírse de ella. Pero sí que aparece alguien que le dice "¡Qué color tan bonito tienes!". Y es que a veces también se necesita la mirada de otro para convencernos a nosotros mismos de nuestra valía y nuestras capacidades. Gracias a esta otra percepción, Grisela descubre cómo de bonito es su propio color y, además, encuentra no sólo la alegría, sino la amistad de verdad.
El sencillo texto es obra de la escritora inglesa ANKE DE VRIES, autora de más de 60 libros infantiles, está acompañado de unas preciosas ilustraciones de WILLEMIEN MIN.
Las ilustraciones son sencillas pero muy bonitas y a los peques les encantan. Estar formadas por figuras sobre el fondo blanco y en las que se mezclan el color con el lápiz negro y el collage con papel. Las ilustraciones, inciden en los esfuerzos de la ratoncita por cambiar, por ser diferente, sin darse cuenta de que eso es lo que la hace especial.
Un cuento simple pero muy potente y con un mensaje muy claro: cambiar nuestro físico no hará que nos sintamos mejor con nosotros mismos, ni tampoco que los demás nos acepten o nos quieran más.
Lo realmente importante es aprender a valorar y aceptar las cosas que nos hacen diferentes y únicos. Así como rodearnos de personas que nos acepten y quieran tal y como somos. Eso es lo que nos hará realmente felices.
Me parece precioso que Grisela termine viendo el problemaque tiene con su color como una ventaja, pasando así de ser su punto débil a precisamente lo que la hace tan especial.
Grisela nos enseña la importancia de saber aceptarnos por lo que somos, con nuestras virtudes y defectos.
Un cuento que va dirigido a los pequeños lectores y que podríamos decir que es una especie de fábula moderna que a todos puede interesar, porque todos sentimos emociones y todos necesitamos saber transmitirlas e identificarlas.
Estoy segura de que os encantará conocer a Grisela.
¿Queréis saber como conocimos a Grisela?
Si la respuesta es sí, aquí os lo cuento. Una mañana nos encontramos a una pequeña ratita gris sobre un folio blanco encima de la mesa. ¿Se habrá colado por la ventana? Nos preguntamos. La ratita tenía una notita por detrás que decía: Os voy a enseñar algo muy importante. Para ello tenéis que acompañarme en la lectura del libro que os he dejado en....el cajón de la mesa de la seño.
Todos corrimos a abrir el cajón y allí nos encontramos un libro precioso, titulado Grisela y cuya protagonista era, como no, la ratita de la hoja.
Asi que, hicimos caso a Grisela, nos sentamos en corro y leímos el libro. Cuando el cuento terminó todos nos dijimos a nosotros mismos: me quiero tal y como soy. Soy diferente y eso me hace especial.
Y nos dimos un fuerte abrazo entre todos, Grisela también se apunto.
¿Qué hicimos con los peques después de su lectura ?
Cada uno hizo su propia Grisela, primero dibujamos todas las piezas en cartulina, después las fueron coloreando a gusto de cada uno, se podía mezclar, rallar, difuminar, etc. Una vez decoradas, las recortamos y las unimos con pegamento. También hicimos los brazos y las piernas junto con los ojos y la nariz. Incluso les colocamos un trocito de lana y las colgamos del techo. Ahora cada ves que las miramos recordamos que debemos querernos tal y como somos.
Nadie es perfecto, pero en la medida que nos reconozcamos y nos aceptemos, tendremos más herramientas a nuestra disposición. Fortaleciendo nuestro propio juicio, será más fácil independizarnos de lo que piensan los demás.
Para mi es un imprescindible. Si os ha gustado tanto como a mí, podéis conseguirlo aquí:
Lo importante es ser uno mismo.
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