Pues bien, me embarazo de nuevo, algo resurge en mi, como ya os he contado alguna vez. Algo muy del estilo “la madre soy yo y nadie me dirá lo que tengo que hacer” Y junto con eso, una sensación de “esto no es lo que yo quiero, esto es lo que nos enseñan que debemos hacer, pero yo no quiero lo mismo”…al final, mis opiniones fueron cambiando, pero todo fue un proceso…
Mi segunda experiencia
Con mi segunda hija, tuve que volver a trabajar cuando ella tenia 8 meses, y ella se quedó con su abuela. Tomaba lactancia a demanda y yo iba y volvía del trabajo a mediodía para que ella pudiera seguir la lactancia. Con sus intolerancias, apenas comía sólidos así que había días que se esperaba hasta que yo volviera. Pero uno se agota de ir y venir, y en el trabajo de entonces la flexibilidad brillaba por su ausencia, así que al poco tiempo dejé mi trabajo de jornada completa y empecé a trabajar medio día. Trabajando yo solo hasta las 14, no me pareció necesario llevarla a la guardería al año, y estuvo en casa, cuidada entre la abuela y yo, hasta cumplidos los 18 meses. A esa edad, caminando, explorando, no parando quieta, a la abuela la tenía agotada. Así que empezamos la guarde, pero solamente medio día. Ahí me di cuenta cómo perdía dentro de mi la fuerza del argumento de lo buena que era la guardería. Porque, apenas yo salía de trabajar, quería que ella estuviera conmigo. Ella, que tuvo una buena adaptación a la guardería, y se encontró con educadoras muy cariñosas, y yo que ya no quería dejarla ahí todo el día.
Y es como si ella lo supiera, porque nunca le gustó estar ahí más que estar en su casa. No le pasaba como a su hermana, no pedía quedarse hasta más tarde, sino que salía encantada cuando la iba a buscar, y siempre estuvo jornada reducida.
Aunque no quisiera dejarla mucho rato, seguía sintiendo gran devoción por el trabajo que desempeñan las educadoras de párvulos. Después de varios años ya en guarderías y, aunque me ha tocado de todo, no dejo de valorar el trabajo que hacen. Tantos niños, tanto rato! Y como les enseñan cosas, como los niños las quieren, la verdad, se merecen un monumento. Como padres a veces lo queremos todo perfecto: que el niño vuelva sin manchas, sin rasguños, bien comido y bien limpio; a veces no nos damos cuenta y a la mínima les encontramos un fallo, deberíamos ponernos en su lugar y valorar lo que hacen. Los niños vuelven con manchas por las manualidades que hacen no porque no los limpien, vuelven con rasguños por que juegan en el patio no por descuidos de sus profesoras. Son niños, y ellas no tienen 1, 2, o 3 niños, sino 20 o 30 a cargo en cada aula. Yo las admiro, a las que lo hacen con amor, con una sonrisa siempre, a pesar del cansancio, de las horas, del ruido. Obviamente, no todas son así y podemos tener malas experiencias, pero la gran mayoría de las educadoras y auxiliares de párvulos que he conocido yo, eran así.
En nuestro caso, y aunque coincidió con algunas profesoras que ya había tenido su hermana, con el paso a un nivel preescolar en la guardería y un cambio de profesoras, la peque dejó de querer ir. No le gustaba comer ahí, aunque nos decían que se comía todo. Le gustaba jugar con sus amigas pero no ir a la guardería, se resistía por las mañanas. Hasta que nos dimos cuenta que al parecer la obligaban a comer. Con la cantidad de problemas que ha tenido desde bebé con la comida, ese fue un gran problema. Ella dejó de comer por completo, retrocedió mucho en variedad, y nos ha costado mucho trabajar para que ella confíe de nuevo en la comida y se anime a probar cosas nuevas. Cuando supimos esto, la sacamos. Y se quedó en casa con su abuela y conmigo, hasta que empezó el colegio. En su caso, recuerda las profesoras que tuvo al principio, pero no quiere visitar su jardín porque no quiere ver a las que tuvo los últimos meses que estuvo allí.
Mi experiencia una vez más me demuestra que cada caso es un mundo. Mis dos hijas, en el mismo centro, y coincidiendo con las mismas profesoras, tuvieron dos experiencias opuestas completamente. Al final, con cada niño se aprende, y cada niño merece que se escuchen sus ritmos y necesidades, que pueden ser muy diferentes de las de sus hermanos.
Qué pienso hoy, qué haría ahora
Si empezara de nuevo y pudiera dejar de trabajar para quedarme con mis hijas mientras son bebés, lo haría. Pasar el primer año con mi hija mayor y algo menos con la pequeña ha sido una de las mayores suertes que he tenido. Una vez empiezan el colegio, trabajar ahora media jornada y pasar las tardes con ellas, ha significado un gran cambio para mi, y me encanta. Creo que no hay mejor lugar para un bebe que con su madre durante los primeros dos años, o tres incluso. Y que todos los países deberían extender las bajas por maternidad como lo hacen los países nórdicos.
El tema de los virus, que suele ser tema de decisión, para mi no lo es. La verdad es que en Chile (y no sé como será en España…) en invierno las guarderías se vacían. La mala calidad del aire provoca muchas enfermedades respiratorias, y claro, las guarderías son un foco de bichos y muchas familias durante ese periodo no llevan a clase a los niños. ¿Mi experiencia? Se vacían tanto las clases en invierno que es cuando mis hijas menos bichos han pillado. Pero obviamente las guarderías son un foco de gérmenes, eso no lo voy a negar El primer año suele ser año de inmunizaciones variadas, donde el niño puede pasar parte del tiempo enfermo. Creo que eso les pasa a la mayoría…
Pero va más allá de esos detalles, pues mi opinión ha cambiado. Ya no considero necesario que un bebé vaya a la guardería con un año, ni con 18 meses, ni con 2. Quizá se estimulan y socializan más, pero si estamos con tiempo para ellos y visitan parques, esas dos cosas están cubiertas. Mi experiencia también me ha mostrado que no es mucho lo que hacen en las guarderías cuando tienen menos de dos años. Y quizá no necesitan más que a su mamá.
Entre los 2 años y la entrada al colegio, ahí si creo que una guardería les ofrece muchas actividades que pueden mantenerlos entretenidos. Pero pudiendo, igual elegiría quedarme en casa. Quizá buscar algunos talleres de actividades para hacer con ellos, pero no una guardería. Pero también sé que a esta edad agotan, y a veces la creatividad de uno no da para más, por lo que, quien sabe, quizá terminaría llevándolas un par de horas en una guardería…habría que verlo. Hablo desde mi ideal, tampoco puedo dar marcha atrás y empezar otra vez así que no sé qué pasaría.
Si los niños deberían empezar a los 3 o los 5 el colegio, es algo en lo que aun reflexiono. Para mi depende mucho del centro al que asistan. Si el centro se preocupa del juego, de la experimentación; si juegan, pintan, disfrutan de la naturaleza, conocen la lectura a través de los cuentacuentos…entonces, empezar a los 3, 4, 5 me parece bien.
Después, está el tema de los horarios escolares y las actividades extraescolares. Y la imposible conciliación de todo junto. Son casos distintos si, como en España, los niños salen del colegio a las 5 (sin contar extraescolar) porque es más fácil encontrar alguien que los cuide ese ratito hasta que llegan sus padres. Aunque te diré, que recoger a mis hijas del colegio es una de las cosas que más me gusta. Pero eso sería un rato corto, que suele implicar parque, merienda, ducha y cena. Y deberes, según la edad. Siento que no es tanto el rato y por tanto, ojalá se puedan quedar con la persona más cercana a la familia, con quien reciban el máximo cariño y donde tengan espacio de acompañar en el juego. Y ojalá la conciliación laboral existiera y fueran los padres quienes estuvieran con ellos. De hecho, ahora lo pienso y es el horario que yo hice siempre, pero qué poco tiempo libre!!!! ¿para qué necesitan deberes después de tantas horas? Bueno, eso ya es otro tema…
Pero aquí el tema es diferente, los primeros años de colegio suelen hacer medio día, ya vayan de mañana o de tarde. Es mucho rato para entretenerlos, muchos días uno tras otro, para que no se queden delante de la tele todo el día, mucho rato en el que necesitan atención. En esta opción, en que ya no están en edad de guardería, sigo prefiriendo la opción de un familiar que la de una nana. Yo cambié para poder trabajar media jornada la mayoría de los días, para poder estar con ellas. Muchos no pueden hacerlo. Como también respeto a quienes eligen no hacerlo, porque cada uno debe decidir lo que puede y prefiere hacer. Pero aun así, aun quedándome yo, no significa que las tenga entretenidas todo el día. He aprendido que una tarde de manualidades es más fácil de llevar que una en la que tienes que estrujar tu vena creativa, pero también que hay días que se aburren y se entretienen solas, y que tampoco pasa nada.
Creo que es un gran debate, y depende de cada situación familiar, de cada caso, de cada niño, pero mi opinión es que como una madre no hay nada, y ojalá este país y tantos otros se preocupara más sobre la conciliación y menos de otras cosas…los niños son el futuro ¿de verdad los queremos que crezcan viendo tan poco a sus padres, escolarizados de sol a sol tan pequeñitos, y todo el día corriendo de un lado a otro?
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