¡Hola a todas!
¿Cómo ha empezado vuestra semana?Por aquí deseando que sea la última ya de operarios por casa y poder empezar este fin de semana, con paredes recién pintadas a poner cada cosa en su sitio.
Hoy quería enseñaros una de las últimas propuestas que le preparé a Valentina y que además coincidió con el taller que preparé el pasado domingo en el Mercat del centro comercial de Glòries. Aprovecho también para daros las gracias a la cantidad de familias que os se pasaron por allí y a la vez pediros disculpas, ya que no nos esperábamos que viniera tanta gente. Pero hemos tomado nota de ello y lo tendremos en cuenta para los próximos talleres que habrán y que espero poder anunciar pronto.
Pero hoy os quería hablar de los ATELIER DE BARRO/ARCILLA. ¿Y por qué atelier, y no taller? No es que me guste decirla en italiano porque suena mejor y es más “chic”, si no porque la manera de enfocar este tipo de actividades, de rinconces, de ambientes, de talleres, nace de la zona de Reggio Emilia, una zona muy potente e innovadora a nivel educativo y del que adoptamos propuestas tan interesantes como el taller de barro, de luz o de arena, entre tantos.
Dicho esto, poco más queda. El objetivo principal de un atelier es que el niño sea protagonista de su aprendizaje, que a través de los materiales, del espacio y de la organización sea capaz de experimentar y llegar al conocimiento de todo lo que nos ofrece. No son talleres cerrados a ninguna edad, puesto que cada niño, en el momento madurativo que se encuentre será capaz de experimentar y de usar ese material en un nivel distinto. Es por ello que podemos encontrarnos niños de diferentes edades compartiendo un atelier, con toda la riqueza que esta diversidad son ofrece.
Os dejo algunas imágenes que he encontrado por la web o pinterest sobre estos ateliers y que me inspiran a la hora de preparar mis propuestas.
Como podéis ver las imágenes son espectaculares, sobran las palabras. El papel del adulto consiste en pensar los materiales y en disponerlos de modo que sean sugerentes a los niños y con los que ellos puedan llegar a aprendizajes más profundos: texturas, temperaturas, volúmenes, formas, alturas… las posibilidades son infinitas. ¿Y sabéis que es lo mejor de todo? Que de todo aquello que tu te hayas planteado que pueden conseguir a través de esos materiales, ellos siempre te sorprenden con cosas increíbles que nunca te hubieras imaginado.
Así es como el papel del adulto se tiene que resumir a eso, y después una vez empieza el juego, intervenir lo mínimo. Estar presente, observando, mostrando esa aceptación y tranquilidad por lo que sea hace. Pero sin guiar ni decir cómo se tiene que hacer. No hay normas, no hay consignas, no hay nada.
Cuando hicimos esta actividad con Valentina, yo me senté a unos dos metros a leer, y ella iba haciendo, a veces me contaba alguna cosa, o incluso me preguntaba: ¿aquí mamá? Es increíble como de tan pequeña ya buscan nuestra aprobación… Y mis respuestas eran “como tu creas, si a ti te gusta así…, lo que tu te hayas imaginado, lo que tu quieras…” Y siempre, aunque es muy complicado, intento evitar juicios como “te ha quedado precioso”, “que bonito”, “me encanta” Si no les transmitimos el mensaje de que estar bien/mal pasa por el filtro del adulto. Si yo te digo que me gusta, es que está bien. Para ello intento acompañarla con frases como “¿todo esto has hecho tu?, ¿te ha costado mucho? Te has estado mucho rato… te has esforzado mucho”. Aunque realmente es tarea difícil la de reeducarnos a nosotros que hemos sido educados y enseñados de un modo completamente distinto y esto en nuestra mochila, pesa.
Valentina también me pidió que le hiciera un caracol, y aunque me resistí, ella me insistió tanto que terminé haciéndoselo. Ahora mismo en la escoleta tienen una caja de caracoles y hablan de un cuento sobre ellos, así que entendí que quisiera jugar con uno de ellos, aunque hubiera preferido que ella misma creara el suyo propio sin necesidad de pedírmelo a mi, que fue algo que hizo a posterior. Así que bueno… poquito a poco.
Como veis los materiales que se usan para un atelier de barro son básicamente elementos naturales y algunas herramientas para el modelaje. La pasta que nosotras hacemos servir, más que barro es pasta de modelar, que podéis encontrar en cualquier tienda de manualidades. Lo bueno de esta pasta es que no necesita agua, no mancha, no se agrieta y se seca a las 24h sin necesidad de hornear. Os dejo aquí una lista de materiales que he preparado por si os sirve de punto de partida:
piedras, legumbres, semillas, palos, hojas, flores, minerales, conchas, almejas, caracoles, piñas, bellotas, flores de anís, corcho, cereales, pasta, y las múltiples variedades de cada uno de estos elementos.
Una cosa que hay que tener en cuenta también es dónde lo preparamos (suelo, mesa, media altura, en el jardín…) si lo vais a hacer sobre una superficie como una mesa os aconsejo que sea en una tabla que solo queráis usar para barro o en las típicas tablillas de madera. Es donde mejor se trabaja el barro, y donde podemos dejar secar sin necesidad de cogerlo cuando todavía está seco.
Os dejo también algunas fotos del día que lo hicimos en casa. Ya veis que el espacio no era nada cómodo ni ancho pero esto de vivir entre obras es lo que tiene. Así que esperamos poder repetir pronto con nuevos materiales.
El comentario que recibí de la mayoría de familias que vinieron al taller del domingo fue que les había sorprendido la cantidad de tiempo que había estado su hij@ jugando, como se había entretenido y concentrado. Francesco Tonucci, en la última convención que nos regaló en Barcelona dijo que todos los juguetes tenían que ser como el barro. Algo que no era nada, pero que podía serlo todo. Cuantas menos cosas haga un juguete, más hará el niño. Desarrollará más su creatividad y el juego será más profundo. Así que ya lo sabéis, cuando vayáis a escoger un juguete para vuestros hijos o amigos, pensad en cómo se parece o no al barro.