Del libro "La mente absorbente del niño" de María Montessori.***La escuela y la vida social
El jefe de un pueblo, Gandhi, no sólo enunciaba la necesidad de extender la educación a todo el curso de la vida, sino también convertir la "defensa de la vida" en el centro de la educación. La educación puede ser rica en métodos, intenciones y finalidades sociales, pero no se puede decir que tome en consideración la vida en sí misma. Entre los muchos métodos oficiales de educación de diversos países, ninguno se propone prestar asistencia al individuo a partir del nacimiento y proteger su desarrollo. Todos los que entran en el mundo de la educación quedan aislados de la sociedad. En la mayor parte de las escuelas oficiales dirigidas por el Estado, lo que interesa es que se cumpla el programa. De este modo ocurre que el joven salido de la universidad, tendrá una inteligencia tan limitada y sacrificada que no será capaz de individualizar y valorar los problemas de la época en que vive. El mundo de la educación es una especie de isla donde los individuos, separados del mundo, se prepara para la vida permaneciendo extranjeros a la misma. Los estudiosos de los problemas sociales afirman que los licenciados de escuelas y universidades no están preparados para la vida. Los sociólogos solicitan a las escuelas remedios para tanto mal; pero la escuela es un mundo en sí, un mundo cerrado a los problemas sociales.
Edad Preescolar
La familia no forma parte de la escuela, sino de la sociedad. De ello resulta que se fragmenta la personalidad humana o el cuidado por la personalidad humana: por un lado la familia, que forma parte de la sociedad, pero que vive aislada y descuidada o ignorada; por otro lado, la escuela, que también se halla apartada de la sociedad y luego la universidad. No existe una concepción unitaria, un esfuerzo social por la vida, sino fragmentos que se ignoran mutuamente y que se refieren sucesiva o alternativamente a la escuela, a la familia y a la universidad concebida como escuela, la cual se hace cargo de la última parte del período educativo. Por lo tanto no existe un verdadero sistema que ayude al desarrollo de la vida. Las aportaciones de la ciencia pueden compararse a las piedras ya cortadas, destinadas a esta construcción; hay que encontrar quien tome las piedras y las superponga para erigir el nuevo edificio necesario para la civilización.
La función de la educación y la sociedad
El concepto de una educación que asuma la vida como centro de su propia función, altera todas las ideas anteriores. La educación ya no debe basarse en un programa establecido, sino en el conocimiento de la vida humana. Con el conocimiento del desarrollo síquico del niño desde su nacimiento debe ser ampliamente difundido: sólo entonces la educación podrá adquirir nueva autoridad y decir a la sociedad:"Estas son las leyes de la vida; no podéis ignorarlas y debéis actuar en conformidad con las mismas; porque revelan derechos del hombre que son comunes y se extienden a toda la humanidad."
La educación se debe dar de modo práctico, y una vez se admita que la educación debe iniciarse a partir del nacimiento, será necesario que la sociedad conozca las leyes del desarrollo infantil. La educación en vez de continuar siendo ignorada por la sociedad, debe adaptarse a las necesidades inherentes de nueva concepción: que la vida debe estar protegida. Todos están llamados a colaborar, padres y madres deben asumir su responsabilidad; pero cuando la familia no dispone de posibilidades suficientes, la sociedad no sólo debe impartir su instrucción, sino también proporcionar los medios necesarios para educar a los niños.
Si es evidente que la sociedad debe ejercer un benéfico control sobre el individuo humano, y también es cierto que la educación es considerada como una ayuda a la vida, este control nunca deberá ser constricción y opresión, sino que deberá proporcionar una ayuda corporal y síquica.
La educación devolverá a la sociedad los bienes adquiridos en su progreso. La educación así concebida, no sólo interesa al niño y a los padres, sino también al Estado y a la economía internacional, es un estímulo para cada miembro del cuerpo social, estímulo para la mayor renovación que pueda sufrir la sociedad.
El niño, constructor del hombre
El niño es el constructor del hombre, y no existe ningún hombre que no se haya formado a partir del niño que fue alguna vez. Antes se decía: la madre ha formado el niño, ella le enseña a hablar, a caminar, etc. Pero todo esto no es obra de la madre, si no de una conquista del niño. El niño al absorber el ambiente que le rodea, plasma por sí mismo el hombre del futuro.
Reconocer esta gran obra del niño no significa disminuir la autoridad de los padres; cuando éstos se convenzan de que no son los constructores, sino simplemente los colaboradores de la construcción, podrán cumplir mejor su propio deber y ayudarán al niño con más amplia visión. Esta ayuda sólo se plasmará en una buena construcción si se presta convenientemente; así la autoridad de los padres no se basa en una dignidad fija por sí misma, sino en la ayuda que dan a sus hijos, y ésta es la verdadera y gran autoridad y dignidad de los padres. El niño es un obrero y que la finalidad de su trabajo es producir el hombre. Los padres, justo es reconocerlo, prestan a este trabajador los medios esenciales de vida y de trabajo constructivo, pero el problema social de los cuidados que requiere la infancia tiene una importancia mucho mayor, pues el trabajo del niño no produce un objeto material, sino que crea la humanidad misma: no una raza, una casta, un grupo social, sino la humanidad entera. Si se considera este hecho, resulta claro que la sociedad debe tener en cuenta al niño, reconociendo sus derechos y satisfaciendo sus necesidades. Cuando escojamos la vida misma como objeto de nuestra atención y nuestro estudio, podremos llegar a palpar el secreto de la humanidad y tendremos en las manos el poder de dirigirla y prestarle ayuda. También nosotros, cuando hablamos de educación, predicamos una revolución, por cuanto gracias a la educación, todo lo que conocemos actualmente quedará transformado. Yo considero que ésta será la última revolución: una revolución no violenta.
Esta es la educación entendida como ayuda a la vida; una educación a partir del nacimiento, que alimenta una revolución exenta de toda violencia y que una a todos para un fin común y los atraiga hacia un único centro. Madres, padres, hombres de Estado todos convendrán en respetar y ayudar esta delicada construcción. Esta es la nueva esperanza de la humanidad. No reconstrucción, sino ayuda a la construcción, que el alma humana lleva a término, construcción entendida como desarrollo de todas las inmensas potencialidades de que está dotado el niño, hijo del hombre. ***
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http://www.atelier-montessori.com/blog/ (Pasos para elaborar material Montessori)
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http://www.montessorihoy.blogspot.com.es/2012/04/la-santa-misa-vivida-por-los-ninos.html (Descarga del libro "La Santa Misa vivida por los niños" de M.Montessori)
http://www.montessoriencasa.es/ (Excelente página)
http://www.creciendoconmontessori.com/2012/07/formas-de-la-tierra-y-el-agua.html